Hablar de Saqueo , la última obra del autor suizo Frederik Peeters editada por Astiberri en nuestro país, no es tarea fácil. Con una obra tan apasionante como Oleg , recién editada, Peeters da un giro de 180º y vuelve a sorprendernos con un cambio radical en su intención narrativa, en la forma y en el mensaje que quiere hacer llegar al lector. Y es que Saqueo anda a medio camino entre el ejercicio de purga del subconsciente del autor y un experimento narrativo que puede volarnos la cabeza, tanto para bien como para mal.
¿De qué va esta obra? Pues tampoco es fácil de explicar. Nos hace acompañara un misterioso ser amarillo fosforito a lo largo del tiempo y el espacio, en un ejercicio de crítica de la sociedad y de su innegable capacidad autodestructiva. Pero ojo, la obra no tiene una línea argumental, sino que tiene una narrativa tendiente a lo experimental. De hecho, es dudoso incluso calificarlo como cómic, dado que está realizado entero en forma de splash pages en formato horizontal sin ningún texto. Y la relación entre una escena y otra, en la gran mayoría de las ocasiones entraría en lo que Scott McCloud catalogaba como transiciones non sequitur.
Pero sí tiene páginas que, a pesar de constar de una sola viñeta, contienen una narración continua, ya sabéis, esas páginas en las que se ve al mismo personaje moviéndose o realizando una acción que se podría haber mostrado en varias viñetas. Además, algunas páginas se mantienen en la misma escena y, por tanto, narración. El propio Peeters prologa con bastante acierto la obra, y explica cuál ha sido el motivo que le impulsó a realizarla y cuáles son sus principales influencias.
Porque Saqueo tiene esos elementos de autocrítica del ser humano, pero también es un ejercicio de exteriorización del mundo interior del autor. Se deja llevar por todo lo que le ha influido artísticamente a lo largo de su vida, pero especialmente en los últimos meses. Habla de La caída de los condenados , de Rubens, o de su reciente viaje por África… y todo eso se ve perfectamente en algún momento concreto de la obra. Entremezclado, sacado de su contexto original, apareciendo como todo en esta obra, de manera orgánica.
Se pueden analizar las influencias, el ejercicio de exhibición que hace al respecto, y aún así, lo más llamativo seguirá siendo ese tono de autocrítica del ser humano. En Saqueo vemos críticas a la relación del hombre con los animales, a los dictadores, a la pulsión hacia el jolgorio sin importar que se esté derrumbando el mundo a nuestro alrededor (algo que hoy más que nunca está vigente), a la distribución de riqueza, hasta a las redes sociales con ese pajarito de Twitter sobrevolando los cielos…
Y todo realizado con esa maestría de Peeters con un trazo limpio, y unas páginas en las que es imposible no detenerse a apreciar cada mínimo detalle. Son páginas muy cargadas de información, y que precisan de un procesamiento, para intentar averiguar qué quiere mostrar su autor en ellas. Aunque, a decir verdad, incluso ignorando esa lectura entre líneas, Saqueo es una obra que merece la pena aunque sea como un artbook del suizo. Algunas de ellas son verdaderamente fabulosas, con un poder de evocación como pocos autores pueden conseguir.
En definitiva, Saqueo es un ejercicio experimental que igual que puede impresionar puede dejar indiferente a algún lector que no consiga captar el mensaje y verlo como una recopilación de ilustraciones. Pero creo que el prólogo del autor y, sobre todo, ese listado de cada uno de los autores que han tenido influencia en esta obra, aportan un matiz de juego a este cómic, en el que el lector puede intentar ver dónde se encuentra cada una de ellas. Son unas 150, así que dan para rato, aviso… Si os gusta el cómic experimental CON sentido, y no una mera acumulación de escenas abstractas yuxtapuestas, en Saqueo vais a encontrar la traslación del mundo interior del artista acompañado de una feroz crítica al poder autodestructivo del ser humano. Si además me lo acompañas del dibujo de un maestro como es Frederik Peeters, no puedo más que recomendaros esta obra, eso sí, sabiendo lo que os vais a encontrar.
Lo mejor: Algunas páginas son maravillosas. El poder de evocación de la obra. La feroz crítica. Es un cómic que se acerca a lo abstracto… pero se entiende.
Lo peor: Si el motivo fundamental de vuestras lecturas es pasar un buen rato sin forzar demasiado la cabeza, buscad en otra dirección.