Ya hemos dicho por aquí en unas cuantas ocasiones, ya sea en el podcast o en los propios artículos de la web, que Injustice es la mejor serie que DC está publicando actualmente. La mejor serie de superhéroes de los de Detective Comics, que no la mejor de las ambientadas en su continuidad oficial, porque no es el caso. Injustice. Gods among us transcurre en el universo del videojuego del mismo nombre. Algo sorprendente, seguro, para los pocos que no lo sepan ya. Si nos dicen hace unos años que un producto de este estilo (del tipo adaptación sacacuartos de un videojuego o incluso de una peli) iba a alcanzar las cotas de calidad a las que llega Injustice. God among us, seguramente no nos lo habríamos creído.
Guion: Tom Taylor
Dibujo: Bruno Redondo, Mike S. Miller
Contiene: núms. 1 a 6 USA.
Editorial: ECC Ediciones
Formato: Rústica, 144 págs. A color.
Precio: 13,95 €
Esta sobresaliente colección, escrita por Tom Taylor y dibujada por Bruno Redondo y Mike S. Miller (entre otros), tiene varios rasgos diferenciadores que mantiene desde el ya lejano número #1, y que la distinguen de los productos sujetos a continuidad de su propia casa y de los de la competencia. El planteamiento inicial de Injustice es conocido por todos: En “otro mundo”, como es el caso, Superman asesina al Joker después de que este acabara con la vida de su amada Lois Lane. Acto seguido decide tomar cartas en el asunto y poner en marcha, junto a la mayor parte de la JLA, un plan global destinado a imponer a las bravas la paz mundial. Como no puede ser de otra manera un grupo de superhéroes rebeldes, encabezados por el obligatorio Batman, se opondrán a este reinado de los superhombres. La clásica división entre los que apuestan por la seguridad y los que lo hacen por la libertad. No es la primera vez que lo vemos.
No obstante, en este caso las decisiones de cada uno de los personajes se llevan hasta sus últimas consecuencias. Precisamente este es uno de esos rasgos diferenciadores de la colección. En Injustice todo lo que ocurre importa. La guerra entre Batman y Superman se cobra bajas de las de verdad, de las que no vuelven de la tumba a golpe de efectismo editorial. Cada muerte hace sufrir a los personajes y con ellos al lector. La indiscutible ventaja de no estar atados al canon hace que Tom Taylor disponga de una libertad absoluta para jugar con el Universo DC y hacerlo evolucionar en la dirección que él mismo crea correcta. Las formas son las de una serie de Image, o de la vieja Vertigo, pero con los héroes en mallas de los de toda la vida al mando.
El tebeo transmite la sensación de que, aunque sea a largo plazo, todo esto tiene un cierre que tarde o temprano acabaremos viendo. La esperanza de esa luz al final del túnel hace que la implicación a la hora de leer, al menos en mi caso, sea muy superior a la habitual con este tipo de productos. Los personajes van a ir a algún sitio, no sé a dónde, pero tiene pinta de que allí se van a quedar. En Injustice los acontecimientos trascienden, y eso es algo que le sienta muy bien a cualquier historia, también a las de superhéroes (aunque no estemos acostumbrados a ello), como ya veíamos por ejemplo en Invencible de Robert Kirkman.
Otra característica muy particular de este tebeo es su distribución en capítulos cortitos, de unas 10 páginas. La sensación es casi la de estar viendo una película, con trepidantes secuencias que trasladan la acción de un lado a otro de la geografía de nuestro planeta (y de lo que no es nuestro planeta). El efecto que produce esta estructura narrativa es muy agradable a la lectura. En estos tiempos de decompressive storytelling, leer Injustice es casi una balsa de aceite. La trama avanza a toda velocidad y en ningún momento paran de ocurrir cosas. En un único número el guion puede haber cambiado de dirección varias veces, resituando personajes y cambiando el estatus quo de forma fluida y dinámica. Sin miedo los cambios. Al fin y al cabo Tom Taylor dispone de todo el Universo DC para jugar, y las posibilidades potenciales de dicho universo son casi infinitas.
Y aquí es donde nos detenemos en uno de los grandes aciertos de la serie. Reconozco que después del exitoso primer año de colección me plantee si tenía sentido alargar mucho más las premisas que aquí se habían planteado. El sempiterno enfrentamiento entre Batman y Superman había funcionado de forma magistral, ¿pero la cosa daba para más? Ya lo creo que sí. En este primer volumen (de dos) del segundo año de la serie en las tiendas, Tom Taylor nos recuerda lo enorme que es el Universo DC, introduciendo nuevos actores y extendiendo las ramas de la historia por nuevos escenarios en los que quizá no habíamos reparado.
En esta entrega volvemos a esa Tierra pacificada por Superman. Los métodos neofascistas del superhombre llegan a oídos de los Guardianes de OA y es entonces cuando los Green Lantern Corps entran en escena. Como decíamos, la idea de Tom Taylor de abarcar la totalidad del Universo DC hace que las posibilidades de una historia como esta parezcan casi infinitas. El caso es que Ganthet y sus compañeros no están muy contentos con los modos fascistoides de Superman, más partidarios ellos de la libertad, y viajan a la Tierra a ver qué se está cociendo.
A estas alturas Superman ya es un villano a todos los efectos ¿o no? La Tierra es un vergel en el que no hay hambre, guerras, ni crimen. Además, en la dialéctica entre Clark y Ganthet, descubrimos que las posturas de los Guardianes tienen mucho de contradictorias. Salvando las distancias, con Superman me pasa como con el jefe de bomberos de la imprescindible novela Farenheit 451, de Ray Bradbury. La grandiosidad de aquel personaje que trabajaba quemando libros radicaba en su capacidad para convencerte de lo beneficioso de su empresa. Aquí pasa un poco lo mismo. Los argumentos Superman no son ninguna tontería, en ningún momento suenan estúpidos y es perfectamente posible identificarse con él. Por sacar a relucir una referencia de la distinguida competencia, los efectos positivos de su superdictadura recuerdan en parte a los hechos narrados en la famosa novela gráfica Emperador muerte, de David Micheline y Bob Hall.
El tebeo utiliza a los linternas humanos más conocidos. Kyle Rayner, Guy Gardner, Hal Jordan, John Stewart… Todos tienen su papel de relevancia en la historia, muy sorprendente en algunos casos y casi siempre perfectamente ajustado a lo que esperas de cada uno de ellos. Y si hablamos de los Green Lantern Corps parece inevitable la aparición de su némesis, los Sinestro Corps. La participación de Sinestro en la lucha, incrustándose como un guante en el dilema moral de fondo, es simplemente soberbia. Los paralelismos entre las motivaciones de Sinestro y las de Superman resultan evidentes. El líder de los Sinestro Corps se presenta como la imagen especular a futuro de en lo que podría convertirse El último hijo de Krypton si sigue adelante con el curso de acción actual.
Respecto al dibujo, como ocurre con bastante (demasiada) frecuencia en DC, el baile de artistas dentro del propio tomo es patente, pero hay que reconocer que en esta ocasión el esfuerzo de todos ellos por parecerse entre sí y no romper demasiado la línea del tebeo resulta notable. En general el dibujo cumple sin grandes alardes, pero adecuándose perfectamente a la historia en cuestión. Indiscutiblemente, de entre todos destacan los dibujos de nuestro compatriota Bruno Redondo.
Resumiendo, Injustice sigue siendo la mejor serie DC de grapa que los aficionados podemos comprar ahora mismo en nuestro país, y si sigue por estos derroteros tiene pinta de que tardará en ser desplazada de lo más alto del podio.