Continúa la recopilación en tomos en rústica a cargo de ECC Ediciones de una de las mejores series de superhéroes que se pueden leer en la actualidad, sino la mejor. Ya sabéis, Injustice. Gods among us es una precuela, por así decirlo, del videojuego del mismo nombre, pero esa circunstancia no es óbice, sino todo lo contrario, para que Tom Taylor desarrolle una de las series de supers más frescas y dinámicas del panorama actual. Hagamos memoria: En el primer año de la serie en las tiendas asistimos al asesinato del Joker a manos de Superman, después de que el primero acabara con la vida de Lois Lane. Devastado por la pena y los remordimientos, Superman pone en marcha, junto a buena parte de sus colegas de la JLA, un plan de ámbito global con el que pretende imponer por la fuerza la paz mundial. En contraposición a las pretensiones de convertir nuestro planeta en un lugar más seguro, surge un grupo de superhéroes rebeldes liderados por Batman (quién sino) que luchan por la libertad en un mundo que vira tácitamente hacia el fascismo posthumano. En el segundo año del recorrido de la colección, las consecuencias de las decisiones tomadas por Superman cobran dimensión cósmica. Los Guardianes del Universo toman cartas en el asunto y los Green Lantern Corps entran en juego. En el primer tomo asistíamos a la intervención de Ganthet y los suyos en los asuntos de la Tierra, disconformes con los métodos totalitarios recién adoptados por Superman. En esta segunda entrega se cierra la épica batalla entre las huestes de Superman, apoyadas por los Sinestro Corps, contra las fuerzas del planeta OA, conformadas fundamentalmente por los Green Lantern Corps y secundadas por los superhéroes rebeldes.
Guion: Tom Taylor.
Dibujo: Bruno Redondo, Julien Hugonnard-Bert, Mike S. Miller, Saleem Crawford.
Editorial: ECC Ediciones.
Formato: Rústica, 176 págs. A color.
Contiene: Injustice: Gods Among Us Year Two núms. 7-12 USA, Annual 1 USA.
Precio: 15.95 €.
Antes de nada quiero dejar claro que este segundo tomo que cierra la segunda mitad del segundo año -arf, arf- dedicado a Injustice, es lo más épico que un tebeo pijamero ha parido en los últimos años. No obstante, aunque los seis números que contiene el tomo destacan principalmente por sus secuencias de acción, con duelos del más alto nivel, y por sus innumerables sacrificios y heroicidades, hay que destacar que Tom Taylor sigue dialogando y desarrollando a los personajes como nadie lo hace. Injustice es pura épica, como decía, pero dentro de esa vorágine hay personajes con corazón que importan al lector. Por eso es tan grandioso cuando tiene que serlo. En este sentido, la entrega que hoy nos ocupa no baja el nivel. El inicio del volumen contiene una conversación entre Harley Quinn y Canario Negro absolutamente sensacional. El final consigue afectarnos de esa manera porque antes hemos asistido a situaciones como esta. Para quitarse el sombrero.
En la misma línea transcurre la guerra sucia contra las milicias de Superman en las calles de Gotham. La salud del Comisario Gordon sigue empeorando, y todo lo que ocurre a su alrededor tiene el potencial para ponernos la piel de gallina. El efecto que la lucha tiene en los superhéroes rasos y en los ciudadanos de a pie está formidablemente tratado. Por otro lado, las relaciones entre personajes del bando de Superman, el de los malos (ya oficialmente), tampoco están abandonadas a su suerte. Hal Jordan y Sinestro una vez fueron amigos, y los hechos recientes tienen su repercusión en aquella vieja y cercenada amistad.
La estructura de la serie sigue el esquema de los tomos anteriores. Capítulos cortos y ligeros enfocados al cliffhanger continuo, apuntalados casi siempre por one-liners inolvidables. Como apuntamos en la reseña del primer tomo, este formato basado en secuencias de pocas páginas, tan cinematográfico, resulta perfecto para el tipo de historia que nos quieren contar. Un acierto indiscutible que no parece que haya tenido calado en otros cómics del estilo.
El tomo se cierra con una guerra de superhéroes más grande que la vida. Cada una de las bajas se siente y se sufre. Todo lo que pasa en Injustice cala como si realmente hubiera ocurrido, sin la sensación de estar a la sombra de una reestructuración de continuidad que cambie las cosas y vuelva a dejarlas como estaban. Superman acaba como acaba, y las cosas ya no pueden volver al principio como si nada hubiese ocurrido. No hay redención para el Superhombre, ni para nadie en este caso. La adaptación sacacuartos de un videojuego, lo que a priori podría suponer un lastre para cualquier intento de hacer algo medianamente potable, se convierte en la virtud de la serie. La ambientación en este “otros mundos” de Injustice proporciona un espacio para maniobrar único en el panorama de supers mainstream. La trágica caída de los héroes uno tras otro, aún en un universo hipotético, ya me impresionó de chico en aquel What if? dedicado a Inferno por Danny Fingeroth y Ron Lim (más bien Marvelita que es uno). Aquí se logra esa sensación, pero refinada hasta la cuasi perfección. La guerra es monstruosa y espectacular como debe ser, pero sus implicaciones nos afectan porque son irreversibles, y porque cierran el desarrollo de unos personajes que nos importan.
En el apartado gráfico, como siempre asistimos a un incómodo baile de dibujantes, y como en los casos anteriores Bruno Redondo destaca por encima de todos ellos.
El tercer año será muy diferente. Tom Taylor introduce magia e innova mucho más, con el incomparable Constantine interviniendo por ahí. Y también triunfará en ese caso. Por eso mismo, y por la batalla de superhéroes más épica que he leído en años, Injustice es exactamente lo que busco en un tebeo de nuestro amado género.