Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Reseña: Secret Wars. Inferno

En Octubre de 1988 comenzó en Estados Unidos la publicación de uno de los crossovers más populares en la historia de la franquicia mutante. Las series regulares de Uncanny de X-Men, X-Factor y New Mutants, junto a una miniserie creada para la ocasión protagonizada por los X-Terminators, se cruzaban en el primer gran evento mutante que yo recuerdo. En España, la extinta editorial Forum reunió todos los números pertenecientes al infernal cruce en una sola colección que tituló (obviamente) Inferno. El primer número se publicó en Julio de 1989, y durante 20 meses consecutivos disfrutamos de unas aventuras que se adelantaban a lo que aquí sabíamos de nuestros héroes mutantes favoritos. Inferno, al margen de su cuestionable calidad, marcó una época para toda una generación de lectores de tebeos. Ahora, en 2015, el macroevento Secret Wars sirve como excusa para traer de vuelta aquellos conceptos que en su día nos fascinaron.

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Guion: Dennis Hopeless.
Dibujo: Javier Garrón.
Editorial: Panini Cómics.
Contiene: Secret Wars: Inferno 1-5 USA.
Formato: TPB, 112 págs.
Precio: 7’95 €.


Dennis Hopeless a las letras y nuestro Javi Garrón a los dibujos se encargan de esta nueva encarnación de la serie. En la versión de los hechos del Mundo de Batalla los demonios del Limbo derrotaron a los Hombres X, transformando Manhattan en un verdadero Infierno en la Tierra. En este contexto, los restos de la Patrulla X han podido contener el avance del mal, confinándolo tras una barrera que hace las veces de muro de Juego de Tronos. El Manhattan infernal es un acotado territorio salvaje del que nadie entra ni sale, y las regiones anexas son controladas por el Barón Summers (Cíclope) valiéndose de una suerte de policía mutante que sirve para mantener el orden y vigilar a los demonios descarriados.

Dentro de este cuerpo están Coloso y Dominó, pareja sentimental en esta realidad. Resulta que  esta vez el mutante ruso es el leit motiv de la historia. Illyana Rasputín, su hermana, fue capturada por el demonio N’Astirth, y éste aún la retiene en el edificio Empire State. El Coloso que vemos aquí es un ser atormentado por la culpa que hizo un pacto desquiciado con Scott Summers: durante el año trabajaría para Cíclope como Hombre X, pero cada aniversario de la Retirada Mutante, Coloso reuniría un equipo para intentar rescatar a su hermana del Inferno. Como era de esperar, en una de esas incursiones anuales las cosas se empiezan a torcer.

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Visto así, considero el planteamiento muy acertado y suficientemente interesante, sobre todo si volvemos la vista atrás, hacia el crossover original. Personalmente, con 9 o 10 años que me pilló la serie, el recuerdo que tengo es inmejorable, también porque yo era muy fan de Cíclope -sic- y en aquel entonces estaba deseando que se resolviera todo ese incómodo tema de la falsificación pelirroja que ocupaba el sitio que por derecho le correspondía a la Chica Maravillosa de mis amores. Pero la verdad es que, argumentalmente hablando, la serie era un folletín espantoso, con un montón de tramas que dan vueltas y revueltas para atar cabos lanzados por los editores (la francamente desafortunada -ahora me doy cuenta- vuelta de Jean Grey, por ejemplo), con Claremont volviéndose loco para cerrar un personaje, el de Madeleine, que él mismo había creado, que no sabía donde meterlo, y del que aparentemente se había cansado. Todo un culebrón venezolano, como el mismo Javi Garrón nos comentaba en el podcast de Destino Arrakis dedicado a dicho evento. El moderno planteamiento de las Secret Wars es mucho más simple y centrado en la aventura, libre de los pesados plomos de la continuidad, y eso se agradece.

