A diferencia de Los Muertos Vivientes, Paria no tiene un planteamiento de partida con la potencia suficiente para ser autónomo. Mientras que la primera es un marco contenedor para tantas historias como quiera contar Robert Kirkman, Paria es una sola historia en sí misma con lo que debería ser un sólo principio y un solo final. Sin embargo, ya son tres los tomos de Paria que lleva publicados Planeta y la cosa parece lejos de llegar a su fin.
Paria (Outcast) #3
Guión de Robert Kirkman
Dibujos de Paul Azaceta
Rústica, 136 páginas, Color
15, 95 €
Planeta Cómic. 2017
Kyle Barnes y el Reverendo Anderson se enfrentarán en este tomo a uno de los mayores miedos de Kyle y seguiremos descubriendo misterios sobre cómo funcionan los poseídos y cómo les afectan los exorcismos y la particular naturaleza de Kyle.
Robert Kirkman es un maestro del twist argumental y quizá precisamente por eso le esté haciendo un flaco favor a este cómic el hecho de transcurrir de forma contemporánea con la serie de TV. Aunque las líneas argumentales no son iguales al 100%, la mayoría de los giros los habremos visto ya en TV para cuando el tomo llegue a España. Esto es una verdadera lástima no sólo, porque nos adelanten la trama, sino porque en el cómic están mucho mejor administrados: el misterio se sostiene mejor y engancha, los personajes están mejor definidos y son más coherentes, el ambiente es más envolvente y los giros… lo giros sorprenderán más si no nos los supiéramos de antemano, claro.
Paria nos va a contar prácticamente la misma historia que su contrapartida televisiva, pero con un ritmo mucho más fluído. Quizá la mayor pega es que la serie lleve la delantera temporal y desvirtúa la lectura. Paria se gestó antes incluso para la TV que para el cómic, pero sabe mal ver antes la serie de TV, que es la versión menos depurada.
No obstante no es la única pega y es que Kirkman se toma las cosas con calma y la historia avanza con cierta parsimonia. En ningún momento cesan las revelaciones, dejan de pasar cosas o cede en su empeño de darle una nueva vuelta ingeniosa a los tópicos de las posesiones y los exorcismos, pero la trama de fondo se dosifica con cuentagotas. Siempre hay algo que aportar a los personajes, algo nuevo que añadir a cualquier de los hilos argumentales, pero sigue siendo difícil explicar de qué va esta serie, ya que la sensación en todo instante es de que está todo por explicar. Podría resultar algo frustrante, pero Kirkman es un maestro de plot twist y sabe cómo despertarte cuando empiezas cabecear. Esperemos que no se le vaya de las manos, ya que la premisa de Outcast no es, como decía, un escenario para varias historias como The Walking Dead, sino que apunta a una historia cerrada que no debería caer en el efecto chicle.
Por otro lado, comentaba que la versión en cómic funciona bastante mejor que su traslación televisiva. La historia es la misma, pero mejor contada y con menos relleno, pero sobre todo, la sensación de terror está mucho mejor conseguida. La verdad es que transmitir el terror en un cómic es mucho más complicado que en cine, ya que no se cuenta con el factor susto, la música, los movimientos de cámara… Para dar miedo en un cómic no queda otra opción que jugar con el terror sostenido y no sé hasta qué punto es tanto mérito de Kirkman o del tándem Azaceta- Breitweiser. No hay duda que Robert Kirkman ha demostrado sobradamente su habilidad para imaginar escenas turbadoras, pero el ambiente que consiguen dibujante y colorista son sin duda los que las hacen funcionar. Paul Azaceta no sólo se convierte en el idóneo para dibujar paria por esa combinación de pincelada sobria con iluminación dramática, sino que está demostrando tener unas tablas en narrativa que hasta ahora no había desplegado. Sin grandes estridencias, pequeños detalles como el uso de insertos de viñetas de detalle que funcionan a nivel simbólico o situacional son algunos de los pequeños detalles que demuestran que Azaceta se encuentra cómodo en Paria y con ganas de evolucionar. Da gusto verlo con una cierta continuidad más allá de los números sueltos y los proyectos de corto recorrido a los que nos tenía acostumbrados. Y más aún si es con los colores de Elizabeth Breitweiser y es que el dibujo de corte realista de Azaceta permite que Breitweiser despliegue algunas paletas bastante arriesgadas e incluso antinaturales en muchos momentos, que aportan esa atmósfera tan contundente y característica del cómic muy por encima de la fotografía de la serie de TV.
Mi consejo: olvidaos de la tele. Ya os haréis con ella dentro de unos años. Leed este tebeo sin saber lo que va a pasar y disfrutadlo por completo. Y si, como un servidor, no podéis seguir este consejo, aún sigue mereciendo la pena leer Paria. Dentro de unos años os aseguro que no volveréis a ver la serie de la tele, pero es muy posible que os pique el gusanillo de la relectura.