Es la hora de las tortas!!!

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Royal City 3. Y seguimos a flote

Royal City 3. Y seguimos a flote
Guion
Jeff Lemire.
Dibujo
Jeff Lemire.
Formato
Cartoné, 120 págs, color.
Precio
18€.
Editorial
Astiberri. 2020.
Edición original
Royal City #11-14 (Image).

La historia de la familia Pike llega a su fin. Royal City 3. Y seguimos a flote, editado por Astiberri, incluye los últimos cuatro números de esta serie limitada con la que Jeff Lemire nos ha vuelto a asombrar y a regalar un torrente de emociones encerradas en un envase con el dosificador perfecto. Una conclusión para la historia en la que vamos a ver justamente cómo cada miembro de la familia llega a su destino, después de muchos años vagando perdidos por la vida, siendo esta Royal City, una pequeña población que sirve de retorcida zona de confort para una familia hecha pedazos.

En estos último cuatro números vamos a conocer a Olive, la sobrina de Patrick, quien recibe a su esposa en el aeropuerto tras volver para resolver hacia dónde se dirige su matrimonio. Richie toca fondo. Tara intenta ayudar a Richie. Peter se despierta del coma y se sincera con Patti. Y Tommy sigue encarnando la conciencia de cada uno de sus familiares, sus demonios a la vez que su salvación. Porque solo él puede salvarlos…


Hay quien dice que Lemire cuenta siempre la misma historia. Y es cierto que gran parte de sus obras más intimistas tienen mucho en común: desde esas poblaciones pequeñas de una Estados Unidos rural y sureña, poco abierta, y que ya hemos visto en Essex County o la propia Black Hammer; hasta ese toque que se mueve entre lo sobrenatural, lo onírico y la simbología que ya hemos visto también en Gideon Falls, Sweet Tooth o Trillium; pero sobre todo a la familia, especialmente la desestructurada, como nuevamente en Black Hammer (aunque no sean familia cumplen el mismo papel), Doctor Star o Un tipo duro. Pero lo mismo se podría decir de Stephen King, y no por eso sus obras carecen de calidad y son absolutamente disfrutables de principio a fin.

Puede que Royal City tenga mucho de otras de sus obras, pero su extensión tan contenida y su perfecta caracterización de personajes la sube al top de las mejores obras del autor canadiense. Tommy se convierte en el catalizador de la historia, tanto en su gestación, puesto que su muerte supuso el comienzo del fin de los Pike y de una inercia hacia la autodestrucción y a la disfuncionalidad entre sus miembros, y por tanto es la figura perfecta para representar, para personificar el elemento de redención, esa patada en el suelo que puede despertar de ese letargo que arrastra hacia la infelicidad a Patti, Peter, Patrick, Tara y Richie.


En este último arco argumental de la historia, Lemire apuesta por primerísimos primeros planos en diálogos, en focos que se acercan y alejan a los protagonistas mientras hablan, y brilla especialmente en la escena en la que vemos el flashback de lo que sucedió con la muerte de Tommy, con pocas viñetas, una decoloración de la secuencia en la que solo destaca el color del pelo de Tommy y las ondas de la antena.

Otro punto fuerte de la serie del que no hemos comentado nada antes son las portadas, muy representativas de lo que vamos a ver en el interior de cada número, y con un poder metafórico muy potente. Me gusta especialmente el último número que rompe bastante con el resto de portadas, y es probablemente la única con un toque optimista.

Igualmente es una obra en la que la música tiene bastante peso. El autor tiene desarrollada incluso una lista de Spotify y mi compañero Enrique ya le dedicó un Takoyaki de tebeos a las portadas alternativas y su relación con la música indie noventera.


En definitiva, si disfrutas con el toque intimista de Jeff Lemire, entras en sus historias de familias desestructuradas, Royal City tiene un arco de desarrollo de personajes fantástico, y además, un final relativamente feliz (para que los que andéis un poco depresivos no temáis acabar queriendo cortaros las venas con él si habéis leído los dos primeros tomos). Para mí, Royal City es sin duda una de las obras que más he disfrutado del autor, y deja con ganas de leer más.

Lo mejor: Cierre perfecto para la obra. Lemire opta por una conclusión con trazos de optimismo realista.

Lo peor: Para mí, que se haya acabado.