Seguimos adelante con la última serie protagonizada por Jessica Drew. Una serie que parece estar funcionando razonablemente bien, y que ya ha superado la numeración alcanzada por el anterior volumen del personaje. Con Rabia Ciega arrancamos la segunda centena de números de series regulares de Spiderwoman. Vamos a ver qué nos encontramos aquí.
Por las características del mercado americano, tendemos a pensar en cada tomo como en una historia más o menos cerrada en sí misma, y así suelen enfocar los guionistas la planificación de las series, pero no siempre es el caso. En esta ocasión, Mala Sangre, el primer tomo de la colección, y Rabia Ciega forman un arco argumental completo. Una buena parte de las tramas que vimos planteadas en el anterior tomo terminan aquí. Sí, lo del desafortunado rediseño del traje también se acaba aquí. Gracias a Dios.
Veníamos arrastrando del tomo anterior unos problemas que Jessica tenía con sus poderes, que fueron más o menos arreglados con una sustancia artifical que servía de parche temporal, el suero Marchand. El problema es que ese suero le volvía un poco más agresiva, más inestable, y llega incluso a hacerle perder la consciencia de quién es en una nada disimulada metáfora del uso de drogas para potenciar el rendimiento personal.
En este tomo damos carpetazo a la historia del suero Marchand, y los ataques de furia, de Octavia Vermis e incluso del Alto Evolucionador. Tenemos en total un arco argumental cerrado en diez números totalmente satisfactorio, un poco más orientado a la acción que la primera parte, pero que resulta una lectura totalmente satisfactoria para los fans del personaje. Quizás el único pero que se le puede poner es que fue una serie afectada por el evento editorial de turno, en este caso Rey de Negro, y tenemos aquí una historia un poco metida con calzador en el que Spiderwoman se tiene que enfrentar a uno de los dragones de Knull junto a la Capitana Marvel, a Ojo de Halcón, a Puño de Hierro y a Power Man. Una ensalada de mamporros que resulta un tanto innecesaria, pero que la guionista aprovecha para ir mostrándonos un poco más la espiral de hundimiento en la violencia en la que anda metida Jessica.
Este segundo tomo de la serie demuestra que la guionista, Karla Pacheco (2099, Actos de Maldad), se ha hecho con las riendas del personaje por completo. Quizás no esté a la altura -aún- de la etapa de Dennis Hopeless y Javi Rodríguez, pero está resultando un tebeo de lo más disfrutable, y es lo mejor que hemos leído de esta escritora hasta el momento. También ayuda la sinergia que tiene con Pere Pérez (Pícara y Gambito, Faith), que está demostrando estar francamente bien dotado para las escenas de acción, pero también para los interludios más calmados. Un buen dibujo acompañando a un guión interesante. No nos podemos quejar.
Una de las cosas buenas que está teniendo esta serie es que, aún siendo una de las series menores de Marvel, está consiguiendo mantenerse en el mercado. Por lo pronto, en el Previews de los tebeos que lanzará Marvel en diciembre aparece el número 18. Ya es un número más de lo que duró el volumen anterior del personaje, así que aquí seguiremos una temporada más. Y a partir del mes que viene, con el traje clásico de vuelta. Menos mal.
