Cuando uno echa un vistazo a la portada de este primer integral de la serie de Delcourt Saint-Elme, ya recibe una sensación llamativa, con esa figura de un tipo aparentemente herido sobre un fondo coloreado de un rojo muy intenso. Es un primer aviso de lo que nos espera en una serie que formó parte de la selección oficial en el Festival de Angoulême en 2022 y que viene avalada por su equipo artístico, el mismo que nos trajera hace años El hombre garabateado. Me estoy refiriendo a Serge Lehman y Frederik Peeters, que dan un giro con respecto a su anterior obra juntos y nos traen ahora una serie de género negro con tintes sobrenaturales. La edición de Astiberri contiene los dos primeros libros de la serie que, en Francia, ya ha visto publicado un tercero hace unos meses y se espera que continúe en 2023. Inicialmente estaba prevista como una obra de cinco tomos, aunque a saber si el éxito de crítica y público no acaba alargando un poco más la extensión.
Estos dos primeros libros que componen la edición integral de Astiberri nos ofrecen un somero vistazo a la fauna que habita en la pequeña población de Sain-Elme. El hilo conductor lo lleva Franck Sangaré, un detective que investiga la desaparición de un hombre cuya madre le ha contratado para que averigüe más datos sobre su paradero. Pero, al mismo tiempo que Franck, iremos conociendo a los peculiares habitantes de un pueblo con uno de los manantiales más grandes de agua dulce y con una familia que controla todo lo que sucede en su pueblo y en especial por dónde se mueve el dinero.
La primera comparación que a uno se le viene a la mente cuando comienza a leer esta obra es la serie de TV de David Lynch Twin Peaks. La peculiaridad de los habitantes, el pequeño pueblo de montaña, la familia adinerada que controla todo y se esfuerza por evitar que ningún asunto turbio pueda ensuciar su nombre y reputación, el detective pintoresco… y un tono más cercano a lo sobrenatural. En la información de la propia editorial se incluyen varias referencias de prensa extranjera en las que se cataloga como obra cercano a lo absurdo, y tal vez sea por esa inercia comparativa con Twin Peaks, aunque insisto en que más que absurdo son personajes muy polarizados, extravagantes y alguna referencia que pueda hacer pensar en algo sobrenatural, desde el personaje que «habla solo», el huraño pastor con una quemadura en la pierna, a ese misterioso niño que va dejando un símbolo pintado con sangre allá por donde pasa.
En todo caso, incluso siendo este primer libro una presentación a modo de foto de la población y una visión global de todo este reparto tan coral que protagoniza la serie, tiene un guion que no acaba de desconcertar al lector, no da cabida a que se pierda entre tanto personaje y lo que sí hace es dejar muchas incógnitas que estaremos deseando ir despejando a cada página que pasa. Y es que este tomo deja con ganas, con muchas ganas, de saber cómo continúa la historia y quiénes son algunos de sus personajes y lo que les rodea. En ese sentido la atmósfera que genera es absolutamente absorbente y funciona como una bala.
Pero gran parte de la culpa de que esta obra sea tan magnética y genere las sensaciones que genera la tiene Frederik Peeters, especialmente en una faceta en la que no estamos tan acostumbrados a verle: la de colorista. Sí, el dibujo cuenta con unos diseños de página que sorprenden, un nivel de detalle en las tintas que te hace que la historia te envuelva por completo, y un uso de perspectivas en algunas viñetas que distan de ser un mero lucimiento y que dejan una impresión tan efectiva como premeditada. Pero el color es un punto y a parte. Como decía al principio de la reseña, en la propia portada se avanza lo que nos vamos a encontrar, que no es otra cosa que unos colores sumamente intensos, muy satinados, con una paleta inusual que, siendo sinceros, el primer efecto que puede producir es precisamente el de rechazo. Pero a medida que vas avanzando en la lectura te das cuenta de que es un efecto buscado por Peeters, y que consigue precisamente tener al lector inconscientemente incómodo y tenso, algo que influye en gran medida en la manera de vivir la historia que estamos leyendo.
En definitiva, Saint-Elme. Integral tomo 1 tiene un problema muy serio… el saber que probablemente tengamos que esperar, como mínimo, a finales de 2023 para poder continuar la lectura. Una obra policíaca en torno a una familia influyente y sus tejemanejes dentro de un pequeño pueblo con recursos para ser de las zonas más ricas del país, narrada con inteligencia, y con un dibujo y color que te empujan de lleno a la atmósfera planificada por sus autores. Un crisol de personajes peculiares y misterios por resolver que consiguen una de las lecturas más gratificantes de lo que llevamos de año.
Lo mejor: La atmósfera conseguida. A pesar de las referencias que se nos puedan venir a la mente, tiene una personalidad muy potente. El uso del color por parte de Peeters.
Lo peor: La espera hasta la continuación/conclusión de la historia.