Sólo echando un vistazo a la portada de Sábanas uno se da cuenta de que estamos ante otra de esas obras de La Cúpula que sabes van a dejar poso. Con ese primer vistazo uno se retrotrae a Cuéntalo, a El beso número 8, a Piruetas… Y es que no andaríamos desencaminados con esa primera impresión, porque esta obra tiene mucho de esas otras: una protagonista adolescente, problemas de integración y una losa que cuesta sobrellevar con tan poca madurez. Pero también tiene en común una autora con sensibilidad, capaz de contar la historia con un ritmo perfecto y la habilidad para hablar de temas delicados sin caer en la ñoñería ni abusar del drama.

En esta obra conoceremos a Marjorie, una chica de trece años que tiene que hacerse cargo de la lavandería familiar a la vez que cumple con sus obligaciones académicas. La chica no es precisamente la más popular de su clase, y además sufre el acoso de un desagradable empresario que quiere sustituir la lavandería por un spa y escuela de yoga. Si las cosas no fueran suficientemente difíciles para ella, tendrá que afrontar también las visitas de un fantasma a la lavandería, una de las cosas que más odia Marjorie…

He leído muchos comentarios sobre que la obra gira en torno al duelo, y eso predispuso mi lectura haciendo que esperase algo bastante diferente. No mienten los que dicen eso, aunque no es una obra que esté dirigida por la pérdida, sino que nos muestra más bien la madurez acelerada que sufre la protagonista, teniendo que hacerse cargo de su hermano menor y, en parte, de su padre, sin descuidar el negocio familiar y las propias dificultades de una adolescente, tanto en el tema social (con las típicas «bullies» de este tipo de obras) como estrictamente académico.

Brenna Thummler, a quien en España conocemos por su Ana de las tejas verdes, nos describe la historia en dos líneas paralelas: la propia de Marjorie de quien ya hemos hablado, pero también la de Wendell, un pequeño fantasma que se arriesga a los castigos por incumplir la ley de los fantasmas interactuando con el mundo de los vivos. Y la autora lo hace con mucha inteligencia, porque nos muestra a esa adolescente con vida de adulta en contraposición con la de un fantasma que actúa más como un niño que la propia Marj. Plantea un conflicto muy evidente como es el de la amenaza de pérdida del negocio familiar y el de la falta de empatía con una niña que soporta una responsabilidad que no le corresponde, y además incluye el factor sobrenatural. Así, disimula muy bien el que creo que es el motivo fundamental de esta obra que es, no tanto el duelo como la añoranza. Diríamos más bien que Marj se encuentra terminando la fase de aceptación del duelo y tiene que sobrellevar la nostalgia a pesar de haber asumido con creces ya la situación.

El dibujo es igualmente el habitual de este tipo de novelas gráficas, con un estilo que no busca tanto la fidelidad formal sino que se centra en la expresividad de los personajes, y que sí me ha sorprendido por la minuciosidad en cuanto a detalles de fondos y texturas que no son tan habituales en este, podríamos llamar, subgénero. El uso del color es otra de las cosas más llamativas que tiene al hojear el libro, puesto que si seguimos comparando con otras obras de este corte, suelen ser en blanco y negro o con una paleta muy reducida, mientras que aquí predominan los azules y rosas pero es mucho más policromática que otras. Además, alterna muy bien los estilos y paletas para diferenciar las dos dimensiones (fantasmal y real), consiguiendo un efecto interesante.

En definitiva, Sábanas es una obra que para el consumidor habitual de los títulos de La Cúpula, tal vez pueda no suponer una obra innovadora en cuanto a temática, pero que sin duda tampoco va a decepcionarlo. La obra está tan bien escrita, planificada y dibujada que va a proporcionar una lectura absolutamente satisfactoria. Si, por el contrario, te estás acercando a este tipo de lectura por primera vez, es uno de esos títulos que van a engancharte y, probablemente, animar a recuperar algunos de los títulos citados en esta reseña. Tiene un ritmo y una sensibilidad que te hacen empatizar mucho con los personajes y con el mensaje que busca transmitir. Bienvenidas más obras como esta…

Lo mejor: La sensibilidad con la que está realizada. Cómo esconde el verdadero mensaje de la obra, de manera muy inteligente. El color.

Lo peor: Si no te gustan los cómics costumbristas de adolescentes con sus problemas, este no te va a cambiar la opinión.