Siguen las aventuras de Conrad Paulson, el mejor ladrón de guante blanco del mundo. Todo empieza cuando Paulson decide abandonar su estela de crímenes y posar sus miras en sus excompañeros. Así, jura hacerse solo con lo que ha sido previamente robado para tratar de enmendar todos sus errores. Pero tal vez sea demasiado tarde para redimirse…
Título original: Thief of Thieves # 20-25
Planeta Cómic nos trae este mes una nueva entrega de esta serie policíaca creada por el polifacético Robert Kirkman, que cuenta en cada arco argumental con un guionista distinto. No obstante, habiéndole cogido el ritmo, Andy Diggle repite en el tercer y cuarto arcos, y Shawn Martinbrough permanece constante desde el principio.
Conrad Paulson, alias el ladrón internacional de guante blanco Redmond, desea más que nada en el mundo dejar atrás su pasado criminal y conseguir así una vida tranquila junto a su mujer y su hijo, pero sus excompañeros no se lo van a poner tan fácil.
Como si de una serie de televisión se tratase, los autores nos presentan esta obra estructurada en forma de capítulos y temporadas: cada número del tebeo es el equivalente a un episodio de televisión, con cliffhanger final y todo, y cada arco argumental de cinco números sería el equivalente a una temporada televisiva. Incluso el formato apaisado de las viñetas nos ayuda a identificarnos con el formato de pantalla grande (algo que no es nuevo, puesto que Millar y Hitch ya lo hicieron estupendamente en sus Ultimates).
Andy Diggle teje una historia de venganza, traiciones y violencia, con un protagonista reticente, criminal ya a su pesar. Un personaje a quien ya conocemos, si bien con otros rasgos y otro nombre: el criminal redimido, protagonista de tantas otras obras de ficción, que debe volver a las andadas aunque no lo desee. Pero la motivación de Paulson es voluntaria. Nadie le amenaza con matar a su familia, sino que es él el que desea dejar su pasado atrás para recuperarla.
Es, por tanto, fácil identificarse con el protagonista, puesto que ya conocemos su historia de otros libros, otras películas, otros cómics. Si Ladrón de Ladrones funciona es por establecer un ritmo perfecto, de principio a fin del arco, y dentro de cada uno de los números del tebeo. Es como esa serie de televisión bien montada, bien dirigida, que te deja al final de cada episodio con ganas de ver el siguiente.
Sobre el dibujo de Martinbrough poco podemos añadir. Yo, personalmente, le descubrí en Detective Comics, y aquí se revela como el autor perfecto para este relato de intrigas y oscuras tramas. Si bien en algún momento sus figuras pecan de cierta rigidez, consigue que cada personaje tenga unos rasgos faciales perfectamente definidos, y resulte fácil distinguir a cada uno sin tener que prestar atención a la ropa o al peinado. No es poca cosa, créanme.
Por cierto, que la AMC está desarrollando una serie de televisión basada en el tebeo. Anda que no se lo han puesto a huevo.