Todos tenemos un Robin preferido. La mayoría te responderá que el suyo es Dick Grayson, y tiene bastante sentido, aunque Dick me parece uno de los personajes más grandes del Universo DC por otro motivo, y es su evolución personal. Empezó como el sidekick de Batman, encontró su propio lugar en los Titanes, y hoy por hoy, Grayson es un personaje que se define por sí mismo, ya sea como Nightwing, como superespía, o por lo que toque en cada momento. Ya no es «el compañero de». En cambio, no creo que el segundo Robin, Jason Todd, sea el preferido de nadie. Ni siquiera tuvo suficiente aprecio popular para salvarle la vida en la encuesta telefónica que fue Una Muerte En La Familia. Su vuelta como Capucha Roja nos ha devuelto a un personaje genérico más duro que masticar piedras, de esos que tienes a un euro la docena, y el único interés, o algo, que tiene en la actualidad es ser el tipo violento de la Batfamilia al que no le importa mancharse las manos. Tim Drake, el tercero, es mi elección personal. Con él, primero definieron al personaje y luego lo convirtieron en Robin. Quizás me ocurra lo mismo que con Wally West, que es el Robin que vi aparecer de la nada en mis primeros tiempos de lector de cómics. Y si pensábamos que Jason Todd no le importaba a nadie, todavía estaba por llegar un Robin más intrascendente todavía, Stephanie Brown.
Y cuando ya parecía que el concepto de Robin estaba desfasado, que no veríamos un quinto Robin (dentro de continuidad, por eso no hablo de Carrie), llegó Grant Morrison a poner patas arriba el entorno de Batman y nos trajo a Damian Wayne. El hijo bocazas, violento y malcriado de Bruce Wayne y Talia Al Ghul llegó como un soplo de aire fresco a un rincón de DC que llevaba mucho tiempo sin una dirección definida, a dar el pistoletazo de salida a una de las más grandes etapas en la historia del Hombre Murciélago.
Y después de la muerte y posterior resurrección del personaje, a tiempo para llegar a la desaparición de su padre tras Final del Juego, nos llegó la segunda serie regular protagonizada por un Robin.
¡Damian Wayne regresa a Gotham City! Tras los acontecimientos de La guerra de los Robin, el joven vigilante encuentra consuelo en el lugar más inesperado: ¡su familia materna! Patrick Gleason se despide de la colección y el equipo creativo formato por Ray Fawkes y Ramón Bachs nos muestran la respuesta a la gran pregunta: ¿Encontrará al fin la redención el hijo del Caballero Oscuro?
Aunque Patrick Gleason no estuviera entre los autores que crearon el personaje, es el dibujante definitivo del mismo. La expresividad de la que le ha dotado el autor residente en Minnesota hace que fuera éste la opción más lógica para ser el artista responsable de la serie regular del personaje. Y así fue en el primer tomo de la misma, siendo además su primer trabajo como guionista. En él, Damian decide que tiene que tiene que expiar los pecados cometidos durante el Año de la Sangre, un año de su vida en el que Talia le sometió a constantes pruebas para convertirlo en el asesino perfecto. A lo largo de seis números, Damian consigue aquí su propia redención, y por el camino se hará con una amiga, Maya Ducard, y con Goliat, un monstruo/mascota/medio de transporte.
Pero se plantea en el horizonte Renacimiento, y Gleason recibe el honor de encargarse de la serie más importante de la editorial, Superman, así que toca cambio de equipo creativo en Hijo de Batman. Y en este segundo tomo de la edición española (tercero, si consideramos La Guerra de los Robin, en el que se incluye el número 7 americano) tenemos la etapa completa del nuevo equipo, formado por Ray Fawkes y Ramón F. Bachs, así como el número de despedida de Gleason.
Sin pretender desmerecer la labor de los nuevos autores, el punto álgido del tomo lo tenemos precisamente en el número 9, el adiós de Pat Gleason al personaje. En él, tenemos un duro momento en el que Damian ve, escondido, a su padre amnésico, que ni siquiera recuerda tener un hijo biológico.
