Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Resumen del XXII Salón del Manga de Barcelona

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Esta tarde se clausura el XXII Salón del Manga de Barcelona, un evento que se ha convertido en un punto de encuentro para la comunidad fan del anime, videojuegos, merchandising y la cultura japonesa en general. Y sí, esto también engloba el manga.

Puede que sea la misma queja en otros años, pero es cierto que para llamarse Salón del Manga, éste tiene cada vez menos presencia en el evento. Sí, se celebran los premios del Salón, las editoriales van a presentar sus novedades, y hay autores firmando sus obras. Pero todo esto se queda en una cada vez más aislada parte del Salón, empequeñecida por conciertos, concursos de cosplay, el espacio Espíritu de Japón (sí, interesantísimo, pero con poca relación con el manga excepto el país de origen), las tiendas de juguetes y los videojuegos. Creo que ya sólo el espacio reservado a Nintendo se podrían albergar los stands de todas las editoriales que han asistido.

Es esto una crítica. Sí y no. Es cierto que el fenómeno del manga ha recorrido un largo viaje en los más de 20 años que se llevan publicando estos tebeos en nuestro país (¡tengo en mi casa mangas con más años que la edad media de los asistentes al Salón!), y todos aquéllos que decían que “el manga es una moda” ahora se están comiendo sus palabras con un pellizco de wasabi. Aquéllos tiempos en que sólo Planeta y NORMA publicaban mangas en tomos formato “prestigio” y que se leían de izquierda a derecha (los jóvenes de ahora no se lo terminan de creer) han dejado paso a una eclosión de autores y editoriales españoles que copan las estanterías y los escaparates de las librerías. Pero todo este crecimiento no habría sido posible sin el efecto potenciador del anime y los videojuegos. Cierto es que los mangas de más éxito son los que han venido precedidos / acompañados de una serie de TV o un videojuego. Pensadlo bien: Dragon Ball, Ranma 1/2, Bleach, Naruto, Pokémon…

¿Eso es bueno o es malo? Pues mira, si el éxito de una serie de TV consigue que las editoriales españolas se interesen por una franquicia y acabe publicándose en nuestro país, miel sobre hojuelas. Igualmente, el éxito de una serie / colección / videojuego genera un boom de merchandising, cosplay, fanzines, en un microverso transmedia que se retroalimenta y genera una relación simbiótica, hasta el punto en que con algunos productos dudamos si fue antes el manga o el anime. Pero es malo si todos estos productos relacionados con el manga roban el protagonismo a éste en sus propios eventos.

Sin ir más lejos, en el Salón de este año hay menos espacio destinado al manga (entendido como producto en papel) que al resto de elementos. Los cosplayers de personajes manga son minoría. Llegué a ver a una pareja disfrazada de Jareth y Sarah, de Dentro del Laberinto. Un cosplay precioso y muy trabajado, pero sin relación alguna con el mundo del manga (salvo si contamos la secuela que se hizo de la película, claro). Comentaba el sábado con compañeros de otros medios de información que si a este Salón le quitas las editoriales, las tiendas de cómics y todo lo que sea manga en papel, te queda EXACTAMENTE EL MISMO SALÓN: con aproximadamente el mismo número de asistentes.

Porque al final, el Salón del Manga de Barcelona ya no es tanto un punto de encuentro para los amantes del manga, sino una especie de parque de atracciones para otakus, donde éstos pueden ver a sus cosplays de sus personajes favoritos del anime y los videojuegos, jugar con las videoconsolas Nintendo (gran patrocinador del evento, hasta el punto de poner la palabra YOKAI en el hashtag alternativo del evento en twitter y creando confusión con el “oficial“), ver un combate de lucha libre entre monstruos y comer ramen a las 10 de la mañana.

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Una vez más, el Salón del Manga de Barcelona es visita obligada para el colectivo otaku de este país (ojo, que viene muchísima gente de fuera), pero si el anime y los videojuegos te pillan fuera de juego, es mejor pasar sólo de puntillas y concentrar la atención en otros eventos, más pequeños y humildes, pero con mayor atención a lo que transcurre en las viñetas.