Ya comentábamos más o menos al reseñar el tomo anterior, el accidentado momento de la casa de las ideas en 1992 cuando Tom DeFalco encargaba al editor Joey Cavalieri desarrollar todo un universo de la Marvel del futuro, partiendo de un viejo concepto de Stan Lee y John Byrne, que nunca llegó a llevarse a cabo. Comentábamos también las distintas series que de allí surgieron — y sobre las que volveremos en esta reseña — y cómo de entre todas ellas la que surgió de las mentes y las manos de Peter David y Rick Leonardi brillaba con luz propia. Y es así como llegamos a Spiderman 2099: La Colección Completa 2.
Curiosamente, lo más destacable y recordado de cuanto vemos en Spiderman 2099: La Colección Completa 2 es también la parte más floja tanto en guion como en dibujo. Y es que los 90 mandaban y era casi un milagro que la línea 2099 hubiera sobrevivido un año entero sin hacer un solo evento. Así, abrimos el tomo con La caída de martillo, el crossover entre cinco colecciones que nos traería la particular versión futura del panteón asgardiano Marvel y las implicaciones que venían de su mano implicaciones. Sin embargo, y aunque la sonoridad de esta saga pudiera hacerla parecer el plato fuerte, lo mejor llega después cuando dejamos que Peter David se sumerja en ese torrente de tramas paralelas que van gestándose y creciendo número a número. Tramas en el ciberespacio, nuevos y viejos villanos y lo más importante: ese culebrón que tan bien se le da al guionista de Fort Meade y que nos deja ver nuevos detalles de protagonistas y secundarios, que los relaciona y los da la vuelta del modo más insospechado y que teje como si fuera nuestro arácnido protagonista como una red que cuanto más compleja y enmadejada está más divertida se vuelve.
Pero me temo que debemos detenernos primero en La caída del martillo para ubicarnos mejor en lo que podemos encontrar en esta primera parte de Spiderman 2099: La Colección Completa 2. Dentro de ese crisol de influencias de la ciencia ficción futurista y especialmente del género cyberpunk que estaba viniendo a ser este universo 2099, ya se había dejado caer cómo la vieja mitología nórdica Marvel había afectado de un modo muy peculiar a esta nueva sociedad. Estos dioses volvían a ser objeto de culto, pero lo más interesante es cómo este se abordaba. Fiel al espíritu del pastiche que estaban creando, bebía de influencias de lo más variopinto y servía para tocar mil y un detalles del contexto de esta sociedad futura. No dudan en mezclar retazos de la trilogía del Sprawl, con Akira o incluso The Warriors para pintarnos este nuevo culto prefabricado y aprovecharlo para tocar temas tan dispares como las desigualdades sociales, la mercantilización de la fe o el desastre ecológico. No obstante, todas estas cosas están, pero quedan de fondo, porque son los noventa y aquí mandan los crossovers de guantazos.
Todo este trasfondo se diluye para dejar en primer plano esta reunión donde Spiderman 2099, Ravage 2099, Doom 2099, Punisher 2099 y los recién llegados X-Men 2099 se reúnen para enfrentarse a esta nueva versión de los dioses asgardianos en la nueva ciudad flotante de Valhalla, con la corporación Alchemax manipulando detrás de todo ello.
La calidad del evento es desigual y tal vez todas estas ideas que comentamos quedan mucho más visibles cuando son Peter David y Rick Leonardi quienes trabajan sobre ellas. Sería preciso también mencionar la labor de John Francis Moore, un guionista bastante pujante en la época y que terminaría desapareciendo del mapa con el cambio de siglo. Sin embargo y en el otro lado, encontramos en Spiderman 2099: La Colección Completa 2 la versiones menos inspiradas de Pat Mills y Tony Skinner.
De igual modo, en La caída del martillo, cuando no tenemos a Leonardi apenas salvamos los trastos con Ron Lim, porque el resto del equipo gráfico oscila entre lo deficiente y lo desastroso.
