EDICIÓN ORIGINAL: Kawaite Sourou
GUIÓN: Kazuo Koike
DIBUJO: Goseki Kojima
FORMATO: Rústica, 256 págs. Blanco y negro.
PRECIO: 9,95 €
Cuando hacía pocos días que el octavo Tokugawa había heredado el shogunato, en medio de un mundo y de una situación política inestables, un hombre muy llamativo entró en Edo. Tenía los ojos rasgados y de una belleza estremecedora, y era tan guapo que parecía que hubiera salido de un grabado. Se trataba de Mondo Kainage, el nuevo catador de venenos recién empleado por la familia del shôgun. Sin embargo, unos ninjas de Koga habían urdido una intriga para atentar contra las vidas de Yoshimune y Mondo. Así empieza este manga histórico tan contundente como turbulento…
De la mano de Kazuo Koike y Gôseki Kojima, el tándem artístico reconocido internacionalmente por obras como El lobo solitario y su cachorro o Hanzô, el camino del asesino, nos llega esta obra ambientada en los siglos XVII y XVIII, dándonos a conocer los secretos del shogunato de manera arriesgada como nadie antes había hecho.
Hay editoriales que lo tienen muy fácil conmigo. Basta con publicar alguna de las obras de mis autores fetiche y ahí me tendrán con el dinero en la mano. Entre estos autores están Kazuo Koike y Goseki Kojima, quienes ya me enamoraron en pareja con esa joya que es El Lobo Solitario y su Cachorro (a Koike ya lo conocía por Crying Freeman de cuando Planeta publicaba el manga en tomos prestigio con sentido de lectura occidental; los mayores del lugar lo recordarán).
Tras el Lobo llegaron Asa el Ejecutor y Hanzo: El camino del asesino, y fueron cayendo puntualmente. Así que cuando ECC inició la publicación de El Hombre Sediento, me lo llevé sin siquiera hojearlo ni informarme de qué iba. Y oh, qué sorpresa.
Ya hablé de este tebeo en nuestro podcast dedicado a los samuráis (a partir del minuto 1:45:00, pero escuchadlo entero, que no llega a las 6 horas y no tiene desperdicio), pero claro, sólo había leído el primer tomo. Tras leer los siguientes números de la colección (ya he acabado el quinto), el Consejo de Sabios decidió que requería una reseña más extendida, con un nuevo enfoque.
El Hombre Sediento es el manga de samuráis más divertido que podéis encontrar hoy día.
En efecto, es un manga divertido, pero INVOLUNTARIAMENTE divertido. Me explico: el protagonista, Mondo Kainage, no sólo es el hijo del Shogun (con los privilegios que ello conlleva), sino que además es el mejor cocinero, el mejor experto en venenos, el más guapo, el mejor amante, el mejor espadachín… Es como si MgGyver y Michael Knight hubieran tenido un hijo en el Japón feudal. Pero encima, Mondo no es un tipo humilde, al que se le puede perdonar todo eso, sino que es un soberbio y un prepotente. Un sobrao, como dicen los jóvenes. Como Michael Knight, que cada vez que aparecía en pantalla mirando a una chica sabías que al final del capítulo se la iba a calzar. Y calzábasela.
En El Hombre Sediento ocurre lo mismo. Cada vez que los enemigos de Mondo le envían una asesina para acabar con él, sabes que inevitablemente la mujer caerá rendida a sus encantos (y a sus 16 centímetros de pene erecto, según él mismo). Con lo cual, cada episodio es un auténtico despiporre. Un festival de seducción y orgasmos pezoneros (que sí, que los hay).
Koike ya ha creado varios personajes machos alfa como Itto Ogami y Asaemon Yamada, pero eran asexuales. Yô Inomura, otro asesino infalible, en cambio, sí era irresistible para las mujeres, pero no era un pichabrava como Mondo. Tal vez sea la mentalidad sexual japonesa, que otorga a los hombres el rol activo y a las mujeres el pasivo, o tal vez sea sólo sólo cosa del guionista Koike, que tenía la crisis de la mediana edad (lo escribió a los 45 años). El caso es que con El Hombre Sediento yo esperaba algo del estilo de Hanzo, o incluso de Asa el Ejecutor, y me encontrado con la mejor comedia involuntaria de samurais (de verdad, lo hacen aposta y no les sale tan divertido).
Parte de la gracia de cada tomo es «a ver cómo seduce Mondo a la chica de turno», o «a ver con qué sobrada nos sale ahora». Hay un momento, en el quinto tomo, en que Mondo viaja con su esposa menor de edad (¿qué pasó al final con esa ley de no sé qué del sexo con menores en los tebeos?) y su amante. Y las mujeres lo comparten, y se llevan bien, y no se pelean, y se acuestan los tres juntos, porque Mondo tiene morcón para dos y para las que hagan falta. Y la técnica que usan los malos es «vamos a provocar a una de las chicas una menstruación tamaño Iguazú, y a la otra una lujuria irrefrenable, para que Mondo sólo se pueda acostar con una, y la otra se tenga que aguantar y mirar, y así sembramos la discordia entre el trío». En serio, toda la serie son perlas como ésta.
No me malinterpretéis. Artísiticamente, El Hombre Sediento está a la altura de Lobo Solitario, pero lo que la hacen especial son esas ocasionales meadas fuera de tiesto del guionista que no pueden evitar que al lector occidental de 2015 se le escape una carcajada. Muy recomendable.