Los teleñecos. Barrio Sésamo. Fraggle Rock. Dentro del laberinto. Cristal oscuro. Si habéis visto alguno de estos programas/películas conocéis a Jim Henson, el marionetero más famoso de la historia del cine y televisión americanos. Un tipo con una imaginación sin barreras que gracias a la popularidad de sus primeros trabajos (Teleñecos y Barrio Sésamo) pudo dar rienda suelta a proyectos más personales con un público más selecto, obras como Cristal Oscuro y Dentro del laberinto, que a muchos nos maravillaron pero que no son tan populares como las primeras e implican un mínimo esfuerzo intelectual para asimilarlas. Podríamos decir que son más para adultos que para niños, pero claro… es del tipo de las marionetas, luego tiene que ser para niños. ¿Os suena ese razonamiento? Es un tebeo, eso es para niños…
Jim Henson era uno de los nuestros. Un tipo al que le fascinaba el medio de las marionetas y no tenía barreras autoimpuestas para la edad de su público o las historias que podía contar. Y el ejemplo perfecto de esto que estoy contando lo tenemos en la obra que jamás llevó a cabo, a pesar de que estuvo muy cerca de hacerlo: Cuento de arena. Una obra que escribió junto a su eterno colaborador Jerry Juhl y que tenía en mente desde antes de empezar a emitir Barrio Sésamo, y que intentó colocar a alguna productora, pero cuya dificultad técnica y su trama levantaba las barreras de los productores, que no se atrevían a dar luz verde a un producto tan difícil de vender al público. Hasta en tres ocasiones y con varios retoques en sus guiones intentó Henson venderlo, pero nunca se llevó a cabo y quedó en el cajón de proyectos inacabados… de la Jim Henson Company. Décadas después, Ramón Pérez, autor candiense (por muy hispano que suene) con el permiso de los herederos de Henson y la supervisión directa de su hija Lisa, directora de la compañía, nos trae una adaptación al cómic de esta obra, un medio que siempre gustó al propio Henson y que permite dar cabida a todos esos escenarios imposibles que imaginó originalmente su autor.
Ramón Pérez es un canadiense que lleva una década en el mundo del cómic. A pesar de todo, no ha sido hasta este Cuento de arena que ha empezado a recibir notoriedad y peso en las agendas de los editores de las grandes editoriales. Ha trabajado en series como Captain America & The first Thirteen, Dazzler o Deadpool Team-Up, así como realizado portadas e ilustraciones para otras obras, pero ha sido a raíz del impacto que ha tenido esta obra, que ha pasado a dibujar el Lobezno y X-Men de Jason Aaron o John Carter: Gods of Mars también para Marvel. Sus dos proyectos más personales son Butternutsquash y el webcomic Kukuburi. Echando un vistazo a este último os podéis hacer una rápida idea de por qué fue el autor escogido para Cuento de Arena. Además de la facilidad que tiene para plasmar la expresividad de los personajes, plasma perfectamente escenarios oníricos con una plasticidad muy próxima al mundo de las marionetas.
Cuento de arena.
La obra nos va arrastrando con su protagonista, Mac, desde sus primeras páginas. Comienza con el personaje rebotando entre personas en pleno Mardi Gras de Nueva Orleans (o al menos lo recuerda mucho) que acaba llevando al personaje a los pies de un sheriff del Oeste americano. Mac se encuentra casi tan desorientado como nosotros a estas alturas. El sheriff en lugar de explicarle nada le da un mapa de cómo llegar a la montaña del águila, una llave… y diez minutos de ventaja. ¿De ventaja para qué? ¿Con quién? ¿Por qué debe ir a esa montaña? A partir de ahí comienza una carrera continua en la que el protagonista se verá perseguido por un misterioso personaje que intenta matarlo, una exuberante rubia que nunca sabes del todo de qué lado está y una serie de situaciones absurdas y paradójicamente intemporales que te van sumergiendo en el universo onírico de sus creadores.
Poco podemos decir de la historia porque no tiene mucho sentido. Se limita a mostrarnos escenas de la persecución sin más. No hay una metáfora de la huida del personaje hacia su interior ni ninguna otra cosa pedante que pudiera deciros. Tiene tanto sentido como Carretera perdida de David Lynch (sí, yo también comparo con Lynch, soy así de original), es decir, no mucho. La historia consiste en mostrarnos el viaje y en producirnos sensaciones de sorpresa y estupefacción. Así, lo mismo el personaje huirá de un león, de un tiburón, de un tanque o de un linebacker de fútbol americano. Sin embargo, a pesar de ser una historia surrealista, mantiene el interés por saber qué será lo siguiente que se encontrará Mac. No suelen gustarme mucho este tipo de historias. Incluso cuando están escritas por gente de sobrada reputación como Paco Roca en su Las calles de arena, me suelen gustar menos, no me va demasiado ese tinte onírico. Y en el caso del Cuaderno de Tormentas de David Rubín me gustó por los recursos visuales que usaba el autor, lo mismo que me sucedía en Aventuras de un oficinista japonés, de José Domingo. Pero no soy demasiado del género surrealista. Sin embargo, Cuento de arena usa un surrealismo que rodea al protagonista, él se sorprende tanto como el lector, y en ningún momento se mezcla con el sueño.
El dibujo de Pérez es uno de los fuertes de la obra. Con una expresividad de sus personajes que recuerda a Eisner o al más cercano Terry Moore, la composición de las páginas es una auténtico deleite. Con viñetas cuidadosamente mezcladas en deslumbrantes splash pages sin apenas sangre que separe las escenas, consigue que en ningún momento nos perdamos en la linealidad de la lectura. Sabemos siempre cuál es el sentido de cada viñeta incluso cuando el orden es de adelante a detrás en profundidad, en lugar del habitual izquierda a derecha/arriba a abajo. El color corre a cargo también de Pérez, aunque con la ayuda de Ian Herring, con un uso muy inteligente y sutil que ayuda a transmitir sensaciones y con bases de rojos/rosas y naranjas/amarillos como colores más habituales.
Cuento de arena obtuvo 3 premios Eisner en 2012 a mejor obra, mejor diseño y mejor artista, así como 2 Harveys a mejor historia y mejor obra. Es una habitual en la lista de premios internacionales y ha supuesto un éxito de ventas a nivel mundial. En España, disponemos de la edición de Norma, cartoné a tamaño europeo, y 208 páginas (incluyendo el guión original completo), a un precio de 24,95€. Todo un placer para la vista.