Death Row. El corredor de la muerte
Guión & Dibujo: Marc Sans
Segundo dibujante: Oscar Perales
Rústica con solapas.
17 x 24,5 cm Blanco y Negro.
128 páginas
PVP: 13,95 euros (IVA incluido)
ISBN: 978-84-942199-7-9
Primera edición: diciembre 2015
Un brote vírico deja incomunicada la penitenciaría de Wolverstone. El cuerpo de seguridad de la prisión consigue tomar el control del edificio, acechado por centenares de víctimas convertidas en cadáveres vivientes. Pronto descubrirán que solos no podrán sobrevivir. Para seguir con vida deberán forjar alianzas con los reclusos, unir esfuerzos, y evitar juntos la amenaza del exterior. Death row está concebida como una obra única y autoconclusiva dividida en 14 capítulos.
No soy muy de seguir las modas. Tampoco me han interesado nunca los zombies (salvo un par de excepciones cinematográficas), y la serie Walking Dead me deja bastante frío. Por eso la moda zombie me causa en principio un rechazo instintivo: todo lo que huela ahora a zombies se me antoja oportunista y pasajero. No obstante, ante el ofrecimiento del editor de esta obra de leerla y reseñarla, no pude decir que no. Y me alegro de no haberlo hecho.
Yo siempre había tenido a los zombies no como muertos resucitados (Lázaro, el primer zombie), sino como personas cuya voluntad había sido anulada por medio de la hechicería. Lo otro, lo de los comedores de sesos, eran muertos vivientes, infectados, caminantes o como les quieras llamar, pero no zombies. Pero una vez más, internet se empeña en hacerme quedar mal.
Al final, lo que menos importa es de dónde han salido los zombies, cuál es el origen de la plaga. Lo que lleva adelante la historia es cómo afecta esto al resto de personas, cómo afrontan la nueva situación, cómo luchan contra ellos. Y lo más importante para ello es utilizar personajes creíbles, de carne y hueso (y sesos).
En el tomo que nos ocupa, Marc Sans (asistido por Óscar Perales) ha ambientado esta historia de acoso y violencia en el interior de una cárcel estadounidense, obligando a guardianes y presos a colaborar para sobrevivir. Si algo se le puede achacar al guion es de abusar de tópicos, en la creación de personajes, situaciones, escenarios. Bien es cierto que este tipo de historias se alimentan de tópicos, y lo que marca la diferencia es la manera de enfocar las relaciones humanas y hasta dónde somos capaces de llegar para sobrevivir (un buen ejemplo de esto es el Crossed+100 de Alan Moore).
No obstante, pese a resultar poco novedoso, la historia está muy bien llevada y los personajes son lo suficiente carismáticos para que nos permitamos identificarnos con cada uno de ese hatajo de cabrones egoístas, e incluso lamentar sus muertes. No diremos quién muere y quién no, pero no os encariñéis con ningún personaje, por si acaso.
El dibujo es otra historia. Su estilo oscuro, sucio y realista encaja como un guante al guion. Además, huye de las splash-pages y despliega abundantes viñetas por página, con lo que da para mucha lectura. Su estructura y ritmo cinematográficos, por otro lado, con cambios de secuencia al estilo del más puro cine Hollywood, mantienen al lector en tensión en todo momento.
Ya dije al principio que no soy fan de los zombies, pero este tebeo ha hecho que me coma mis palabras. Y me he quedado con hambre. Mucha hambre…