Ya hemos hablado en alguna ocasión de la narrativa High Concept, y es un término que cada vez se usa más y que está más de moda. Quizás por la facilidad para resumir la idea de partida en pocas palabras o por la comercialidad de una posible adaptación audiovisual, cada vez es más habitual encontrarse con productos de este tipo. Skyward entra, desde luego, en esta categoría. El punto de partida de la serie es una simple frase que viene en la contraportada de este primer tomo:
Un día, la gravedad de la Tierra se redujo a una fracción de lo que es ahora.
Y tan potente suena la idea que la adaptación cinematográfica ya está en camino. ¿Ves?
Sí, estamos de acuerdo: la idea sobre la que se fundamenta Skyward (término traducible por algo así como “hacia el cielo”), aunque muy potente, requiere de una importante dosis de suspensión de la incredulidad. ¿Que la gravedad ha dejado de funcionar? ¿Así, de repente, de un día para otro? ¿Y a qué se debe? ¿Cómo es que se ha modificado la Constante de Gravitación Universal? ¿Y sólo ha pasado en la Tierra o en el resto del universo conocido también? ¿Y esto cómo afecta a las órbitas de los cuerpos celestes? La verdad es que tampoco importa. Una vez tienes claro que el mundo antes era de una forma y ha pasado algo -injustificado y quizás también injustificable- que lo ha cambiado de forma traumática, arranca la historia y te puedes dejar llevar por ella. En este sentido, la comparación que hace Jonathan Hickman con Y, el último hombre es totalmente acertada.
Así que tras una muy breve introducción de once páginas en la que vemos el momento en el que cambia todo, saltamos a veinte años después. Willa, el bebé que vimos en la primera secuencia, ya es una persona adulta. Es una chica que siempre ha vivido en este mundo, a la que todo le parece normal. No tiene el sense of wonder que nos provocaría a todos los que estamos anclados al suelo porque, para ella, todo ha sido siempre así. Piensa en como un tipo de la Generación X mira a su sobrina, nativa digital, manejar la app de Netflix con una soltura sorprendente antes incluso de haber aprendido a hablar. Esos son los ojos con los que el lector mira a Willa.
Pero no es ese el único paralelismo con el mundo real que nos encontramos en estas páginas. También tenemos tipos que intentan -y consiguen- sacar tajada de las catástrofes ajenas y que anteponen el bien propio al de la comunidad, tenemos distintas formas de reacción ante el cambio… y tenemos también una interesante planificación urbanística según clases sociales. En el mundo real, las viviendas a mayor altura son más caras. En este mundo especial, donde estar anclado al suelo es un lujo que no todo el mundo puede permitirse, vivir abajo es un indicativo de estatus alto.
Los autores implicados vienen ambos de Lucifer, pero de distintos medios. El guionista, Joe Henderson, proveniente del medio televisivo, es el co-showrunner y guionista de la serie de televisión basada -libremente- en el cómic de Vertigo. También fue productor ejecutivo y guionista de Ladrón de guante blanco, la serie protagonizada por Matt Bomer entre 2009 y 2014. Y si tenía en mente una película cuando escribió este cómic lo ha bordado, la verdad.
El dibujante, Lee Garbett, también viene de Lucifer, pero de la serie de cómic, durante la etapa en la que la novelista Holly Black se hizo cargo del título. Su estilo, bastante más dinámico de lo que pudimos ver en la serie del Ángel Caído, se adapta como un guante a las peculiaridades narrativas de esta historia. Ya es un tipo que dio un buen nivel hace cuatro años en la mencionada serie de Vertigo, pero aquí es responsable de una buena parte de la fascinación visual que provoca la lectura de este tomo.
Aunque el tomo acaba con un importante cliffhanger, bastantes de las tramas planteadas tienen su cierre a lo largo de este volumen, lo cual es de agradecer. No nos quedamos con la sensación de que nos hayan dejado a medias, es, por hacer un símil con el medio televisivo del que viene el guionista, el primer capítulo de una miniserie que, además, no va a ser eterna. En total, Skyward está formada por quince números americanos, que fueron publicados entre abril de 2018 y julio de 2019 y serán recopilados en tres tomos. Así que ya sabes, si te ha picado la curiosidad el planteamiento de esta serie en la que todo el mundo se mueve por los cielos de su ciudad como si fueran Spiderman y todos tuvieran perfectamente interiorizado el principio de conservación del momento lineal, no te lo pienses. Es una de las series más absorbentes y más frescas que hemos podido leer en mucho tiempo.
