Tras el intento fallido de crear su propia cosmogonía superheróica en los años 90 (mala idea) Dark Horse volvió a la carga con bastante más acierto hace unos pocos años. La editorial norteamericana relanzó algunas de sus series de los 90, las que no fueron un desastre absoluto, como X, y rescató varios héroes clásicos de cuyos derechos se había apropiado, sean Brain Boy o el protagonista de la serie que hoy nos ocupa: el Capitán Midnight. Precisamente de las páginas de Capitán Midnight surge el Proyecto Black Sky, línea argumental común a todas las series y que daría nombre a un nuevo universo compartido de superhéroes. Uno más, por si no había suficientes, pero esta vez en las independientes manos de la editorial Dark Horse.
Guion: Joshua Williamson.
Dibujo tomo 1: Fernando Dagnino, Victor Ibáñez, Pere Pérez y Roger Robinson.
Dibujo tomo 2: Eduardo Francisco, Dennis Culver y Dave Stewart.
Editorial: Aleta Ediciones.
Características: color, rústica, 112 páginas.
El Capitán Midnight surge en el año 1938 en forma de onda de radio, en uno de aquellos seriales tan populares por la época. Todo muy pulp, aunque no pulp puramente. Sus aventuras no tardarían en propagarse por otros medios como el cine, el cómic o la literatura. El personaje vive sus momentos de mayor popularidad durante los años 40, llegando incluso a protagonizar su propia serie de televisión en la siguiente década de los 50… Y eso es prácticamente todo hasta el siglo XXI. En 2011 Dark Horse relanza el personaje y en 2014 sus nuevas peripecias ven la luz en nuestro país de la mano de Aleta Ediciones. En el momento en el que se escriben estas palabras podemos acceder concretamente a las dos primeras entregas de dicha colección.
El primer volumen publicado plantea la presentación y reubicación del Capitán Midnight en nuestro tiempo. Básicamente, el héroe retro -brillante ingeniero de día, justiciero antinazis por la noche, o por la medianoche más exactamente- se materializa en el siglo XXI directamente desde 1944 subido a un bombardero de la segunda mundial. La excusa para el viaje en el tiempo es el Triángulo de las Bermudas, así de sencillo, y el portaaviones norteamericano que captura a nuestro añejo héroe simplemente pasaba por allí.
Así, a ritmo de narración muy clasicote, van apareciendo en escena toda la galería de secundarios que rodean al Capitán Jim Albright, AKA Midnight. El piloto Rick Marshall hace las veces de sidekick de los nuevos tiempos, más cercano a un fanboy entusiasta de las hazañas bélicas de la 2WW, donde Mr. Midnight peleó como un auténtico héroe americano, que al típico justiciero adolescente convenientemente situado para que el personaje principal no tenga que hablar solo. Junto a ellos, Charlotte Ryan es la heredera de una de los compinches de Midnight en los años 40, y el equipo se cierra con el obstinado Agente Jones. Por supuesto la amenaza Nazi sigue vigente, aunque encubierta detrás de una gran corporación dirigida por la hija de un antiguo enemigo del Capitán, la despampanantemente malvada y eternamente joven Fury Shark.
Como decíamos, el Capitán Midnight es un personaje veterano, de mediados de siglo, y eso se hace notar. El sabor nostálgico que desprenden las viñetas se hace patente a lo largo de toda la serie. El tipo de aventuras que se nos plantean y el ritmo de la narración evocan claramente a los tebeos de la Golden Age, aunque adecuadamente adaptados a los tiempos que corren. Precisamente el tono pulp y retro de este primer volumen se refuerza con un flashback donde se recrean los modos estéticos de esos otros tiempos, en el que se narra el desenmascaramiento del Macabro Piloto Fantasma, un villano muy vintage, en un caso de investigación que por otro lado recuerda bastante a cualquier capítulo de Scooby-Doo.
Y ahora que hablamos del caso del Piloto Fantasma, es necesario destacar que los misterios forman una parte importante de la estructura general del tebeo (entendido éste como serie regular, por episodios). El origen del Capitán, el proyecto Black Sky, la ascensión de Fury Shark… En el primer tomo se plantean todas estas preguntas y alguna más, de forma clara y sencilla, pero la verdadera diversión no llega hasta que empezamos a conocer las respuestas.
