Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Reseña: Providence nº2

Providence portada

Providence 2: El abismo del tiempo

Guión de Alan Moore.
Dibujo de Jacen Burrows.
Cartoné, 184 págs. Color.
18,95
Panini Comics. 2016

Con el segundo tomo de Providence, Alan Moore ya no se anda con medias tintas. Ya no tiene que presentar a los personajes ni el planteamiento principal de la trama, así que se permite soltarse el pelo un poco más que en el tomo anterior. Para el que no haya leído la reseña del tomo anterior, Providence es la peculiar manera que tiene Moore de respasar la vida y obra de H.P. Lovecraft. Me gustaría hacer énfasis en lo de “peculiar”, ya que quizá alguien pueda llegar a pensar que esto es un biopic, pero el que lo crea, quizá no tiene demasiado calado al barbudo de Northampton.

Alan Moore toma la obra de Lovecraft, retazos de la vida del maestro del horror cósmico, los une con el contexto social e histórico en el que vivía y lo sazona con algunas de las pautas habituales del discurso de Moore. Al final, todo esto no es más que los ingredientes para una historia completamente nueva, tan respetuosa como rompedora con la obra del genio de Providence.

Habíamos dejado a Robert Black en su búsqueda del Kitab (transunto del Necronomicón) y esta le llevará hasta Manchester, New Hampshire, concretamente a la universidad Saint Anselm (trasunto de la Universidad de Miskatonic) y partir de ahí las cosas empezarán a desmadrarse.

Proveidence 01

Este segundo tomo de Providence sigue funcionando con episodios que aunque se continúan unos de otros, funcionan perfectamente como autoconclusivos, es decir, Pese a que la historia está pensada como un todo formado por un total de 12 capítulos, cada uno de ellos tiene su propia entidad, estructura e incluso personajes y ambientes particulares. Se trata de un recurso que hemos podido ver con frecuencia en Moore en obras como Watchmen o Promethea y se agradece que todavía queden autores que trabajan para el número en grapa.

Pese a todo, así como en el tomo anterior se veía muy clara la equivalencia de cada número con su respectivo relato de Lovecraft, en este segundo tomo, las referencias comienzan a estar más mezcladas y se hacen más oscuras, complejas y difíciles de ubicar. Si algo ha demostrado el barbudo es que nunca deja nada al azar y este nuevo nivel referencial mucho más intrincado y confuso responde a un propósito. No creo que sea casualidad que las cosas como lectores se empiecen a poner complicadas y desconcertantes justo en el momento en el que todo se le empieza a ir de las manos al bueno de nuestro protagonista, Robert Black.

El listado de referencias es interminable y recomiendo de nuevo esta web para quien quiera estar al tanto de hasta la más mínima de ellas, pero no es la labor de una reseña como esta y me gustaría tratar de sintentizar las que, a jucio de quien escribe, son las principales señas de identidad de este tomo.

Para empezar todo se vuelve más raro y terrorífico. Desde la piel de Robert Black iremos asistiendo a una progresiva pérdida de los cimientos de la racionalidad. Black (y nosostros con él) pasará de la confusión al terror y de ahí a la negación histérica o a la racionalización absurda con un pie cada vez más cerca del abismo de la locura.

La obra de Lovecraft en manos de Moore se convierte en una herramienta en la que cada referencia sirve para apoyar su trama y su discurso. Cada relato sin nada que ver entre ellos se unirán para alimentar la leyenda de la Stella Sapiente. Cada uno de las historias aludidas serán mezcladas con maestría con hechos reales para apoyar el discurso de Moore, que no dudará en añadir el el Islam, el cristianismo, la masonería o la magia hermética a la ecuación, encajando casi como si todo estuviera en la mente del propio Lovecraft.

Los juegos con el tiempo, los sueños, la vida tras la muerte y todos los temas que H.P. Lovecraft trató por separado, se unen en Providence remando en la misma dirección. Los personajes reales y los ficticios funcionan entre ellos sin diferencia de condición. Randall (trasunto de Randolph Carter) o Pickman serán tan reales como Albert Pike, Lord Dunsany o el propio Lovecraft.

Jacen Burrows se mantiene en un discreto segundo plano cumpliendo el papel de narrador artesano. Quizá se eche en falta algún retazo de brillantez, pero la historia funciona a la perfección con el trabajo gráfico que desempeña.

La historia no sólo no decae, sino que mejora con cada número. Apto para fans de Moore, para cualquiera que disfrute de las historias construidas hasta el más mínimo detalle y para casi para cualquiera que no esté esperando una historia ligera. Aprovechando las fechas, si conocéis algún fan de Lovecraft que no lea cómics, puede ser un buen cebo para engancharlo.