Tal como comentamos, no deja de ser curioso que John Arcudi, James Harren y Dave Stewart, el trío creador de Rumble, provenga del universo Hellboy. Para cuando llegamos a este fin de ciclo que marca Rumble 3. Cáscara Inmortal y pese a que podríamos encontrar igual número de diferencias, no dejan de ser pocas las semejanzas de las aventuras de Rathraq y sus compinches con las del demonio rojo.
Repasemos: ambos son tebeos de estética oscura donde las mitologías primigenias tienen mucho que decir. Pese a su ambientación con tintes de terror, ambos se enfocan en la acción arrolladora y no están exentos de un cierto toque de humor. Ambos basan su peso en la potencia de un dibujante de estilo tan personal como poderoso. En los dos títulos las luchas de monstruos se llevan el primer plano que hace pasar casi desapercibida una trama con multitud de jugadores coreografiada sin aspavientos, pero con solidez. Pero sobre todo, ambos son dos tebeos donde el disfrute más puro y sin complejos son el objeto primordial.
Rumble 3. Cáscara Inmortal nos deja el final de la primera serie de Rumble en su país de origen. Casi desde el inicio del tomo, cada subtrama da un vuelco que nos dejará ver el camino hacia una desembocadura común que, como no podía ser de otro modo, terminará en una gran batalla. Rathraq y los suyos, por un lado, La Reina Xotlaha y los Esu, por otro, y un tercer jugador con un arma que podría desequilibrar la balanza enfrentarán sin que sepamos muy bien cual es el lado de lado he´roes si es que realmente existe tal cosa en Rumble.
John Arcudi tiene la extraña manía de verse involucrado en proyectos de franquicia o bien de hacerse acompañar de dibujantes que eclipsarían a casi cualquier guionista que los acompañe. Tal vez por eso el nombre de Arcudi no tenga su justo lugar en el estrellato. Pero tenemos que este escritor de Norwalk es por ejemplo el responsable tras AIDP, la que tal vez sea la mejor serie del universo Hellboy. Arcudi parece haberse convertido en un experto en darnos planteamientos que se plantean comedidos, que crecen sin que nos demos cuenta y sin ruido, con solvencia y solidez.
Tal vez lo que más echamos en falta en Arcudi es ese sello personal, ese puñetazo en la mesa que te dice que este guion lo ha escrito él y es casualmente esta discreción de modos la guinda del pastel de su profesionalidad y lo que lo convierte en el escritor idóneo para un dibujante como James Harren. En una era de guionistas no es común dar con uno de esos dibujantes que te roban el tebeo. Puede que al abrigo del mignolaverso Harren no se mostrara al gran público con la contundencia que sin duda tiene, pero es que la franquicia Mignola tienen ese extraño poder de hacer que dibujar como los dioses parezca lo normal. Con nombres como Guy Davis, los hermanos Gabriel Bá y Fábio Moon, los hermanos Fiumara, Tonci Zonjic, Duncan Fegredo, el legendario Richard Corben o el mismo Mike Mignola, no sorprende que un dibujantazo como Harren pasara como uno más. Pero cuando asoma la cabeza en series como Thor o Conan, ni Brian Wood ni Jason Aaron son capaces de hacer sombra a esta fuerza de la naturaleza. Harren abraza los recursos más tradicionales como las líneas cinéticas o las onomatopeyas y no sólo no restan un ápice de fuerza sino que consigue sus especulares puestas en escena se muevan con mayor ímpetu aún.
Pese a que su sustituto en el siguiente tomo será David Rubín, que no anda cojo en personalidad y solvencia, Harren se lo ha puesto tremendamente complicado. En Rumble 3. Cáscara Inmortal no es que el espectáculo visual lleve las riendas de la historia, es que directamente las suelta para que avance desbocada, tan sólo contenida por ese maestro susurrador de bestias llamado John Arcudi que en segundo plano marca la dirección de uno de los tebeos más rotundos que han surgido en los últimos años.