Algunos conocimos a Lorena Canottiere por su Verdad , obra editada igualmente por Liana en 2020. Con un estilo muy peculiar de lápices y un uso del color a base de tricomías, apoyado en el uso de texturas digitales y coloreado con pincel seco, cuando lees una de sus obras, es inmediatamente reconocible el estilo de esta autora italiana. Si Verdad  se aproximaba a la búsqueda de la justicia en una historia ambientada en la Guerra Civil española, Salvo imprevistos , su última obra publicada en España por Liana Editorial nos plantea cuatro historias paralelas que hablan de algún modo sobre la pérdida.

Hablan de la pérdida de Katherine (Mansfield) de su hermano en la guerra. Mantiene conversaciones ficticias con él a modo de intentar sanar sus heridas. Hablan de la pérdida de Liam, un astrofísico que acaba de ser abandonado por su mujer, harta de ser segundo plato de un hombre que prefiere a su trabajo antes que a ella. Habla de la pérdida de Marzia, aunque más que pérdida es la ausencia de un sitio en el mundo. Esta joven hacker autodidacta no acaba de encontrar su propia identidad. Y habla de la pérdida de humanidad de Rocío, una inteligencia artificial que vigila la casa de su dueño, intentando entender cosas de humanos.

Canottiere alterna las cuatro historias, y lo hace aportándole a cada una de ellas su propia paleta de colores. Así, la de Rocío es casi un bitono amarillo y lila, con una trama de punteado simulando el efecto de granulado de vídeo; la de Katherine alterna azul, amarillo y verde; Liam vive en un mundo azul, rojo y rosa; mientras que la historia de Marzia se mueve entre el lila, rosa y amarillo.

Pero lo más interesante de esta obra es cómo la autora va contando esas cuatro historias, separadas en tiempo y lugar, de personas/inteligencias artificiales a las que les falta algo, con un tono nada paternalista ni edulcorado, de personas que intentan seguir adelante con sus vidas. Historias impregnadas de tristeza y de soledad, incluso cuando tienen mucha gente a su alrededor. Personajes con los que es difícil no empatizar, incluso con Rocío, a pesar de su falta de humanidad.

Tal vez la historia que más impacte sea la de Marzia, porque es una adolescente y porque tal vez sea la que más perdida se encuentre de los cuatro. Con una madre que no le presta demasiada atención y una hermana con la que choca continuamente, encuentra en la fotografía su salvavidas. El hecho de moverse en el terreno de la ilegalidad hace que sea a la única a la que podemos llegar a ver en peligro y consigue que empaticemos más con ella, sobre todo porque ella ni se inmuta por todo lo que sucede a su alrededor… salvo que pueda fotografiarse.

En definitiva, Salvo imprevistos  es una de esas novelas gráficas cuya lectura proporciona paz. Una reflexión sobre la pérdida o ausencia, sobre la recuperación, barnizado con un tono poético con continuas referencias a la obra de Mansfield y por un estilo gráfico muy personal que consigue despertar curiosidad por descifrar sus códigos. Un desenlace bien dirigido en el que el color, las técnicas de dibujo y las tramas se entremezclan con habilidad y buen gusto. Si con Verdad  ganó el Grand Prix Artemisia en 2018, Salvo imprevistos  le ha proporcionado una nueva nominación a dicho premio en Francia en 2020.

Lo mejor: La tranquilidad que transmite. La resolución de la historia, gráficamente. El contraste entre la fragilidad y la independencia que transmite el personaje de Marzia.

Lo peor: Si no te gustan las historias intimistas sin acción, esta obra no es para ti.