Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Reseña Miracleman de Neil Gaiman y Mark Buckingham num.1

miracleman00

Guión de Neil Gaiman
Dibujo de Mark Buckingham
Panini Comics.
2016.

Imagina por un momento que estamos en 1990. Te llaman por teléfono y te dicen que tienes que suceder a Alan Moore. Tragas saliva y tratas de guardar la calma. Entonces te dicen que tienes que tomarle el relevo en Miracleman. Cualquiera de nosotros tendría que ir a cambiarse de ropa interior, pero, como decía Clive Barker, Neil Gaiman es una estrella.

Dejamos a Miracleman  como gobernante desde su Olimpo edificado sobre las ruinas de Londres y replanteando el mundo como la utopía que sólo un ser superior podría llevar a cabo. Os recomiendo también este podcast de Pájaros en la Quijotera en la que nos despachamos a gusto con esta primera etapa. ¿Y qué es lo que haces cuando Alan Moore ha terminado con su reflexión del superhombre, cuando lo ha dejado todo atado en un mundo perfecto en el que ya no hay conflicto? Un cráneo menos privilegiado que el Neil Gaiman habría tirado la toalla. Alan Moore lo ha terminado. Ya está. No queda nada que hacer. Es como intentar continuar Watchmen o V de vendetta.

miracleman01

Es aquí donde Neil Gaiman y un impresionante Mark Buckingham ponen sus herramientas encima de la mesa y nos dan una obra deliciosa. El truco está en hacer algo de trampa y darnos una serie que no tendría por qué haberse llamado Miracleman. Estos números que trajo por primera vez Eclipse y que recupera Marvel, tranquilamente podría ser un spin off que podría titularse El mundo de Miracleman o algo así. Gaiman toma el mundo de Alan Moore y hace lo que mejor sabe: esas historias pequeñas, de gran carga fantástica y sin embargo muy cercanas, ancladas en lo cotidiano, pero rebosantes de carga psicológica, emocional y poética.

Antes de leer este Miracleman de Neil Gaiman y Mark Buckingham num. 1, confieso que me pareció un error por parte de Panini renumerar y retitular la serie, pero debo reconocer que en este caso es un acierto editorial. Además la cantidad de extras de este tomo es mucho más moderada que en los anteriores.

miracleman02

Estamos ante el Neil Gaiman del inicio de Sandman y no me da ningún reparo decir que estas historias cortas están a la altura de las que pudimos leer en la serie del Señor de los sueños. Buckingham también era un dibujante bastante primerizo y que aún buscaba su estilo, pero hace precisamente de esto su mayor virtud y nos brinda un trabajo totalmente camaleónico donde cada historia tiene su propio aspecto, su propia identidad y tono. El despliegue de estilos puede llegar a ser un tanto irregular y tal vez peca de un pequeño exceso de ambición para un dibujante relativamente novel, como era en la época en la que dibujó Miracleman. En cualquier caso, estamos hablando de más de una decena de estilos totalmente distintos en un sólo tomo, tanto a nivel gráfico como narrativo y hay que hilar muy fino para encontrarle reproche. Encontramos un Mark Buckingham lejos de su sofisticación actual, pero con toneladas de potencial y ansioso por experimentar y dejar su sello.

Por lo demás tenemos aquí una muestra del mejor Gaiman que conocemos. Frente a las grandes construcciones de Moore responde con reflexiones pequeñas, jugando más con lo que insinúa que con lo que cuenta y dejando pequeñas semillas en tu imaginación para que crezcan mientras lees y después de terminar. Nos da un cómic de Miracleman sin Miracleman (apenas tiene un puñado de apariciones), pero lo que nos da a cambio nos hace olvidar cualquier posible queja.

miracleman04

Comenzamos con un viaje iniciático para conocer a Dios; seguimos con una historia que mezcla un monólogo postcoital con historias de la infancia y bombas atómicas; después, una de esas historias con niños rarunos que tan bien se le dan a Gaiman; pasamos a una historia sobre Gargunza y su compañero Andy Warhol en su Hades personal, quizá la historia más densa y rica del tomo; pasamos a un cuento para niños sobre viajes espaciales y terminamos con una historia de espionaje y paranoia. Todas ellas confluirán en el Carnaval con el que cierra el tomo, que si bien no es la última historia (sino la penúltima) es la verdadera conclusión de la historia formada por este crisol de relatos. La que en realidad aparece la última, actuará a modo de prólogo de lo que está por llegar.

Tenemos en este tomo un testimonio de cuando los cómics tenían más voluntad más allá del entretenimiento puro (sin por ello sacrificarlo). Una recopilación de ideas, muchas de las cuales continúan permeando con la lectura ya finalizada. Gaiman y Buckingham sortean la difícil labor de relevar a Moore y Totleben generando una obra que es a la vez respetuosa, complementaria y enriquecedora con respecto a la etapa original, pero tan alejada del tono de ésta como son capaces crear. Que permaneciera inédita hasta hoy es tanto un crimen como una delicia para poder ser descubierta.