El Premio Valencia de Novela Gráfica comienza a ser un referente para seguir de cerca a sus premiados. Si en 2020 se alzaba con el premio Temporada de melocotones, y el año siguiente la interesante Un oso en Marruecos, la ganadora de 2022 ha sido Rotunda, de Candela Sierra. La implicación de Miguel Ángel Giner en el jurado conlleva la publicación del ganador bajo el sello Andana Gráfica, como en las cuatro anteriores ediciones. Rotunda habla de la dificultad de conseguir respeto hacia la mujer en determinados entornos laborales, pero sobre todo habla de la España del contrato a dedo, la prevaricación y el nepotismo. Y lo hace con discreción y sin crear grandes conflictos, colocando una cámara silenciosa para que seamos nosotros los lectores los que nos vayamos encendiendo.
Brisa es una joven de pueblo que se muda a una ciudad grande en busca de su independencia laboral. Busca en empresa tras empresa, mientras que subsiste gracias a su trabajo como camarera en un bar… hasta que le llega su oportunidad y entra como escultora para una empresa diseñadora de rotondas. La empresa es dirigida por Delfín, un tipo ineficaz y bastante gañán, que se apoya en el trabajo de sus empleados para dar la cara ante el verdadero dueño del estudio, su padre, que casualmente también es el director de la Dirección General de Tráfico. Brisa intenta no hacer demasiado ruido y por ello se mantiene discreta ante algunas de las irregularidades que presencia, como la preferencia por las opiniones masculinas o el abuso de confianza de algunos clientes.
Siendo una obra que reivindica con firmeza algunos temas como la condescendencia hacia la mujer en profesiones creativas o actitudes machistas en general, y para ser un trabajo de una autora novel, lo hace con suma inteligencia. Habría sido muy fácil mostrar a la protagonista como un personaje que va hinchándose cada vez más hasta que no pudiera aguantar más y explotase, pero deja esa función a cargo del propio lector. Ella actúa con inteligencia, sin dejarse pisar en ningún momento, pero siendo consciente del país en el que vive, y mucho más viendo cómo funciona la empresa a la que ha ido a recalar. Sierra prefiere ir mostrando ese director incompetente, más preocupado por llenar el estudio de plantas (su verdadera afición) que de conseguir contratos, a pesar de que esté convirtiendo aquello en un imán de mosquitos. No le importa cambiar de opinión de un día a otro, mientras que parezca que ha sido por decisión propia y dejando a sus empleados como bobos que no han sabido interpretarle. Por muchos momentos me ha recordado a películas como El Reino, y sobretodo a El buen patrón.
Y para ello recurre a un estilo de dibujo mucho menos sencillo de lo que aparenta, con figuras poco detalladas pero con formas rotundas y tramas de colores vivos con contrastes entre sus ropas que captan la mirada del lector. Me ha recordado un poco a lo que hizo Arnau Sanz en Un fantasma o al uso del color de Brecht Evens con sus acuarelas. Y digo que no es tan sencillo como aparenta porque, al igual que vemos una predominancia de escenas sin fondos ni detalles, cuando quiere nos muestra bonitos paisajes, réplicas fieles de pinturas reales, interesantes composiciones de página o cambios de estilo para escenas concretas, como la escena en flashback realizada solo con el contorno de los personajes con los detalles de color solo en dicho contorno. Aunque reconozco que lo que más me gusta es cómo muestra una gran parte de la acción en segundo plano, sin explicitarlo, y confiando en la inteligencia del lector, para que pueda interpretar lo que está sucediendo sin necesidad de un texto que te señale o explique lo que estás viendo.
Candela Sierra es licenciada en Bellas Artes, y ha completado su formación en localidades tan variopintas como Qúebec, Bruselas, Granada o Angoulême, dedicándose ya de lleno al mundo del cómic y a la docencia. Sin duda, una autora a seguir de cerca.
En definitiva, Rotunda es una obra de una autora novel a la que, como tal, se le podrían buscar defectos, pero sin duda me quedo con la cantidad de temas que trata, con el respeto hacia el lector mostrando los hechos sin necesidad de explicarlos (el del techo de cristal me hizo soltar una carcajada), su valiente propuesta gráfica y un tono nada condescendiente ni agresivo, que busca la concienciación hacia ciertos temas de un modo mucho más efectivo, mostrando realidades que pueden verse en cualquier puesto de trabajo, sin que llamen la atención. Lo mismo que vemos en muchas de las escenas de esta obra. Sin duda, Candela Sierra ha escogido un título inmejorable, porque si tuviera que ponerle un calificativo en una sola palabra en este su debut, no se me ocurre otra mejor que rotunda.
Lo mejor: El tono crítico y reivindicativo sin usar un tono beligerante o agresivo, lo cual me parece mucho más efectivo. Propuesta original y que toca un tema demasiado actual.
Lo peor: Está pasando más desapercibida de lo que merece.