Construir el mejor nido, desplegar un plumaje colorido o hinchar la papada, son algunas de las técnicas más socorridas de los pajarillos a la hora de buscar pareja… y a la mayoría les funciona. Sin embargo, el ser humano es bastante más complejo, y aunque adoramos esa complejidad, muchas veces viene acompañada de frustración. Por ello, un tebeo titulado Cómo hablar con chicas en fiestas, que además firma el gran Neil Gaiman, es motivo más que suficiente para llenar de esperanza a todos aquellos muchachos inquietos que nunca supimos cómo ubicarnos en las fiestas, y que perdíamos toda esperanza viendo como a algunos les valía con hinchar la papada.
Pero Neil Gaiman también nos la ha jugado. Lo que prometía ser la tabla de salvación del desubicado, acaba siendo otro relato en ese rincón onírico al que tanto disfruta volver una y otra vez el trovador de Portchester. De acuerdo. El señor Gaiman escribe realmente bien, y esta no es la excepción, pero queda pendiente lo del cortejo.
Cómo hablar con chicas en fiestas es una adaptación al cómic de un relato con el que Neil Gaiman logró ganar el premio Locus a mejor relato corto, y que acaba de publicar la editorial Planeta Cómic en España. El dibujo corre a cargo de los gemelos brasileños Fábio Moon y Gabriel Bá, cuyo arte ya hemos disfrutado en obras como Daytripper, y que en este Cómo hablar con chicas en fiestas han realizado un trabajo verdaderamente excepcional.
El relato parte de una premisa bastante sencilla: dos muchachos, Enn y Vic, en busca de la casa donde se va a celebrar la fiesta de su amiga Alison. El tema es que encuentran una casa… donde se celebra una fiesta… pero allí ni está Alison ni se la espera, y el lugar está repleto de chicas guapas. Chicas guapas la mar de extrañas, moviéndose todas ellas en esa fina línea que separa la tierna rareza de la locura «malrollera». Y así Gaiman consigue transformar lo que parecía un relato costumbrista, en otro viaje al limbo de la lírica donde todos las conversaciones entre el inocente Enn y las chicas suponen un galimatías para ese jovencito con las hormonas en efervescencia, que pese a su torpeza y poca comprensión del género opuesto, es sabedor de que todo lo que allí sucede es demasiado raro.
Hace poco comentábamos sobre la aclamada Vision de Tom King y Gabriel Hernández Walta, que conseguía tomar esa atmósfera propia de la fantástica serie Twilight Zone, para introducirla en el universo del personaje, consiguiendo un resultado genial. En Cómo hablar con chicas en fiestas hay un poco de eso, aunque de la mezcla del tono sci-fi con la delicadeza y sutileza del imaginario de Gaiman surge un producto diferente… diferente y estupendo. Junto con las teorías sobre sueños, poemas, océanos y cisnes taquiónicos a las que nos tiene acostumbrados el guionista, también encontramos momentos con turbios cambios de humor por parte de las chicas que consiguen inquietar tanto al lector como a los protagonistas.
Gran parte de la culpa del buen resultado del tebeo la tienen los dibujantes brasileños Fábio Moon y Gabriel Bá. Están soberbios. La línea es muy buena, pero el color a base de acuarela consiguiendo unos cambios de iluminación increíbles es sin duda alguna el punto más fuerte. El juego con las luces es un recurso vital del relato para transmitir la transformación de la atmósfera de la mano de los cambios de humor de las pintorescas muchachas.
Decía mi compañero tortero Enrique que es probablemente una de las mejores adaptaciones de un cuento de Gaiman, y podría serlo. No obstante, el hecho de que el autor domine los resortes de ambos medios, libros y cómics, ayuda y mucho.
Es un tebeo que hará las delicias de aquellos que gustan de ese refinado gusto de Gaiman por la abstracción y la lírica – sin olvidarnos de que los dibujantes están tan bien, si no mejor, que el guionista. La edición de Planeta en cartoné con las tapas envueltas en papel poroso con las acuarelas de Moon y Bá, y en un formato bastante grande, es bonita y está realmente cuidada, pero creo que su precio es algo elevado tratándose de un relato corto de 72 páginas.
Esperad… ¿por aquí se iba a la fiesta?