El cómic, como cualquier otro medio artístico, sirve como entretenimiento para los lectores. También puede tener una función didáctica. Pero en el caso que hoy nos trae aquí tenemos además una función terapéutica. Y es que, De Tripas y Corazón, es el reflejo de las vivencias de su autor durante una buena parte de su vida, sufriendo los efectos de una enfermedad digestiva. En los peores momentos, y como llega a reconocer en un pasaje, su libreta de dibujo era su única válvula de escape, la manera que encontraba de evadirse y dejar de pensar en los terribles síntomas que padecía. Esta es una obra dura, por momentos increíble por lo que cuenta, pero sobre todo supone un ejercicio visual absolutamente espectacular en el que se demuestra todo lo que una persona puede llegar a expresar en una hoja de papel.
La historia.
De Tripas y Corazón es una obra autobiográfica en la que el autor, Pozla, cuenta su odisea como paciente de enfermedad de Crohn, una enfermedad inflamatoria del intestino en la que aparecen una serie de lesiones ulcerosas a lo largo de intestino delgado y grueso produciendo desde dolor, diarrea, hasta posibles complicaciones tipo perforaciones, obstrucciones intestinales o infecciones. La enfermedad puede presentarse de diversas maneras, con mayor o menor intensidad. La forma que ha padecido el autor es de las más agresivas, como nos va explicando a lo largo del cómic. Impresiona, y mucho, que desde 2001 que comienza a presentar los síntomas no es diagnosticado, y por tanto orientado terapéuticamente, ¡hasta 2010! 9 años en los que fue etiquetado de nervioso, ansioso y casi que se inventaba los síntomas. Es una de las cosas que más me ha llamado la atención de la obra, puesto que con una forma tan llamativa clínicamente no entiendo por qué se tardó tanto en diagnosticar adecuadamente.
Pozla nos cuenta con detalle desde sus primeros síntomas, todo el calvario hasta llegar a un diagnóstico (esto más resumido que el resto) y sobre todo, el período en el que atravesó por una cirugía y varias complicaciones posteriores, hasta cómo llegó a su estado actual, en el que, aunque suponga un spoiler, para no ahuyentar a los que evitan obras dramáticas con malos finales, puedo decir que tiene un estado más que aceptable. De hecho, tengo que decir que la obra está escrita casi en un tono cómico. De humor negro, eso sí, pero cómico. Solo con apuntar el detalle de la introducción de una figura de narradores externos durante todo el relato que son los cuervos que hay junto al hospital donde transcurre gran parte de la obra os podéis hacer una idea del humor que gasta el autor… Otra podría ser que a sus médicos los dibuja con una túnica con capucha, como si fueran una hermandad oculta que conspira contra el resto del mundo.
El autor.
Rémi Zaarour, más conocido como Pozla, ha trabajado como pintor callejero, animador y dibujante de cómics (Monkey Bizness). En esta obra, se ha basado en una serie de ilustraciones durante su ingreso en el hospital para crear una historia. Ha ido construyendo el relato de su experiencia en torno a esa serie de ilustraciones y el resultado es de lo más impactante en lo visual.
La obra está dibujada con un estilo en continua evolución. Tenemos dos claros estilos diferenciados en ella: El del relato de su historia, con un estilo que me recuerda un poco al de Óscar, el dibujante de El Jueves, con un estilo muy a vuelapluma y casi caricaturesco, sin delimitación de viñetas, sin marco; y la otra parte y más interesante para el lector es la de sus sensaciones, en la que explota un estilo absolutamente instintivo y emocional: Dibujos en los que se deforma como persona, en los que sus intestinos llegan a dar forma a su cabeza, a servir de marco de la página o incluso de guía narrativa de la página… El cómic está realizado en blanco y negro, pero tiene pequeñas pinceladas de color, que se convierten en explosiones de color en ciertas viñetas, una vez más, las oníricas, con un uso de acuarelas con colores básicos y cálidos.
