Seamos sinceros, hacer una reseña de un tebeo de Astérix no es fácil. No lo es ya que en general la calidad de la serie es muy buena, ciertamente tiene sus subidas y bajadas pero es algo inevitable en un material de tan largo recorrido como esta obra.

El día 22 llegó al mercado un nuevo título de este personaje y su inseparable Obélix. Mucho tiempo ha pasado, ahora son otros autores, las historias no son las mismas pero esa esencia sigue perdurando. Uno se pone a leer y lo nota, ese sabor permanece.

Entonces, ¿cómo es posible elegir un tomo favorito? Hay muchas opciones pero en mi caso me he decidido por algo bien sencillo, el que tengo más cariño desde pequeño. Quizá no sea el mejor, pero para mí es único e inigualable.

Me refiero a La hoz de oro.

¿No os encanta?

La trama (a primera vista) no tiene nada del otro mundo. A Panorámix se le rompe su hoz y no puede recoger el muérdago que tanta falta le hace, así que los dos protagonistas no dudarán en irse a buscar una nueva además el primo de Obélix precisamente las fabrica. Todo resuelto.

O no.

Por lo que descubren este pariente del veterano de los menhires ha cerrado y se ha marchado para siempre. Ahora el negocio ha pasado a manos menos de confianza que han inflado los precios y crean dudas en los dos galos.

Detrás de todo hay una divertida e intrincada historia, que no os voy a revelar por si no la habéis podido leer todavía.

Pero lo mejor de todo es el primo de Obélix, Amerix. Este herrero y forjador de hoces es una versión en miniatura de este. De carácter totalmente afable se convertirá de forma automática en un amigo de los dos protagonistas, aunque al principio no conozca a su pariente (lo que teniendo en cuenta el parecido es sorprendente).

Claro está que al final todo saldrá bien y es que no puede entenderse otro cierre de álbum sin un buen banquete de jabalíes alrededor de la hoguera.