Cuando Steve Rogers dejó de ser el Capitán América, eligió a su viejo socio El Halcón para sustituirlo. Pero Sam Wilson no es Steve. La opinión pública no está de su lado y el destino le colocará en una de las situaciones más complejas que haya vivido jamás.
Cuando Steve Rogers perdió los efectos del suero del supersoldado, envejeció repentinamente todo lo que no había envejecido gracias a él. Sin embargo, pese a tener los rasgos de un anciano, ya quisieran muchos hombres con cincuenta años menos estar en su misma forma física. Aun así, no estaba en condiciones de seguir ostentando el cargo de Capitán América, así que le pasó el testigo (junto con el escudo y el uniforme de las barras y estrellas) a su amigo y socio Sam Wilson, El Halcón, con quien incluso compartió cabecera allá por los años setenta. No era la primera vez que otra persona portaba el escudo del capi: ya lo hizo Bucky Barnes tras la (breve) muerte de Steve Rogers, pero ahora las consecuencias sociopolíticas en una nación tan polarizada como la de EEUU serán más visibles. Sobre todo cuando Sam Wilson tomé partido políticamente, algo que Steve nunca hizo, sobre algunas situaciones peliagudas.
Muchos recordamos el embrollo en el que se metió Steve Rogers cuando se presentó a las elecciones para ser Presidente de los EEUU, en la legendaria etapa de Roger Stern y John Byrne. Y también recordamos qué pasó cuando Steve dejó de creer en el Gobierno de su país y se convirtió en el hombre sin patria, Nómada. De modo que aquellos que ven al Capitán América como un símbolo del imperalismo yanqui, o lo identifican con ideales de ultraderecha, no podrían estar más equivocados. Pero Sam Wilson lleva los valores del Capitán América un poco demasiado lejos, y las ideas que él creía correctas se encuentran con argumentos bastante sólidos del otro lado. En esta encrucijada le mete el guionista Nick Spencer (Asombroso Spiderman, The Fix), que junto al dibujante murciano Daniel Acuña (Pantera Negra, Imposibles Vengadores) mete al nuevo Capitán América, Sam Wilson, en medio de un entramado de conspiraciones de las altas esferas, que engloban tráfico de inmigrantes mexicanos, experimentos genéticos, organizaciones supremacistas y el capitalismo desbocado.
No vamos a destripar todo el argumento de esta primera parte del tomo, en un arco de seis números titulado Este no es mi Capitán América, pero si anda metida en medio la Sociedad Serpiente, ahora conocida como Soluciones Serpiente, el nostálgico viaje al pasado está asegurado. Además, en un guiño al pasado setentero del Halcón, tenemos como invitada especial a su ahora amiga, ahora amante Misty Knight, con su inconfundible peinado afro. Los que hemos estado un tiempo desconectados de las aventuras del Halcón nos hemos quedado bastante sorprendidos ante sus poderes de comunicarse telepáticamente con TODAS las aves del planeta (¿esto fue así siempre? ¿y no se marea?), o el hecho de que Ala Roja fuera infectado por un vampiro, y ahora sea un halcón vampírico, con superfuerza y un grito sónico. Imagino que habría que dar alguna explicación a su longevidad, teniendo en cuenta que la esperanza de vida de un halcón está entre los 15 y los 20 años, pero lo del vampiro me parece saltar un poco el tiburón. Pero estoy divagando…
A lo largo de este primer arco argumental, que ocupa los números 1 al 6 de la colección Sam Wilson: Captain America, Acuña se ve ayudado a los lápices por dibujantes invitados como Mike Choi (X-23: Target X), Paul Renaud (Secret Wars, Vengadores/Defensores: Tarot) y Joe Bennett (Los Defensores, Aquaman), ninguno de los cuales, en mi opinión, está a la altura del artista murciano (¿a nadie más le hace gracia el hecho de que alguien nacido en Águilas esté dibujando al Halcón?). Personalmente, siento debilidad por el estilo de dibujo y, sobre todo, el tratamiento de color de Acuña. Pese a que haya quien le pueda con Phil Noto, para mí es muy superior a éste.
Tras esta trepidante aventura nos metemos en otra que empieza de una manera de lo más intrigante, al estilo de series de televisión como Twin Peaks, El Prisionero o la más reciente Wayward Pines. Un joven aparece en un idílico pueblecito de montaña llamado Pleasant Hill (atentos a la pista), sin recuerdos de su vida pasada o de su propio nombre, y tras varios intentos de escapar del pueblo acaba por acomodarse a él. Por supuesto, sabemos que nada allí es lo que parece, y es que estando Maria Hill y SHIELD detrás de todo (¿os acordáis de la pista?), imaginamos que puede ser de todo menos transparente. El Capitán América Sam Wilson, el Soldado de Invierno y Steve Rogers investigarán este aparentemente bucólico enclave donde se ocultan fragmentos de un cubo cósmico, supercriminales y muchos más secretos. Se trata de una historia que, además de ocupar los números 7 y 8 de la serie regular, también se extendió a lo largo de 3 one-shots llamados Avengers Standoff y publicados paralelamente. Para este arco argumental llamado precisamente Punto Muerto, Spencer se rodeó de dibujantes de la talla de Mark Bagley (Thunderbolts, Spiderman: Triunfo y Tragedia), Jesus Sáiz (Liga de la Justicia: La guerra de la Trinidad) y Ángel Unzueta (Ravencroft: Instituto psiquiátrico para criminales, Cara de ángel), además de volver a sacar al campo a Daniel Acuña y Paul Renaud.
Esta historia bebe muchísimo de las series de televisión de intriga anteriormente mencionadas (especialmente Wayward Pines, que se estrenó en televisión justo un año antes de que el primer número de este arco se publicara), con lo que muchos de los lectores de la época estaban sobre aviso de lo que escondía el pueblo de Pleasant Hill. El elemento sorpresa se diluye, el WTF de lo que está pasando ahí nos coge con la guardia levantada, y la aparición de oh, chorprecha, ciertos personajes apenas nos hace arquear una ceja con interés. Sí, es cierto que si no has visto dicha serie televisiva de 2015 (tiempo has tenido), la revelación de lo que oculta el pueblo te pilla de imprevisto, pero yo tuve la desgracia fortuna de leer también el libro en que se basa, de modo que este Punto Muerto no ha pasado de ser para mí una curiosa anécdota intrascendente. El número 7 de esta colección celebra, además, los 75 años del Capitán América, así que además de contar con portadas de excepción a cargo del maravilloso Alex Ross, también incluye historias cortas como Presentación, a cargo de Joss Whedon (Astonishing X-Men, Runaways) y John Cassaday (Astonishing X-Men, Planetary), Atrápame si puedes, de Tim Sale (Catwoman: Si vas a Roma, Hulk: Gris) y Pas de deux, de Greg Rucka (La vieja guardia, Lazarus) y Mike Perkins (Matanza, Apocalipsis de Stephen King).
Este Sam Wilson: Capitán América de Nick Spencer da lo que promete: acción a raudales, un par de buenas historias de intriga y abundantes dosis de humor, aunque muy mal dosificado, y en boca de personajes que se salen completamente de su papel (¿Maria Hill soltando chistes? ¿Desde cuándo?). Cuenta con apariciones de abundantes personajes, como los Vengadores y los Campeones, y las páginas de Daniel Acuña son de verdadero escándalo. Tal vez no sea una etapa que vaya a pasar a la posteridad, pero si queréis un tebeo entretenido que combine a los superhéroes de la nueva generación con el gusto por los villanos clásicos, es una buena elección.