Si bien los giros de la trama en Inferno, en el de los ochenta, eran un absurdo total, lo cierto es que la fuerza de la serie no radicaba ni de lejos en todo aquello. Leída con la perspectiva de los años, es casi imprescindible obviar todo lo referente a la continuidad mutante y centrarse en disfrutar los elementos lúdicos de terror ochentero tan interesantes que se ofrecen viñeta tras viñeta. El crossover original tenía un tono muy reconocible y cinematográfico, rememorando aquí y allí escenas de algunas películas míticas para muchos de nosotros, como pueden ser los Cazafantasmas o los Gremlins. Aquellas pelis mezclaban con gran acierto humor con terror, violencia, héroes fumando y diciendo tacos y lo que hicera falta. El New York endemoniado de la nueva serie de Inferno recupera ese espíritu, mostrando un Manhattan en el que el mobiliario urbano ha cobrado vida, como en aquella ocasión. Donde en los tebeos clásicos veíamos un buzón que se comía a los usuarios y los colocaba como estampas en las cartas, o unos prismáticos que se colocaban los ojos del observador como lentes, aquí podemos contemplar un autobús escolar con una hilera de afilados dientes o un puesto de perritos de mirada asesina.

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En este sentido, el trabajo de Javier Garrón es sensacional. La cantidad de elementos en viñeta es sobrecogedora, sobre todo conocedores como somos de la eficacia y regularidad del dibujante gaditano. Los demonios y las criaturas que diseña Javi son simplemente fantásticos, mención especial a esa versión demoníaca de Rondador Nocturno. Una genialidad. Quizá he echado de menos en este caso las versiones oscuras de los personajes protagonistas, sutilmente apuntadas con la transformación de Coloso.

La influencia del cine en las historias de mutantes era una constante en la era Claremont, acordaos del número de Kitty siendo perseguida por el demonio N’Garai (la Teniente Ripley en Alien) o del parecido de los Starjammers y las tramas del Imperio Shi’Ar con las pelis de Star Wars. De alguna manera el personaje de Siniestro, villano impulsor de toda la trama, también tenía influencias ajenas al mundo de los cómics, en este caso, quizá, del movimiento gótico, ochentero como él solo, con esas pintas mezcla de Coloso y Robert Smith. Uno de los grandes aciertos de Dennis Hopeless en la versión moderna de Inferno es la refundación de un personaje que nunca entendí, con poderes indefinidos y motivaciones de supremacía mutante que siempre pensé que estaban perfectamente cubiertas con otros villanos como Magneto o Apocalipsis. Además, en este caso Hopeless rediseña todo este tema de los clones (muy duro) con mucho más tino y sentido del humor… Sentido del humor, por cierto, que es otro de los aciertos atribuibles al guionista, muy a lo versión cinematográfica de Los Guardianes de la Galaxia.

Como anécdota se puede decir que, aunque la violencia de los números clásicos permanece, en este caso vamos a ver mucha menos chicha en lo que a cuerpos desnudos se refiere. A finales de los ochenta ya empezaba el desfile de carne gratuita en los tebeos de supes, el traje sado-maso de Madeleine es uno de los grandes primeros sueños húmedos de muchos de nosotros. Pero en este caso no enseña el bajoteto. Por su salud moral.

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La serie limitada de cinco números ha sido recogida en España por la Editorial Panini en un único TPB incluido dentro de su línea Crossover. El precio: 7’95€ por cinco números USA. Haced la cuenta, no vais a encontrar nada más ajustado de precio, y con una edición suficiente a la que no le falta el artículo de Julián M. Clemente. Yo me congratulo por ello y felicito a Panini.

En definitiva, Inferno 2015 es una perfecta lectura de evasión a la que no le faltan aventuras, acción y criaturas monstruosas. Si buscáis un tebeo sesudo que propicie algún tipo de iluminación espiritual esta no es la mejor elección, aquí los problemas se resuelven a guantazos y lo más que puedes esperar es a asistir a un giro final que te deje satisfecho. En el Infierno de Manhattan sólo caben la diversión, el sentido del humor y las ideas locas, que no es poco.