En primera instancia, un personaje todopoderoso podría parecer aburrido. Escribir sobre alguien que todo lo ve, todo lo oye, y que soporta cualquier tipo de esfuerzo físico, no parece tener demasiado interés. Es más, diría que incluso genera animadversión y envidias – y si no que le pregunten a Lex Luthor. Vosotros, ávidos lectores de tebeos, sabéis que esta percepción dista mucho de la realidad. El Dr. Manhattan, Miracleman, y el propio Superman, son tres iconos del tebeo, y lo son gracias a protagonizar varias de las historias más recordadas que nos ha dejado este arte. Personajes que, contrariamente a lo que podría parecer, han sido canalizadores de algunos de los mejores ensayos sobre la naturaleza humana – sí, y no sólo estoy incluyendo al noveno arte. Especialmente curioso en el caso de Superman que, desde un punto de vista puramente biológico, ni siquiera es humano.
En Noviembre de 2006, comenzó en EEUU la publicación de la serie Superman Confidential, un puñado de relatos sobre los primeros años de Superman en la Tierra, desarrollando momentos claves para la evolución posterior del personaje en nuestro planeta. Después de catorce números y cuatro arcos argumentales, en Abril de 2008, Superman Confidential fue cancelada. El primero de esos arcos se tituló Kryptonite!, comprendido entre los números 1-5, y rematado con el número 11, a cargo de Darwyn Cooke, que desgraciadamente nos dejó hace pocos meses, y Tim Sale.
ECC Ediciones se ha encargado de recopilar en un tomo en cartoné este primer arco, Superman: Kryptonita. Disponible en tiendas desde diciembre del pasado año. Curiosamente, en el mismo mes en que la editorial decidía sacar a la venta la espectacular reedición de The New Frontier. Todo un homenaje al escritor y dibujante canadiense Darwyn Cooke.
Se puede decir que Superman: Kryptonita es una buena muestra de lo que puede dar de sí y transmitir un buen guion centrado en un personaje todopoderoso. Un Superman bastante primerizo, explorando sus límites, experimentando por primera vez el miedo a morir, el temor de no estar a la altura, intentando jerarquizar prioridades… un Superman que, aunque sabedor de su poder y del potencial que tiene para someter a todo un planeta, está completamente focalizado en mostrarse al mundo como un buen hombre. Sí, Darwyn Cooke conoce a la perfección los resortes que hacen grande al más noble de los personajes, ese kryptoniano que representa a la perfección un popular dicho: «uno no es de donde nace, sino de donde pace».
Pero este relato no va sólo de Clark, este relato gira en gran medida en torno a ese mineral verdoso sinónimo de vulnerabilidad para el último hijo de Krypton: la kryptonita. Un mineral que se nos presenta como un ser con entidad propia y de profunda captación del medio que le rodea. Un mineral que empieza aprendiendo lo necesario sobre la naturaleza humana, mostrándose paciente y esperando el momento de actuar justo cuando la parte que le complementa hace acto de presencia: Superman. Me gustaría seguir hablando largo y tendido sobre lo que todo ello representa, pero entraría en el peligroso mundo del destripe… y no quiero. Únicamente, y a modo de reflexión, decir que es simplemente genial cómo el señor Cooke, en primer lugar, presenta a la kryptonita, y en segundo lugar, plantea una situación en la que Superman, al enfrentarse a sus demonios, a sus miedos, es cuando puede acceder al conocimiento sobre su pasado. Como el ser humano conociéndose a sí mismo en los umbrales del dolor.
Además, en Superman: Kryptonita tenemos a todos los secundarios habituales del periodista de Metrópolis, con una Lois especialmente atrevida y descarada, jugándose el pellejo. Inmersa en un periodismo de investigación más propio de un trabajo policial. Es aquí donde entra Gallo, una especie de mafioso de cuna, que comparte momentos tanto con Superman y Lois, como con la kryptonita. Especialmente con la kryptonita. Un personaje que en un principio puede parecer poca cosa frente a villanos de la talla de Lex, pero que termina por ser muy interesante. En Superman: Kryptonita, bastante más interesante que nuestro calvo favorito, cuyo papel no es que sea testimonial, pero tiene poco peso.
En el apartado gráfico tenemos a un Tim Sale haciendo un trabajo excepcional. Sé que sus lápices no son del agrado de todo el mundo, pero a mí siempre me ha encantado. Recordemos que ya dibujó a Superman en Superman: Las cuatro estaciones haciendo un gran trabajo. Tiene un estilo muy personal, poco detallista en ocasiones y con fondos poco trabajados en muchos momentos – este tebeo no es una excepción en ese sentido – pero la expresividad de sus personajes me convence, y se puede decir, aun a riesgo de sonar un tanto cursi, que es cálido. Sí, al igual que las historias de Cooke. Se complementan muy bien, y entiendo que para un también dibujante como Darwyn Cooke, con unas marcadas tendencias cartoon, Tim Sale sea de su agrado.
Tienta hacer de Superman un cabroncete fascista como en Injustice, una de las series «pijameras» más divertidas que se publican actualmente y con muy mala leche; pero, desde las Tortas no nos hemos cansado de recomendar títulos como Lois & Clark: La llegada – reseñado no hace tanto en la web por el compañero Laintxo – y el Superman de Rebirth, que es diametralmente opuesto al Superman tiránico de Injustice, precisamente porque disfrutamos de la esencia de Superman, es decir, lo que nos ofrece Darwyn Cooke en Superman: Kryptonita.
En las Tortas echaremos de menos a Darwyn… ¿tú, Suppa?