Grendel vs. La Sombra
Matt Wagner
Planeta Comic
2015
Ser seguidor en España tanto de Grendel como de la sombra es una labor bastante frustrante. De Grendel apenas está publicada una pequeña fracción de su producción americana repartida en un puñado de obras entre Planeta y Astiberri. Con la Sombra lo tenemos aún más complicado con tan solo algunas miniseries publicadas por Zinco totalmente inconseguibles y una edición de los 70 de la Editorial Rollán aún más imposible de localizar.
Afortunadamente Planeta Cómic ha decidido reintentarlo con ambos personajes y hace un año publicó un tomo con las historias clásicas de Dennis O’Neil y Mike Kaluta y a la espera de los prometidos omnibus de Grendel, nos regalan como aperitivo este cruce entre estos dos personajes de culto.
Y es que ambos personajes un grupo muy fiel, aunque quizá demasiado pequeño como para haber hecho viable hasta ahora su éxito comercial. La razón de esto quizá se deba más a la calidad de los autores que se han encargado de sus historias. La sombra además de los citados O´Neil y Kaluta ha contado con las firmas de Bill Sienkiewicz o Howard Chaykin, mientras que Grendel se ha visto bendecido por las firmas de Tim Sale, Edvin Biukovic, Teddy Kristiansen o, por supuesto, su creador Matt Wagner, que es además el autor completo de este tomo.
Asistimos en esta historia a un encuentro imposible entre el más grande maestro criminal de la historia y el más implacable de los justicieros en una obra repleta de sabor a pulp, que no duda en caer en las tramas forzadas e incluso en cierto exceso de simpleza para recuperar todo ese ambiente de las historias de los años 30. Así casi por casualidad, Hunter Rose, el primer Grendel, se verá transportado a 1930 por culpa de un hechizo encontrado en una vieja vasija robada. En los estertores de la ley seca Rose aprovechará para hacerse con el control de las familias mafiosas, hecho que La Sombra no puede dejar pasar.
Me reitero en la simpleza, pero no como una debilidad de esta obra, sino como un recurso hábilmente manejado que Matt wagner aprovecha para explotar las diferencias entre los dos protagonistas. La brutal violencia de Grendel queda mucho más de relieve en ese mundo donde las balas vuelan sin que nadie salga herido en el plano. Los personajes proceden como actores de un folletín realzando esa arrogancia tan extrema de Rose y esa rectitud enfermiza y dramática hasta el absurdo de la Sombra.
Estamos entonces ante una historia con los más arquetípicos elementos: los buenos, los malos, la femme fatale e incluso una pelea entre los dos protagonistas forzada hasta el extremo, pero todo ello medido como un instrumento de precisión por Wagner para guiarnos con absoluta fluidez. El autor nos dosifica cada ingrediente sin demasiada originalidad pero con una minuciosidad que no se puede describir de otra manera que sea la pura elegancia tanto a nivel de guión como de dibujo.
Que Matt Wagner es un maestro narrador no es ningún secreto y lo podemos ver a la perfección en este tomo. Wagner no se queda en un diseño de página impactante o ni siquiera en experimentos narrativos artificiosos como están tan de moda actualmente. El mérito de Wagner se centra de nuevo en la exactitud. Tanto las viñetas como los elementos de cada una de ellas funcionan todos a una en pos del dramatismo, movimiento o lo que requiera la escena que se esté contando en cada momento. Se requiere un gran oficio e inteligencia para llegar a tal grado de depuración narrativa, en definitiva, de esa elegancia de la que hablábamos antes y que es la palabra que define esta obra.
No quiere decir eso que no tenga flaquezas como ese trasfondo de malos tratos metido un poco con calzador o el giro final de la trama , que si bien es pulp 100%, se antoja un tanto innecesario, pero esta obra es tan elegante que no puedo acabar hablando de ella con ningún aspecto negativo, así que concluyo animándoos a que echéis un vistazo a las distintas portadas de esta serie, porque son una delicia compositiva y están tan bien pensadas que casi es una pena que les quiten el logo para reproducir en el interior.
Insisto, elegancia pura.