Originalmente, el cómic Showman Killer fue publicado entre los años 2010 Y 2012 en tres álbumes BD, titulados respectivamente: Un héroe sin corazón, El niño de oro y La mujer invisible. Cortesía de Editions Delcourt. Alejandro Jodorowsky y Nicolas Fructus construyen una ópera espacial que bien podría estar encuadrada en el Jodoverso ―el universo de ciencia ficción trágica iniciado con El Incal, y que incluye a los Metabarones o a los Tecnopadres, por poner dos ejemplos―, pero esta vez lejos del abrigo de la legendaria editorial Les Humanoïdes Associés. El lenguaje utilizado, el tono, el sentido del humor y prácticamente casi cualquier aspecto del tebeo que hoy tenemos entre manos, sabe, huele y suena al inclasificable Jodorowsky. El artista chileno, el psicomago; uno de los mejores y más peculiares escritores de tebeos de ciencia ficción. Genio y figura hasta la sepultura.
Showman Killer es un despiadado asesino a sueldo, un mercenario estelar carente de cualquier tipo de emoción o código moral, diseñado específicamente para cumplir con su desagradable trabajo. Como en otras ocasiones en los tebeos de Jodorowsky, un científico loco hace la guerra por su cuenta: en este caso el doctor Courcolain, siervo descontento del Omnimonarca, se tira a la piscina dando vida al sicario definitivo. Una concepción dirigida, con material genético único, seguida de la más horrible educación para la muerte que un niño pueda recibir. El origen de Showman Killer recuerda poderosamente a la posterior creación del Antibarón, en la más reciente serie Metabarón, con argumento también de Jodo pero escrita en última instancia por Jerry Frissen.
El sello personal del escritor chileno se hace patente desde las primeras viñetas. Showman Killer no es un matón al uso, de hecho es un genuino showman. Para matar se sirve de la teatralidad, el engaño y el subterfugio: va pintado como un payaso de vodevil y es capaz de transmutarse en cualquier ser vivo, animal o monstruo que desee. Dichas transformaciones, en ocasiones delirantes, son caldo de cultivo para las escenas visualmente más potentes de la obra. Formas de anciano decrépito, de bestia emplumada o de descomunal lombriz a lo Dune; todas ellas ejércitos de un solo hombre. Showman Killer se abre paso a golpe de situaciones de violencia desatada en las más grandes batallas.
Una vez presentado el personaje, el ciclo de tres álbumes plantea una trama de conspiración a nivel galáctico. La Suprahierofante, el poder religioso en la sombra del imperio, maniobra clandestinamente para usurpar el poder; un golpe de estado sin que el Omnimonarca ni siquiera se entere. Aquí entra en juego la misteriosa Ibis, quien, llegado el momento, escapa con el legítimo heredero del imperio. Showman Killer se ve inmerso en un enredo de traiciones y juego de tronos plagado de lugares comunes de la obra del escritor chileno. Como casi siempre, un acto pequeño tiene repercusiones cósmicas. Jodorowsky construye un peculiar viaje del héroe, en el que el sacrificio y la tragedia griega dan forma a la progresión del protagonista principal. Showman Killer no tiene sentimientos, por lo que, a priori, podría parecer un personaje fácil de perfilar pero imposible de desarrollar. No obstante, el sentido del humor introducido (sobre todo en la recta final) y la coherencia en las decisiones que toma y en su relación con los otros personajes consiguen lo que parecía una quimera.
En cuanto al dibujo, el trabajo de Nicolas Fructus destaca en varias splash pages con escenas de guerra realmente espectaculares. Para quedarse mirando durante varios minutos. Su estilo pictórico, diría expresionista y a ratos forzadamente inacabado, resulta realmente disfrutable a nivel estético, pero un tanto rígido y encorsetado a la hora de secuenciar la acción. Los diseños cienciaficcioneros, de tecnología futurista y paisajes del espacio exterior, muy en la línea de las otras obras de Jodorowsky situadas en ambientes similares, cumplen con su cometido a la perfección. La sensación es la de estar en un universo con sus propias reglas y particularidades, muy alejadas de las de nuestro hogar. En este sentido destacan las transformaciones del mismo Showman, tan imaginativas e impactantes como deben serlo.
En definitiva, Showman Killer es un tebeo imprescindible para los amantes de la obra de Alejandro Jodorowsky. Continuista con sus creaciones más populares en planteamiento y sensaciones, aunque no en argumento. El lector que “pasaba por aquí” tan sólo encontrará ciencia ficción insólita y atrevida, de la que no deja indiferente. Que al fin y al cabo es de lo que se trata todo esto.
