Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Reseña: El Soldado Desconocido, de Garth Ennis

El mayor misterio de la guerra fue resuelto por la Compañía Easy del Sargento Rock en el número #168 de la colección Our Army at War: “Yo conocí al Soldado desconocido”. Fue precisamente en ese número, en junio de 1966, donde asistimos a la primera aparición del personaje del que vamos a hablar hoy. Posteriormente, la colección Star-Spangled War Stories, a partir de su número #151, acogía de forma definitiva las aventuras del propio Soldado desconocido, empezando a colocar sus credenciales (The Unknown Soldier) primero en segundo plano, casi como subtítulo, pero número a número ganándole espacio a la cabecera original de la serie, hasta terminar su andadura, en el #204 USA, ocupando el lugar predominante en la portada. Después del fin de su trayectoria clásica de más de 50 números, el personaje es revivido aquí y allí en contadas series limitadas con relativo o nulo éxito. La más destacable quizá sea la miniserie de 12 números realizada por Jim Owsley y Phil Gascoine de 1988, editada en su momento por Zinco en España en los años 90, y que muchos tenemos gracias a los benditos retapados de la época. La más destacable, decíamos, al menos hasta que Garth Ennis retoma el personaje casi una década después.

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Guion: Garth Ennis.
Dibujo: Kilian Plunkett.
Editorial: ECC Ediciones.
Formato: Cartoné. 112 páginas. A color.
Contiene: The Unknown Soldier núms. 1 a 4 USA.
Precio: 13,50 €


En 1997, Garth Ennis (guion) y Kilian Plunkett (dibujo) perpetran la miniserie de cuatro números sobre El Soldado Desconocido de la que vamos a hablar hoy. La aventura corta, recogida en el presente tomo de ECC de la colección Grandes autores de Vertigo, es publicada originalmente bajo el sello Vertigo, donde Ennis ya era capitán general gracias al éxito de Predicador. El tono es el de la Vertigo de aquella época, la que había saltado por los aires con los puñetazos encima de la mesa que había dado el propio Garth Ennis, o los que darían autores como Warren Ellis (Transmetropolitan) muy pocos meses después. Karen Berger toma la decisión de dejar que la línea editorial se aleje del tono de fantasía y terror que predominaba cuando Vertigo ni siquiera era Vertigo (ya sabéis), otorgando libertad a nuevos autores para que desarrollen historias para adultos prácticamente sin nexos de unión, salvo quizá en ese tono ácido más acorde con los nuevos tiempos.

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Una de las apuestas más habituales en los sellos para lectores adultos de las grandes casas de cómics americanos (sean Marvel o DC) es la recuperación de personajes clásicos a los que se les va a otorgar un enfoque completamente diferente. Normalmente Garth Ennis se lleva el ascua a su sardina, eligiendo héroes de hazañas bélicas, tan habituales en los quioscos de otro tiempo, y dándoles un lavado de cara como sólo él sabe hacer. Su trabajo en El Soldado Desconocido es un buen ejemplo de esto mismo, como lo será también el que hará con El Águila Fantasma en Marvel años más tarde y de otra manera, por decir uno. En Predicador, Ennis introduce el sentido del humor macarra y la iconoclastia desatada con muchísimo éxito. En El Soldado Desconocido descubrimos su faceta bélica, más seria por lo general, que suele asomar el hocico en la mayoría de sus obras (aquel homenaje a Los Violentos de Kelly en Hitman), pero que no alcanza la mayoría de edad hasta la publicación de War Stories (también en Vertigo) y su continuación con Battlefields (Aleta Ediciones, justo ahora). No obstante, este tipo de historias como la del Soldado Desconocido, de ambiente bélico pero con mezcla de otros géneros como el thriller de espías, si me apuras, encuentran la perfección en el Punisher MAX del propio Garth Ennis, pero eso es otra historia.

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En origen, las historias del Soldado Desconocido trataban de un militar americano que pierde su cara en acto de servicio. Tras tal desgraciado lance, en el que su rostro queda hecho picadillo, decide servir a su patria como agente secreto. El Soldado Desconocido aprovecha su facilidad para cambiar de rostro (ya decíamos que no tiene ninguno, salvo por las vendas que dan forma a su imagen) para infiltrarse en los ambientes más hostiles y completar así las misiones más peligrosas. Esto para la versión clásica. La propia historia que hoy nos traemos entre manos, la de Ennis, coloca como protagonista al agente de la CIA William Clyde, un servidor de la patria con más remilgos que el famoso Soldado Desconocido. A lo largo de los cuatro números, Clyde se ve sumido en una investigación en la que le sigue la pista a una leyenda. Ennis nos plantea dos formas muy distintas de entender el servicio, encarnadas cada una de ellas por los dos antagonistas: por un lado, la concepción de “buenos y malos” surgida de la nefasta Segunda Guerra Mundial, mortalmente directa y carente de reflexiones morales; y por el otro, la postura de que “el fin no justifica los medios”, más propia, quizá, de los tiempos post-Vietnam. En este caso, como casi siempre con Garth Ennis, la exploración de los conflictos morales de la guerra, donde el horror y el sinsentido conviven con valores tales como el honor, la bravura y el deber, harán las delicias de los aficionados a este tipo de historias. Garth Ennis siempre es un maestro, pero aquí juega en casa, y en casa lo es aún más.

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En cuanto al apartado gráfico, Kilian Plunkett realiza un trabajo más que apropiado para la historia que nos quieren contar. El dibujo es feísta y grotesco, y el entintado sucio y agobiante. El color de James Sinclair también es oscuro y adecuado, aunque plagado de degradados digitales que cantan un poco a estas alturas.

En definitiva, una obra imprescindible para los fans de Garth Ennis y del género bélico en general. Para muchos de nosotros, Ennis es uno de los mejores escritores de cómic USA en activo. Todo lo que hace está por encima de la media, y diría que El Soldado Desconocido está varios escalones por encima de esa media.