Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

El show de Albert Monteys

El show de Albert Monteys
Guion
Albert Monteys
Dibujo
Albert Monteys
Formato
Cartoné. 24 x 17 cm. 160 páginas. Bitono
Precio
17€
Editorial
¡Caramba! . 2018
Edición original
Tiras publicadas originalmente en Orgullo y satisfacción

¿Quién es Albert Monteys? Hace unos días hablábamos de este autor con más de 25 años al pie del cañón y que se encuentra en una nueva etapa de su carrera inaugurada por la genialérrima ¡Universo! Pero hablemos del Albert Monteys ser humano, con su familia, sus pasiones y sus angustias… bueno, en realidad no. El Show de Albert Monteys nos habla del Monteys monigote. Sí, ese que nos acompaña desde hace más 20 años, que nació en El Jueves y al que tanto nos gusta visitar de vez en cuando.

Como el mismo Albert monigote nos dice, lo que leemos en El Show de Albert Monteys es real en un 78%, pero puede que ciertamente sea en ese 22% donde está todo lo especial de este libro de tiras que aparecieron publicadas originalmente en la revista digital Orgullo y Satisfacción. Y no es que quiera quitar mérito al Albert de carne y hueso, pero se encarga de dejarnos bien claro que su vida es la de un tipo, que si bien tal vez no llamaremos normal, sí podríamos decir que es muy parecido a muchos de nosotros, con un día a día no muy distinto del nuestro y aún menos distinto del de otros dibujantes.

Sin embargo, está ahí ese 22%, que es donde reside el genio creativo. Quizá ese tipo un tanto neurótico del 78%, ése que se pierde en los recovecos de internet en lugar de trabajar, el que no entiende muchas de las convenciones sociales más comunes, el que desafía las leyes de la lógica cuando sus frikeces están de por medio, el que cede a los cantos de sirena de la nevera… quizá ese tipo sirva para que muchos nos identifiquemos, pero es el genio del 22% el que consigue eso tan difícil en un cómic que es transformarlo en una carcajada.

Se habla demasiado la ligera de la carcajada en los cómics de humor. Hay cientos o quizá miles de comics de humor y muchos de ellos magníficos cómics y tantas veces con un humor realmente ingenioso. No obstante, prácticamente ninguno es capaz de hacer brotar la carcajada. Como con el terror, se accede a una parte de nosotros donde es difícil llegar con un cómic. Es el lector el que administra el ritmo de lectura, con lo que se pierde en gran medida el efecto sorpresa característico tanto del terror como del humor. Sin embargo, no entiendo del todo la mecánica por la que El show de Albert Monteys sí arranca la carcajada (no la sonrisa, la carcajada), pero os aseguro que es un libro perfecto para que se os queden mirando en el metro mientras te ríes tú solo como un imbécil.

De algún modo, existe un menosprecio a la comedia, en general, en favor de géneros “más serios” y esto afecta también a la visión del dibujo. Parece que los malabares narrativos sólo se tienden a buscar en favor del drama o la acción. Existe una tendencia que tiende a obviar el dibujo en cuando tratamos con un cómic de humor. Es como si esos “monigotes” surgieran solos y espontáneamente con tan solo pensar un chiste. Aunque reconocía hace unas líneas que no termino de comprender la dinámica que sigue el humor de Monteys para partirme la caja, no tengo ninguna duda de que la expresividad de sus personajes y sus trucos narrativos (algunos incluso nos los explica con bastante cachondeo) son tanto o más responsables que el guión que estamos leyendo. Ese genio narrativo que ha eclosionado en ¡Universo! ya estaba aquí mucho antes escondido discretamente tras esos monigotes que ocultan uno de los oficios más trabajados (pese a que él mismo se retrate como un procrastinador de élite) de la industria española.

Y es que no olvidemos que estamos hablando de la vida diaria de un señor que se gana la vida con esto de los tebeos. Con el show de Albert Monteys asistimos también muy de cerca a un testimonio de lo que es ser dibujante hoy en día. Olvidaos de aquellos estudios de Los Profesionales o El invierno del dibujante; los dibujantes del siglo XXI trabajan en su casa. Olvidaos de las anécdotas graciosas entre compañeros de estudio; la interacción de los dibujantes de hoy día proviene de las redes sociales y en el caso de Monteys de la paciencia personificada en forma de su pareja. Albert Monteys nos acerca con sus aventuras cotidianas y una vez estamos con él nos deja sentarnos detrás para observar cómo trabaja.

El show de Albert Monteys es una autocrítica que esquiva elegantemente onanismo repelente de la mejor de las maneras, con ese cariño que provoca reírse de uno mismo. Con cosas que nos han pasado a todos, nos enseña en cierto modo también a que lo hagamos nosotros. Cosas como ese conocido que no tienes ni idea de quién es, los asaltos a la nevera, esas malditas fotos que se empeñan en sacarnos gordos y feos (o tal vez no), los ratos perdidos en internet, nuestra obsesión por las frikadas en general y los cómics en particular, la odisea de elegir en la tele a la carta o los universos paralelos (perdón, me dicen que lo de los universos paralelos no os ha pasado a todos)… Ese monigote de Albert Monteys que ha crecido a la vez que muchos de nosotros, de ser aquel chaval que flipaba con los tebeos, a ser el padre de familia friki que es hoy día, permanece inmutable en un aspecto: si quieres reírte, siempre nos regalará de vez en cuando una obra como El show de Albert Monteys.