Los lectores de Spiderman hemos pasado algo más de un par de años bastante amargos por culpa de un guionista bastante poco inspirado al frente de la colección mensual del personaje. Pero, como suele ocurrir, no todo han sido sombras en el rincón arácnido durante este tiempo. Aunque El Asombroso Spiderman ha sido bastante olvidable, ha habido series periféricas muy disfrutables. El Veneno de Donny Cates, la Gata Negra de Jed MacKay, el memorable Spiderman: Toda una vida de Chip Zdarsky, la Spiderwoman de Karla Pacheco… y, por supuesto, el Spiderman Simbionte de Peter David, que con La encrucijada llega a su cuarta entrega.
La presencia de Hulk en la portada y el título La encrucijada nos dejan claro qué punto de la historia de Marvel vamos a visitar. Aún siendo una historia perfectamente comprensible sin tener demasiado background del Universo Marvel -es lo que pasa cuando tienes a un tipo con tanto oficio como Peter David escribiendo-, hay que reconocer que los más veteranos disfrutarán esta historia más al pillar todas las referencias. La Encrucijada fue una dimensión en la que estuvo exiliado Hulk allá por 1984-1985, creada por Bill Mantlo y utilizada en los últimos números de su etapa, olvidadada desde entonces salvo por un puñado de apariciones aquí y allá a lo largo de los últimos casi cuarenta años, más como un guiño a los lectores que recuerdan aquella etapa que como auténtico recurso argumental. Y aunque aquí cumple el objetivo de entorno transdimensional en el que se puede contar un poco la historia que haga falta sin modificar la continuidad preestablecida, también es un buen guiño para el lector talludito. Pero no sólo tenemos a la Encrucijada -y, por supuesto, a Hulk- para sacarnos la sonrisa. Ante Spiderman y la Gata Negra irán desfilando también el Doctor Extraño, Chico Luna y el Dinosaurio Diabólico, dioses asgardianos, el Camaleón, un oscuro villano de tercera regional como Luna Negra… ¡y hasta Eternos y Desviantes! ¿Que puede que sea demasiado fan service? A ver, seamos conscientes de que estamos en una serie cuyo único objetivo es volver a mostrarnos a Spiderman en la que llevaba el traje negro. Ya es fan service su punto de partida.
Quizás la primera entrega de Spiderman Simbionte pudo resultar un tanto acartonada. Entre ser conscientes de que nada de lo que nos iban a contar iba a tener la más mínima trascendencia y que el dibujo de Greg Land resultaba totalmente anacrónico para la época que estaban revisitando, no terminó de funcionar como podía. Pero según ha ido avanzando la serie, nos hemos acostumbrado a Greg Land y Peter David se ha soltado la melena -es un decir- y está haciendo lo que se le da bien y lo que a los lectores nos gusta que haga: historias entretenidas, con unos diálogos magníficos y sin el más mínimo complejo. Veinte números lleva ya publicados del Spiderman Simbionte y parece que la cosa va funcionando, comercial y creativamente. Eh, y nosotros, encantados.
Comentábamos al principio que La encrucijada es la cuarta entrega de Spiderman Simbionte, pero este tomo está numerado como el tercero. Realmente, la tercera miniserie de David y Land es Rey de Negro, que fue publicada en grapa, como la mayor parte de los tie ins del evento de Donny Cates. Siendo estrictos, esas dos grapas deberían ir entre los tomos 2 y 3 de la serie en rústica, pero tampoco es demasiado importante. No hay correlación ni continuidad entre unas miniseries y otras, y pueden ser leídas en cualquier orden, o incluso unas sí y otras no. No hay que olvidar que Spiderman Simbionte es una serie ambientada en una etapa muy definida del pasado de Spiderman y se limita a contar historias ambientadas en los huecos de la Era del Traje Negro.
Lo que hemos contado en otras ocasiones. Spiderman Simbionte no es una serie que venga a revolucionar el medio, que no lo pretende, ni a cambiar la historia del personaje tal y como la conocemos, porque tal y cómo está concebida es imposible que lo haga. Pero es una de las series arácnidas más divertidas que hemos podido ver en los últimos tiempos, en la que Peter David brilla como el gran dialoguista que es y con ideas cada vez más locas y desatadas. Puntúa muy alto en el palomitómetro.