En el resto de la historia, tenemos a Damian enfrentándose a lo más parecido que ha tenido a una némesis en su corta vida, Suren Darga, el heredero juvenil de los Lu’un Darga, una familia de inmortales demoniacos enfrentados a los Al Ghul que controlan un culto de ninjas malvados. Y, a lo largo de esta serie, Damian tendrá que decidir qué quiere ser, en contraposición a lo que todo el mundo espera de él. Su padre, su madre, su clan familiar… todos tienen planes para él, pero nadie parece haberle consultado qué quiere hacer con su vida. Y a lo largo de estos números, Damian decide cuáles son sus vínculos, y qué camino quiere seguir y con quién. Y como él mismo dice, «puedes identificarte con alguien y tener que machacarle igual».
Y a partir de ahora…
Robin: Son Of Batman no seguirá adelante después de Renacimiento, pero tendremos al personaje como protagonista en dos series. De la primera, Teen Titans, ya hemos visto el especial de inicio, a cargo de Benjamin Percy (Green Arrow) y Jonboy Meyers (Spawn, GeNext), en el que Damian recluta de aquella manera a la nueva alineación del grupo, y es un tebeo francamente entretenido. La otra serie en la que veremos a Damian es Super Sons, serie que homenajea a la setentera Saga Of The Super Sons en la que tendremos a Damian compartiendo cabecera con Jonathan Samuel Kent, uno de los personajes más adorables de los últimos años. El primer número de esta serie se espera para 2017.
Los autores
Patrick Gleason empezó su carrera en un número de X-Men Unlimited para Marvel y la serie limitada Noble Causes para Image, pero ha realizado sus trabajos más destacados para DC. Entre ellos, podríamos citar el Aquaman de Will Pfeifer, el relanzamiento de los Green Lantern Corps en la serie limitada Recarga, con guiones de Dave Gibbons y Geoff Johns, así como casi medio centenar de la serie regular derivada de ella. En esta serie coincidió por primera vez con Peter Tomasi, guionista con el que forma un espectacular equipo creativo habitual. Juntos firmaron una memorable etapa en Batman y Robin y son los responsables de la colección regular de Superman, posiblemente la mejor serie que está editando actualmente DC. Y así como son los autores que nos han dado los mejores números de Damian Wayne, también están haciendo un trabajo memorable con Jon Kent. Parece que la dupla Tomasi/Gleason son la elección perfecta para los héroes infantiles de DC.
Ray Fawkes se define en su web como escritor, poeta y pintor. En el mundo del cómic, sus primeros trabajos fueron la serie limitada Mnemovore para Vertigo y la novela gráfica Apocalipstix para Oni Press. Su nombre aparece en varios títulos del entorno de Batman, entre los que podríamos destacar Eterno o Gotham a Medianoche. También se ha dejado ver en la Liga de la Justicia Oscura y en la muy poco inspirada Constantine. Podemos ver sus muy interesantes acuarelas y tintas en su Tumblr.
Ramón F. Bachs es uno de esos autores españoles que, a base de mucho trabajo y talento, ha conseguido hacerse un nombre en el mercado americano. Le conocimos a este lado del Atlántico con obras como Manticore, Saturn Babe o Yinn, y dio el salto a Dark Horse con obras como Joker/Mask o la imprescindible Star Wars: Jedi vs Sith. En los últimos años, le hemos visto en Civil War: Frontline, en Figments 2, de la línea Disney Kingdoms o en Stan Lee’s Soldier Zero de Boom!. Veremos pronto sus lápices en The Accused, uno de los títulos relacionados con Civil War II.
En resumen…
Aún siendo una lectura agradable, este tomo no está al nivel del primero. Por un lado, prescinde de un autor en estado de gracia. Y por otro, se dedica a cerrar tramas de cara al relanzamiento de todo el Universo DC que llegó poco después. Aún así, es una más que disfrutable lectura para los fans de Damian Wayne, entre los que, sin lugar a dudas, me encuentro. Y, ya que estamos, es un gran momento para recomendar la lectura de la mencionada Batman y Robin de Peter Tomasi y Pat Gleason, editada por ECC en doce tomos.