Casos Violentos
Neil Gaiman y Dave McKean
Violent cases USA
Noviembre de 2016
Cartoné, 64 págs. A color
ISBN: 978-84-16901-59-3
12,95 €
Publicada originalmente en 1987, Casos Violentos representó la primera colaboración entre Neil Gaiman (Sandman) y Dave McKean (Cages). Galardonada con el premio Eagle a la mejor novela gráfica, esta obra explora las implicaciones de la violencia, la capacidad de fascinación inherente a la infancia y la naturaleza caprichosa de la memoria.
Sería redundante decir que Casos Violentos es un cómic sobre la violencia, pero no hay mejor manera de definirlo. ¿Qué tiene la violencia que nos atrae tanto? ¿Por qué triunfan las películas violentas, los cómics violentos? ¿Por qué nos cuesta alejarnos de la gente que nos hace daño, aun sabiendo lo mucho que nos perjudican? Son preguntas a las que no es fácil responder en un cómic de 44 páginas, pero Gaiman y McKean tejen un relato breve, aunque cargado de emoción, que intenta indagar en la frágil memoria de un niño en busca de respuestas.
Un joven Neil Gaiman nos cuenta, como protagonista de este cómic, cómo su padre le rompió un brazo durante un incidente doméstico (un primer acercamiento a la violencia, aunque aquí involuntaria, a la que se ven sometidos muchos niños). El joven Neil entablará amistad con el osteópata que se ocupa de su rehabilitación, un viejo que, según cuenta, fue el osteópata de Al Capone, en los locos años 20 de Chicago. Tenemos aquí la segunda aproximación a la violencia, por un lado tal como la recuerda el viejo médico, y por otro como se la imagina el niño, ignorante del concepto de gángster.
También encontramos en este tebeo otras formas de violencia que sufren los niños, como la que se siente al asistir a una fiesta de cumpleaños donde no te encuentras a gusto (y que sabes que te han invitado por compromiso), o cuando tienes que soportar la actuación de un mago por complacer a los mayores, aunque maldita la gracia que te hace dicha actuación. La figura paterna, ese adulto siempre alto, siempre mirando desde arriba, siempre una sombra amenazadora, también impone una violencia silenciosa sobre el pequeño Neil. El recuerdo de ese brazo roto estará eternamente asociado a su padre.
He intentado acercarme a esta obra con la mente en blanco, como una tabula rasa sobre la que dejarme impresionar, pero reconozco que ha resultado imposible. A la fama que este cómic ya acumula (y que genera unas expectativas difíciles de obviar) se han unido circunstancias personales presentes y pasadas que han hecho que mi lectura se haya visto mancillada por (imperdonables) prejuicios. Y es por ello que Casos Violentos se me ha antojado un cómic que fue valiente y de planteamiento rompedor hace treinta años, de brillante ejecución gráfica, pero que se sustenta en una historia sencilla sin más, que da para un relato corto intrascendental, salvado tan solo por la parte gráfica.
A Gaiman se le ha definido en ocasiones como un one-hit wonder, un autor que conoció las mieles del éxito con Sandman, y que no ha vuelto a alcanzar semejantes cotas con ninguna de sus restantes obras (que son muchas). Pese a que no estoy de acuerdo con esta definición, la carrera de Gaiman como escritor se me hace muy irregular, y si bien cuenta con novelas y cómics de calidad contrastada, es Sandman aquélla por la que siempre es más recordado y la que marca el estándar con la cual todas las demás son comparadas. Este Casos Violentos, al tratarse de una de sus primeras obras (y la primera en colaboración con McKean), peca de ambición y, en mi opinión, no deja de ser un trabajo menor que, debido a diversas circunstancias de la época en que se publicó (unido a un premio Eagle), se ha convertido en un cómic de culto.
McKean, en cambio, es el verdadero protagonista del equipo artístico, puesto que resulta un dibujante extremadamente eficaz para plasmar la voluble memoria de un niño, en la que se confunden el recuerdo y la fantasía. Y es por ello que su dibujo alterna la caricatura con el retrato hiperrealista, el lápiz y el carboncillo con el collage fotográfico, y el blanco y negro con un inteligente uso del color. Semejante mezcolanza de estilos da al relato un aire onírico que da volumen a la sencillez del relato, y es el verdadero motivo para mantener este cómic en mi estantería.
En definitiva, ¿es Casos Violentos un tebeo imprescindible, como muchos dicen? Para responder a esta pregunta mi corazón y mi cabeza están enzarzados en una batalla que aún no tiene un claro ganador. Son evidentes los méritos de este tebeo, pero no dejan de chocar con lo sobrevalorado que me parece este Gaiman primerizo, que aunque apuntaba ya el gran autor en que se acabaría convirtiendo, aquí intenta resultar artificiosamente profundo y trascendente. Gaiman se mola demasiado a sí mismo, y este conato de egocentrismo me ha mantenido demasiado a distancia del relato.
Desde luego, la edición de ECC, que recoge los artículos de anteriores compilaciones y portadas de ediciones alternativas, es impecable, si bien el precio de 12,95 EUR por 44 páginas de tebeo se nos antoja algo excesivo, por mucho formato de álbum europeo que adopte.
Como curiosidad, en la escena del cumpleaños en que los niños están jugando a las sillas musicales, una señora interpreta al piano la canción tradicional inglesa O’er the hills and far away. Esta canción ha aparecido en numerosas compilaciones de música tradicional británica, interpretada por otros tantos artistas. Los más cinéfilos la conocerán por aparecer en la serie de telefilmes del personaje Sharpe, protagonizados por Séan Bean, pero no hay que confundirla con la canción del norirlandés Gary Moore, que posteriormente fue versionada por, entre otros, los finlandeses Nightwish y los españoles Saurom.
Aquí os dejo con la versión de Connie Dover (la letra sigue la versión de D’Urfey, que es la que aparece en Casos Violentos) y el vídeo musical de Gary Moore. ¡Que los disfrutéis!