Visiones del fin es una antología de relatos relacionados con el fin de los personajes que protagonizan cada uno de ellos. No os dejéis engañar por la portada. Si uno echa un vistazo a ella puede pensar que se trata de una antología de relatos sobrenaturales relacionados con zombies, krakens, u OVNIs. No todos son así. El factor común de este Visiones del fin es «el momento final». Un total de 25 relatos corales, es decir, cada uno de su padre y de su madre (26 autores en total), aunque una gran parte de ellos están escritos e incluso algunos dibujados también por Juan Santacruz. Como reseñar los 25 de ellos se me antoja aburrido y además a algunos le quitaría toda la gracia, voy a destacar aquellos que más me han gustado.
Mildrin, de Mike Bonales.
Probablemente el que más me haya gustado en conjunto. Tanto por la historia, muy divertida como por el dibujo cartoon al estilo de Bonales. Un aspirante a mago que aprende un hechizo marchitador de vegetación y pretende usarlo para ver desnudas a las mozas de su pueblo. Muy divertido. Además, usa muchas viñetas por página, lo cual le permite que las páginas le cundan más. Divertido, sin intención alguna de dar un mensaje, salvo el de divertir al lector.
Maldiciones, de Josep Busquet y Esdrás Cristóbal.
Otro con estilo cartoon, con multitud de homenajes a la factoría Lucasfilm (Star Wars, Indiana Jones) con un protagonista que pretende robar un ídolo de un templo, a pesar de las consecuencias que pudiera acarrear. Sus colegas de viaje deciden tomar cartas en el asunto. Muy divertido, tampoco pretende dar ningún mensaje y resulta muy efectivo.
Blue Jeans, de Juan Santacruz y Judith Ballester.
Este sí pretende dar un mensaje. Curiosa analogía de la anorexia y los trastornos de imagen con los zombies. Una chica a la que no le entran unos vaqueros da comienzo a la historia. Dibujo correcto, y un mensaje interesante. La comparación me parece acertada y el medio elegido el mejor, encaja perfectamente en el conjunto de historias.
Solo al fin, de Francisco Maldonado.
Un tipo solitario y raro encuentra en un holocausto zombie una salida a su vida solitaria y aislada. El dibujo muy dinámico, y la historia tiernamente patética. Una pequeña delicia.
Torero, torero, de Irene Roga.
Alegato antitaurino a modo de historia gore, sin diálogo, ni falta que le hace. Una reflexión sobre la fiesta nacional y una manera muy inteligente de hacer crítica sobre ella sin necesidad de recurrir al insulto y usando la alegoría como dardo crítico. Más que por la historia, casi ausente, me gusta más por el mensaje y cómo lo ha mandado.
The red Sea, de Juan Santacruz y Nil Vendrell.
Con este, tengo que reconocer que lo que más me gusta es el homenaje a The raid y a las pelis coreanas de peleas multitudinarias en plano secuencia, con violencia explícita. Una historia de amor y desengaño… y una torre plagada de esbirros y el jefe que tiene cautiva a la chica. Solo el planteamiento y ya me tenían ganado.
Sin fin, de Cesc Dalmases.
Historia muy sencilla, sin palabras, que usa el recurso del fin del mundo de manera cíclica y me gusta mucho cómo está contada la historia. Invita a la relectura un par de veces, gracias a lo corto y lo ágil de su lectura. Curiosa e interesante.
Rutina, de Juan Santacruz y Pam López.
Historia que podría conformar perfectamente un capítulo de Black Mirror. Crítica futurista al aislamiento de las redes sociales, la comunicación informática y la paradoja de la posibilidad de la comunicación global con el aislamiento que realmente produce. Dibujo oscuro y tétrico que encaja perfectamente con el tono de la historia. Esta, por cierto, tiene una longitud bastante más larga de lo habitual en el resto de capítulos.
Estas son las que más me han llamado la atención. Como suele pasar en este tipo de conjuntos o antologías, es difícil hacer una valoración global. Algunos me han gustado mucho. Otros, directamente, me han espantado. Los gustos son personales y cada uno sabrá lo que encaja mejor con él. No obstante, el que se de cabida a este tipo de iniciativas es siempre buena noticia, por dar sitio a una serie de autores para que vean publicado su trabajo y puedan tener un escaparate como este.
La edición es en cartoné, papel mate en blanco y negro, 216 páginas a un formato algo más reducido, y a un precio de 19,95€. Con motivo de Expocómic, Aleta ha relanzado este título que vio su salida originalmente en marzo de 2015 (para el Saló del cómic de Barcelona).
Lo que más me ha gustado: La variedad, el escaparate para grandes autores que tenemos en este país, y que tienen menos hueco del que merecen.
Lo que menos me ha gustado: Algunas historias no tienen, para mi gusto, el nivel suficiente; otras directamente son historias hechas para los propios autores, con guiños a sus amigos o compañeros.
Para los amantes de antologías de relatos y que quieran apostar por el cómic patrio.