Orquídea Negra nace en julio de 1973 de la mano de Sheldon Mayer (guion) y Tony DeZuniga (dibujo) en el número #428 de la colección Adventure Comics. Originariamente se establece como personaje secundario (o más bien terciario), perdido entre la infinita cartera de justicieros disfrazados de la editorial DC Comics. Además de presentar las clásicas habilidades superheroicas (dícese: superfuerza, invulnerabilidad, capacidad de vuelo…) Orquídea Negra inicia su andadura en el mundo de los cómics despuntando como maestra del disfraz. Tres números después abandona la cabecera que la vio nacer, para reaparecer con un origen alternativo en unos cuantos números de The Phantom Stranger. En los años siguientes coquetea con el olvido más absoluto, completando cameos en tebeos muy puntuales como en Blue Devil Annual #1, Deadshot #1, Invasion! e incluso en Crisis en las Tierras Infinitas. A finales de los ochenta el personaje vagabundeaba entre las páginas del Escuadrón Suicida. Es entonces cuando Neil Gaiman y Dave McKean retoman el concepto para volverlo del revés.
Guion: Neil Gaiman.
Dibujo: Dave McKean.
Editorial: ECC Ediciones.
Formato: Cartoné, 176 págs. A color.
Contiene: Black Orchid 1-3 USA.
Precio: 17.95 €
En 1988, unos cinco años antes de fundar la línea Vertigo en 1993, Karen Berger ya estaba ejerciendo como editora decisiva en el destino del cómic USA tal y como lo conocemos hoy en día. Cogido de su mano, Alan Moore había removido por completo los cimientos de la industria con La cosa del pantano; y ese mismo año, en 1988, también comenzaba la publicación de la legendaria etapa Morrison en Animal Man. Orquídea Negra abría fuego con las reconstrucciones de personajes clásicos u olvidados de la editorial que se pusieron tan de moda por la época, testigo que recogerían otras iniciativas como con el mencionado relanzamiento de Animal Man, Kid Eternity o Sandman del mismo Neil Gaiman.
La serie limitada de Orquídea Negra se compone de tres tomos prestigio publicados entre noviembre de 1988 y enero de 1989. Gaiman retoma un personaje femenino, colorista y pijamero para arrimarlo al universo verde y elemental, a caballo entre la magia y el terror, concebido en gran medida por Alan Moore en su también comentada etapa Swamp Thing. Aunque con todas las señas de identidad de la línea Vertigo (publicada cada reedición bajo ese mismo sello a partir de su posterior nacimiento y hasta nuestros días, edición actual de ECC incluida), Orquídea Negra se concibió como un producto incrustado dentro de la continuidad deceíta. El tono -experimental, disidente y dirigido a lectores adultos- era el del Bergerverso, pero la historia en sí se desarrolla como un viaje entre personajes y lugares comunes del Universo DC tradicional.
La Orquídea Negra original (la superheroica) muere en acto de servicio cuando se encuentra infiltrada en un consejo de malvados. El cabecilla es un villano a lo Dr. No, que parece consciente de su verdadera naturaleza literaria y, tras el inevitable monólogo, hace lo que es necesario para huir de ella. Tras el lance fatal, Orquídea Negra renace como un ser (o varios) de extraña naturaleza. La trama avanza con Orquídea Negra intentando desentramar el misterio de su existencia entre un exnovio bastardo, un científico idealista enamorado de su encarnación humana desde la infancia y el villano definitivo: Lex Luthor.
Gaiman nos plantea una historia sencilla con semillas de la grandeza que desplegaría posteriormente en algunas de sus obras más famosas. Los pasajes oníricos de Orquídea Negra bien pueden recordar a las andanzas de Morfeo; y esa visita al Asilo Arkham funciona a modo de flashforward de lo que veríamos en la legendaria obra Batman: Arkham Asylum. La narración es confusa y lírica, como no podía ser de otra manera. Los textos de apoyo con los pensamientos de Orquídea Negra se ciñen a ese estilo tan barroco que define toda una época. Además, el tebeo está salteado de canciones cuya letra subraya las imágenes a las que asistimos, en algunos casos canturreadas por el psicópata de turno, que funcionan aquí como recurso casi experimental (y diría que fallido).
En cualquier caso, Orquídea Negra se convierte en una obra absolutamente imprescindible gracias al dibujo de Dave McKean. El tándem McKean-Gaiman había debutado en Violent Cases con suficiente éxito, pero quizá sea aquí donde contemplamos el trabajo más afinado del dibujante de Maidenhead, al menos en lo que a narrativa comiquera se refiere. McKean alcanzó los altares con las fabulosas portadas que fabricó para la cabecera de Sandman, pero aquí demuestra que también sabe mantener el pulso en un tebeo completo, quizá tomando ideas y recursos del gran Bill Sienkiewicz (mencionado en los agradecimientos). Además hay que remarcar la paleta de colores elegida para la ocasión, colorista y perfecta para el universo de lo verde que se desarrolla en estas páginas, ciertamente alejada del habitual estilo más sombrío del artista. Una puta delicia, que diría el compañero y amigo Enrique.
Respecto a la edición de ECC, hay que destacar, al margen de los interesantes fragmentos del guion de Neil Gaiman, el artículo introductorio de Mikal Gilmore (Rolling Stone) y la carta que Karen Berger le envía a un primerizo Gaiman. Vestigio de una época de valor incalculable.
En definitiva, una obra fundacional que se disfruta más si se sitúa en su contexto. Orquídea Negra empieza como un delirio surrealista y termina casi como un slasher, manteniendo, eso sí, el sabor a Vertigo durante todo el relato. Para paladares selectos.