Pozla introduce una marca para indicar cuáles son las ilustraciones que fue realizando durante su estancia en el hospital. Esas imágenes por sí solas ya sirven para ilustrar su viaje, pero con todo lo que añade, lo convierte en una historia comprensible. Casi todas son espectaculares por uno u otro motivos, aunque hay una que me desgarró por completo, que es una ilustración en la que muestra lo que echa de menos a su mujer e hija. Muestra un dibujo con trazos agresivos y explosivos en los que se funde en un abrazo con ellas, sin delimitar claramente qué es de cada uno, pero con un impacto visual y en un momento concreto de la historia que resulta devastador.
Hay dos cosas que me han llamado la atención y que no he comentado hasta ahora: Una es la frialdad con la que retrata a los médicos y sanitarios en general. Eso me toca especialmente. Creo que esta obra deberían leerla muchos sanitarios para que nos viéramos reflejados en la vivencia del que tenemos enfrente cuando atendemos. No me siento en absoluto identificado con esos profesionales (de hecho, pienso que si han tardado 9 años en diagnosticar un Crohn, en Francia la sanidad es MUY mala…), y es más, pienso (o quiero pensar) que está un poco exagerado, con esas escenas en las que se muere de dolor, avisa a las enfermeras y pasan horas sin que acuda nadie. Pero repito, no nos vendría mal que esta obra estuviera al menos sugerida en las facultades como lectura importante para la formación.
También me gustaría comentar un poco el tema de su familia. En todo momento, Pozla habla con devoción sobre la paciencia de Maé, su esposa y cómo se hace cargo de una niña recién nacida y de un enfermo… Pero fijaos que echo en falta que en alguna de las más de 350 páginas hubiera hecho un ejercicio de transferencia con ella, que hubiera plasmado algunas páginas desde su punto de vista, que hubiera intentado ponerse en su piel. Porque es una obra autorreferencial casi exclusivamente. Y creo que 10 páginas centradas en el punto de vista de ella habrían enriquecido aún más el resultado final.
[Actualización]: Nos comentan desde la propia editorial que el autor en una de las presentaciones del libro, reconoció que era algo pactado entre el matrimonio con objeto de salvaguardar la intimidad de ella.
De Tripas y Corazón es una obra sobre el sufrimiento, sobre el poder terapéutico del cómic (y de eso ya hablé algo en la reseña de 17, vivir, revivir, sobrevivir y es algo que precisamente se defiende y difunde en el grupo recién creado Medicina Gráfica) pero sobre todo sobre la soledad. Me quedo con esas páginas con una pequeña viñeta rodeado por un enorme mar de espacio blanco y esa página en la que nos dice:
«Cuando mi rotulador se posa sobre una hoja, traza, rasca, ennegrece la página, el dolor se difumina… Es una forma de transformar toda esta mierda en una satisfacción.»
Con esta obra, el autor ganó el Premio especial del jurado en el Festival de Angoulême de 2016. Y muy merecido que está.
En definitiva, De Tripas y Corazón.
De Tripas y Corazón es una obra desgarradora, con una fuerza visual que te atraviesa, y que cuenta una historia de sufrimiento en una persona que, a pesar de que gestiona muy mal el dolor (por motivos que se explican), en ningún momento tira la toalla y continúa en la lucha. Para mí, sin duda, es lo mejor que he leído de largo en todo 2017 (con el permiso del segundo tomo de La Visión). Si te gusta el cómic, no puedes dejar de leerlo y sumergirte en esas sensaciones que Pozla refleja con auténtica maestría.
La obra está publicada por Dibbuks en un tomo cartoné de 20×20 cm, con 368 páginas en blanco y negro y color a un precio de 28€.
Lo mejor: Las ilustraciones durante su ingreso. Cómo transmite con sus dibujos. El humor negro. Todo, me ha encantado…
Lo peor: El lugar en el que deja a los sanitarios, el no ver el punto de vista de Maé.
Para sanitarios que ejercen y trabajan con pacientes. Para pacientes que quieran buscar un recurso para dar rienda suelta a su desesperación en malos momentos. Para los que amen el cómic, les tiene que gustar.