El Hombre Sediento 8 (Kawaite Sourou vol. 8 JP)
Kazuo Koike Goseki Kojima
Rústica, 256 págs. Blanco y negro.
Enero de 2016
Por fin nos llega el último tomo de esta impresionante serie del tándem de autores Koike y Kojima. El volumen 8 de El Hombre Sediento concluye la historia de Mondo Kainage, el catador de venenos, el hijo del shogun, el amante, el espadachín… el hombre.
Como ya expresé en mis anteriores reseñas de esta serie (1 y 2), es una serie imprescindible, tanto para los seguidores de los autores como para los de los mejores cómics de samurais. Koike es experto en estas lides, y sabe definir a sus personajes y reflejar la cultura y el pensamiento de la época. Por su parte, Kojima, aunque aquí se le ve un trazo algo brusco, es sin duda uno de los autores que mejor sabe dibujar los trajes, las poses y las luchas a espada. Juntos han creado algunos de los mejores mangas de samurais de todos los tiempos, como El Lobo Solitario y su Cachorro, Asa el Ejecutor, Hanzo el Asesino…
Pero además, El Hombre Sediento es, como ya dije anteriormente, una obra con una lectura adicional: la cómica. Hacía tiempo que no me reía tanto con un cómic, y todas las personas a quienes se lo he mostrado coinciden en que no podría ser más divertido si lo hiciera conscientemente. En este tomo, Mondo ya ha abandonado su trabajo como catador de venenos del shogun y ha renunciado a los privilegios de su cargo, limitándose a vivir con sus tres amantes (sí, hijo, sí), en una pequeño negocio de alquiler de barcas. Las tres mujeres trabajan para él y se lo turnan cada día en la cama. Hasta ahí, todo bien. La gran vida, ¿verdad?
Pues Mondo se pasa el día descansando, jugando a esconder la sardina con sus amantes, y echando una mano a la policía local de vez en cuando para resolver algunos crímenes complicados. Porque, ¿no os lo he dicho? Mondo también es un excelente investigador forense. Parece que estemos en CSI Edo. Y los jefes de policía se mosquean, porque a ver qué se cree este niño bonito, por muy hijo del shogun que sea. Pero Mondo es un crack y les da sopas con honda a todos los policía y resuelve los casos prácticamente él solito.
Pero el mejor episodio es en el que Mondo apenas sale, porque una mañana desaparece, y sus amantes no tienen ni idea de dónde está, ni de cuándo volverá, y se dedican a tener la casa lista para que cuando vuelva lo encuentre todo a su gusto. Que es lo que cualquier mujer moderna y liberada haría, por supuesto. Y claro, sin un macho alfa que aplaque sus ansias libidinosas (porque Mondo es mucho Mondo), empiezan a salir a la luz rencores y envidias y las tres mujeres discuten por «su hombre». Unas risas, en serio.
Por un lado es una lástima que El Hombre Sediento haya terminado después de sólo 8 tomos, pero por otro es de agradecer que finalice en un punto álgido en vez de acabar degenerando (¿qué sería lo próximo, una cuarta esposa? ¿Un talento oculto de Mondo como genio informático?). A ver si ECC rescata pronto alguna otra joya oculta de Koike y Kojima.