Desde que Rainbow Rowell se hiciera cargo de los Runaways, les ha dado un nuevo horizonte más allá del se veía con sus creadores, Vaughan y Alphona, pero sin necesidad de virar el rumbo. Tras fijar el nuevo destino aún más lejos, sus esfuerzos se han centrado en preparar a nuestros personajes con lo necesario para poder afrontarlo e incluso darles un último enfrentamiento con su pasado. Con Runaways 4: Pero no puedes esconderte deberíamos entrar en velocidad crucero en este nuevo viaje.
Runaways 4: Pero no puedes esconderte sería entonces a priori un avance de lo que nos va a deparar esta serie a medio plazo, así que veamos lo que nos ofrece: Molly entrando en crisis preadolescente, un triángulo amoroso, Chase superado por su condición de cabeza de familia, montones de demonios personales, problemas del primer mundo y algún que otro escarceo con lo superheroico muy de refilón y siempre con un giro muy personal.
¿Y dónde está nuestra gran historia? Después de demostrarnos que han entendido los personajes como nadie lo había hecho desde sus inicios, después tomarse tres tomos para redondear la idea como nadie había conseguido, ¿dónde va a llevarnos esta serie ahora? ¿Dónde está la gran historia para la que nos estaban preparando? La respuesta es “¿a quién le importa?”
Por si no nos lo habían dejado claro antes, en Runaways 4: Pero no puedes esconderte no hay una historia que guíe a los personajes. Hay unos personajes que guían la historia. ¿Qué más me da si no se pegan con el villano de turno, si no van al espacio, se ven metidos en una gran conspiración o sus destinos no cambian para siempre el universo Marvel? Rowell ha hecho algo más mucho difícil: conseguir que estos personajes nos importen tanto como para que lo que les sucede, hasta lo más trivial, nos suscite más interés que una gran epopeya superheroica.
Y no sólo por el momento en el que estábamos, Runaways 4: Pero no puedes esconderte tenía toda la pinta de punto de inflexión. Había un segundo motivo y es que perdemos ya del todo a Kris Anka, quien iniciara esta andadura con Rowell. Y la respuesta es la misma, aquí tampoco vemos ese gran cambio, ya que el uruguayo Andrés Genolet hace un esfuerzo por continuar en la senda de Kris Anka y aunque quizá haya ciertos cambios en la puesta en escena y podamos ver un trazo incluso aún más sintético que el de Anka, la coherencia gráfica de la serie no se ve afectada por el cambio de dibujante. Contra todo pronóstico, ni el hecho de tener cuatro coloristas distintos en 6 números hace demasiada mella en la identidad visual de la serie.
Así pues en Runaways 4: Pero no puedes esconderte todo continúa como hasta ahora y eso es una gran noticia cuando terminamos en plenísima forma el segundo año de una de las mejores series Marvel del momento.