A finales del año pasado pudimos leer una nueva miniserie de Seda, un personaje que empezó muy fuerte pero acabó cayendo en el limbo de los personajes casi olvidados. Afortunadamente, Peligros y amenazas funcionó bastante bien comercialmente e hizo que cinco meses después estuviera en la calle una nueva serie limitada, La era de la bruja, que recopila Panini en un tomo en tapa blanda como continuación del anterior.

En La era de la bruja ya tenemos a Cindy Moon con una vida personal razonablemente estabilizada. La relación con su hermano está consolidada, así como su trabajo en el panfleto digital de Jonah Jameson, donde mantiene su rol como «la analógica». Incluso tiene amigas y todo. Ya incluso se puede empezar a plantear la idea de pensar en una relación sentimental. Pero en la exposición de Tesoros Perdidos de Corea en el MET ha venido la Manyeo, una antigua bruja que drena años a sus víctimas cual vampiro energético. Y Cindy se siente tan ajena de las criaturas ancestrales del país del que proviene su familia como de los influencers que plagan las redes que han surgido durante su encierro en el búnker.

En esta historia se dejan caer varias ideas interesantes que complementan a la trama de acción. Por un lado, está el distanciamiento que la protagonista siente por la cultura coreana. Tanto Cindy como sus padres nacieron ya en América, con lo que nuestra protagonista esta al menos a dos generaciones de Corea, y se siente tan distanciada de la cultura de la que proviene como culpable por estar alejada de ella, una reacción habitual en los descendientes de emigrantes. Y también es interesante la reflexión sobre la relación entre los influencers y sus seguidores y la comparación con otro tipo de líderes de tiempos pasados.

Como personaje invitado en esta ocasión tenemos a Luna Snow, una superheroina coreana aparecida originalmente en el videojuego Marvel Future Fight y que debuta en el cómic en la miniserie de Agentes de Atlas relacionada con La guerra de los reinos. En su identidad civil, en un nada sorprendente giro de los acontecimientos, es una idol de K-Pop.

Aunque la publicación como tomo 2 de esta serie deje claro que esta sucesión de miniseries es una colección única -publicada en tandas separadas para ir tanteando el mercado-, el tono de Peligros y amenazas y el de La era de la bruja son totalmente diferentes. En la primera entrega, Maurene Goo se esforzó en integrar al personaje en el cosmos de la editorial, con villanos clásicos de Spiderman, personajes secundarios de Factor X y un Jonah Jameson  en una de las mejores representaciones del personaje que hemos visto en los últimos años. En este segundo tomo tenemos una nueva escritora, Emily Kim, que toma una dirección diametralmente opuesta para Cindy Moon: en lugar de centrarse en su faceta superheroica, pone el foco de la historia en la herencia coreana del personaje, pasando el Universo Marvel a un segundo plano. Tranquilos, Jonah sigue presente. Emily Kim, por cierto, viene del mundo televisivo: forma parte del equipo de escritores de la secuela/reboot de la serie Quantum Leap y es la hija del Albert Kim, showrunner de la futura adaptación a serie de imagen real de Avatar: la leyanda de Aang. Parece que en Marvel han quedado contentos con el trabajo de esta escritora: tras La era de la bruja le han encargado Tiger Division (donde retoma al personaje de Luna Snow), la nueva serie de Ghost Spider, que retoma la cabecera de Spider-Gwen, y una nueva miniserie de Seda que verá la luz en el mes de mayo.

Al dibujo nos encontramos con una total continuidad con la miniserie anterior: se mantiene a Takeshi Miyazawa como ilustrador, y hace un trabajo espectacular. Si bien el guion de Emily Kim puede no estar en la línea de intereses de los lectores de cómic superheroico tradicional (aunque se abra argumentalmente a un público nuevo), el arte de Miyazawa es directamente espectacular. Mantiene las líneas de dinamismo en las escenas de acción y de expresividad emocional en las de diálogo, y es un artista perfecto para una serie de estas características. Más aún, si algún día los señores editores de la franquicia arácnida deciden poner a Miyazawa como dibujante principal en Amazins Spider-Man, contarán con todo mi apoyo. Es un dibujante demasiado bueno para estar desaprovechado en series menores.

Aunque se mantiene la apariencia visual con la serie anterior, La era de la bruja marca un nuevo camino para el personaje, orientado más hacia el lector interesado en la cultura coreana que al habituado al género superheroico. Aún así, es una lectura disfrutable, más por el buen hacer de un Takeshi Miyazawa en estado de gracia que por una historia que no pasa de correcta.