Afortunadamente, esto es poco más de un tercio del tomo y volvemos a la serie regular protagonizada por Miguel O’Hara. A partir de aquí, visitaremos el ciberespacio, viviremos una crisis en las IAs evocando aquel apocalíptico efecto 2000 que luego no lo fue tanto, hablaremos de virus informáticos y todas esas cosas tan en boga en aquellos primeros días de internet. Peter David es un consumidor entusiasta de ciencia ficción, pero también de superhéroes y, más allá de todos esos temas futuros que nos terminan hablando, al fin y al cabo, de la realidad de 1994, Spiderman 2099: La Colección Completa 2 es un ejemplo de lo mejor que siempre supo dar PAD al género de los pijamas: el culebrón.
En cada una de estas aventuras, sean de la escala que sean, siempre hay implicado algún miembro del reparto de secundarios de Spiderman 2099. Que todo les suceda a ellos es un lugar común de ese mundo tan grande y tan pequeño a la vez que son los superhéroes, en el que todos están relacionados y cualquier cosa puede pasarle siempre al mismo pequeño grupo de gente.
Spiderman 2099 nos permite visitar un mundo entero solo a través de Miguel, Gabriel, Dana, Conchata y unos poquitos más y la misión de Peter David y Rick Leonardi será indagar en sus pasados, darnos nuevos detalles que abran nuevos hilos, nuevas relaciones entre ellos, nuevas e importantes revelaciones, nuevas idas y venidas y nuevos giros. Además, salvo por el pequeño peaje de La caída del martillo, lo bueno de Spiderman 2099 es que aún es feudo absoluto de sus dos creadores para poder hacer lo que ellos quieran y, sí, una parte es jugar con esos códigos con los que tanto ellos como los lectores estamos familiarizados , pero otra es — también debido a esa cercanía y conocimiento— saber cuándo y cómo romper las expectativas y dejarnos un tebeo que tiene lo mejor del género con la ventaja de poderse salir cuando quiera. Si a todo esto le añadimos los chispeantes diálogos y el despliegue paralelo de tramas de son marca de fábrica de PAD, Spiderman 2099 es una serie con la que es imposible aburrirse
Además, si descontamos los cuatro números de cruce de otras cabeceras, Spiderman 2099: La Colección Completa 2 contiene once números de la serie madre de los cuales nueve corren a cargo de Rick Leonardi, un dibujante que aún no me explico que no se convirtiera en una absoluta estrella. Lo tiene todo: dinamismo, personalidad, un dominio espectacular de la anatomía incluso cuando se la salta, visión narrativa… no hay más que ver lo mal que le han pasado los años al resto de los dibujantes de este tomo y lo eternos que son los dibujos de Leonardi y más con las tintas de otro inmortal, como Al Williamson.
Tal vez la estética tan particular de Leonardi fuera lo que jugó en su contra en una época como los noventa donde los manierismos gráficos iban por otros derroteros, pero el tiempo sin duda le ha dado la razón. Leonardi siempre ha sido un dibujante peculiar con un universo propio tal vez difícil de analizar, pero muy fácil de asimilar. Resulta muy curioso lo expresionista que puede llegar a ser sin que todo deje de parecer justo en su sitio dentro de su perfecta ilusión de realidad. Es un dibujante con muchos más matices y un universo gráfico mucho más complejo de lo que parece y precisamente por no parecerlo se digiere sin masticar y, pese a su fuerte impronta de estilo, apenas genera fricción. Creedme que lo echaréis de menos a partir del siguiente tomo.
Ha tardado muchos años en reeditarse Spiderman 2099, en su día no fue valorada como se merecía y ha tardado en hacérsele justicia a una de las series más grandes que nos dio la Marvel de la época y que por fin, en uno o dos tomos más, podremos ver completa por primera vez en España.