A priori, la apuesta de la serie por dicho retrofuturismo pulp resulta suficientemente atractiva. No obstante, la ejecución a manos del guionista Joshua Williamson en este primer volumen, aunque es correcta, se queda a medio camino entre el homenaje y la actualización verdaderamente rompedora. En estas primeras páginas la trama y los diálogos tienen un aire muy naif, que no genera rechazo, pero tampoco el interés suficiente. Por otro lado, dado el tipo de historias, parece inevitable acordarse de Alan Moore y de sus ABC cómics. Capitán Midnight no deja de intentar rescatar el mismo espíritu, pero definitivamente Williamson no está a la altura del mago de Northampton.
El primer volumen de Aleta contiene el número #0 de Captain Midnight, publicado en el Día del cómic gratis USA 2013, y los primeros tres números de la serie regular. Dicho número #0 está dibujado de forma magistral por Victor Ibáñez, Pere Pérez y Roger Robinson. El cuidado con el que se representan las máquinas de guerra, ya sean del pasado o del presente, y la belleza de algunas escenas en el mar hacen que ya solamente por el dibujo merezca la pena iniciarse en este tomo de Capitán Midnight. A continuación Fernando Dagnino se hace cargo de la serie regular, cumpliendo, pero bajando visiblemente el nivel.
Sentadas las bases, el segundo volumen (que contiene los números del #4 al 7 USA) se centra en historias sueltas en las que empezamos a saber más sobre el Capitán Midnight, y donde sus relaciones con el resto de secundarios se van desarrollando con paso firme. En este tomo los misterios planteados se van revelando muy poquito a poco, dando a la serie ese aire de historia río con aventuras autoconclusivas que esconden una trama principal mucho más interesante por detrás. La estructura de tantas series de televisión de éxito de hoy en día o, mucho antes, la de la típica serie regular de tebeos americanos.
En este segundo número se presenta al Capitán Midnight como un hombre fuera de su tiempo. En este sentido, el rollo machista simpático que se trae con la chica del equipo, Charlotte Ryan, me parece fallido y sin gracia (si te pones hazlo bien, aquí no cabe la candidez), pero la violencia con la que se emplea Midnight en sus enfrentamientos con el enemigo Nazi, congruente y propia de un soldado de la Segunda Guerra Mundial, así como ese patriotismo pasado de moda, pienso que quedan estupendamente en viñeta. También se presentan villanos muy interesantes como la máquina de matar Hollow, que en cierto modo recuerda a Doomsday, o el héroe fascista Skyman, legado del Capitán Midnight original y heredero de ese patriotismo brutal pero inocente desvirtuado por los nuevos tiempos.
Joshua Williamson escribe con buen pulso. En tramas donde abunda la acción, los misterios se van desvelando en dosis perfectamente medidas para que el interés se mantenga a lo largo de todo el relato. El estilo narrativo clásico y sencillo se mantiene, pero si bien al principio podía resultar un recurso empalagoso para una historia que ya tenía un enfoque bastante inocentón, a medida que la trama avanza y el relato se llena de matices empezamos a valorar que todo esté perfectamente explicado. Los detalles escabrosos y algo más macarras, con cuentagotas, van entrando en escena, y los personajes presentados de forma un poco ramplona en el primer volumen empiezan a importarnos. Y para aumentar el atractivo, el dibujo, a cargo de Eduardo Francisco, es muy correcto, detallado y completamente apropiado al tipo de historia. Todo funciona a la perfección en este segundo tomo y las ganas de pasar página y continuar leyendo se multiplican.
En definitiva, Capitán Midnight es una serie de superhéroes que, a priori, puede resultar innecesaria, insignificante entre las montañas de tebeos del estilo publicados cada mes, que empieza de forma titubeante, pero que se hace fuerte viñeta a viñeta y que termina por enganchar al lector aficionado a este tipo de historias. El potencial de lo planteado aún deja mucho margen para la exploración. La nostalgia y el clasicismo van a seguir ahí, y si los siguientes tomos continúan por la senda marcada en esta segunda entrega, yo también.