Star-Lord fue creado originalmente por Steve Englehart y Steve Gan en enero de 1976 para el número cuatro de la colección Marvel Preview. Dicha cabecera funcionaba a modo de cajón de sastre en el que cabían algunos de los héroes Marvel más pijameros (el número #1 fue dedicado al mismo Castigador) mezclados con personajes literarios, como Sherlock Holmes, o salidos del catálogo más pulp de la propia Marvel, como Blade o Satana. El tebeo situaba a Star-Lord en un futuro superado, pero no muy lejano para la época (1987), en el que la carrera espacial había tomado gran relevancia. El nacimiento y origen de Peter Quill propuesto por Englehart y Gan mostraba elementos que a la postre han terminado cambiando, o directamente han desaparecido. Sean: Un padre resentido al descubrir que el verdadero progenitor de la criatura no era otro que Jason de Esparta; Una Meredith Quill que también muere a manos de extraterrestres, pero enlazando los hechos con un avistamiento OVNI, muy a la manera de los 70; Después un orfanato; Y finalmente la Academia de Astronautas de la NASA en Houston. El Star-Lord de aquella época era frío y distante, muy alejado del personaje bailón que se popularizaría en el siglo XXI.
Cuando Keith Giffen recupera el personaje a principios de siglo, ni él ni sus sucesores (Abnett y Lanning) dan explicaciones acerca de su pasado. No obstante, su Star-Lord tenía más puntos en común con el original que la versión actual del personaje. Posteriormente, en el Los Guardianes de la Galaxia vol. 3 #0.1 (2013), Bendis reescribe su punto de partida, usando como base lo contado por Englehart y Gan, pero alejándose en muchos puntos y, sobre todo, desechando por completo ese 1987 alternativo. Con el estreno el 1 de agosto de 2014 de la película de esos mismos Guardianes de la Galaxia, Star-Lord alcanza cotas de popularidad nunca antes imaginadas. Es en la peli de James Gunn donde nace el forajido espacial simpático, descarado, ligón, un poco ridículo y un tanto sentimental que conocemos hoy día. A partir de ese momento, en las series regulares en las que aparecía el personaje (fundamentalmente en Los Guardianes de la Galaxia) y en las suyas propias, comenzaron a darse pinceladas del pasado de Quill. Pinceladas que se ajustaban a lo relatado por Bendis, pero que borraban todo rastro de la historia original. Finalmente, en la Absolutamente Nueva y Diferente Marvel, Sam Humphries y Javier Garrón aceptan el reto de detallar el verdadero origen canónico del Legendario Star-Lord, conectando donde Bendis lo había dejado. Un «Año Uno» en toda regla, como el mismo Humphries dice.
Guion: Sam Humphries.
Dibujo: Javier Garrón.
Editorial: Panini Cómics.
Formato: Libro con solapas. 184 páginas.
Contiene: Star-Lord v2, 1-8 USA.
Precio: 16.50 €.
Este segundo tomo dedicado a Star-Lord publicado por Panini Comics, contiene los primeros ocho (y únicos) números de la colección pertenecientes al volumen 2 USA de la serie dedicada al personaje. Las mencionadas primeras andanzas de un joven Peter Quill se relatan en los primeros cinco números del tomo, mientras que los tres últimos incluyen una historia centrada en la relativamente moderna relación entre Star-Lord y Kitty Pryde.
El tebeo arranca con un Peter Quill adolescente enrolado en la NASA como mozo, mecánico y proyecto de astronauta que se entrena en secreto cada noche. El contexto recuerda al del futuro alternativo de 1987 de Englehart y Gan. Aquí también asistimos a una agencia espacial de miras muy altas, que aprovecha los restos de tecnología extraterrestre que no dejan de caer por la Tierra marvelita (algo lógico, por otro lado) y que pretende colonizar nuevos planetas. Humphries propone un Peter Quill que desde muy joven mira al espacio en busca de venganza, enlazando los hechos con el relato de la trágica muerte de su madre a manos de los Badoon contado por Bendis. Rápidamente la historia coloca al joven Quill viviendo mil y una aventuras en el espacio: de pirata espacial a héroe terrano, pero siempre a su bola y con la duda y la inexperiencia por bandera. Como es de esperar, este Star-Lord tiene mucho más de patético y ridículo que el original, y eso es decir mucho.
El tono de la historia tira por la aventura de naves espaciales a lo Star Wars (o la propia peli de Los Guardianes) abandonando el espíritu original del universo cósmico marveliano, forjado principalmente por las manos de Jim Starlin, donde la fantasía se imponía. La cercanía con la peli de Los Guardianes también se aprecia en el reciclado de personajes y los ejercicios de retrocontinuidad metidos a machete. En este sentido, Yondu es reconvertido para la ocasión de Guardián de la Galaxia del año 3000 a pirata espacial interpretado, podría decirse, por un joven Michael Rooker. Reconozco que no sé cómo afecta este tema a la continuidad, y, la verdad, tampoco es que me importe mucho. En general, en estos cinco primeros números asistimos a un tour de force por el espacio plagado de aventuras y muy bien dibujado, en el que el guionista se esfuerza en conectar retazos de continuidad que, como hemos visto, ya han perdido toda razón de ser. No obstante, lo mejor del tomo está por llegar.
Los tres últimos números USA que incluye el tebeo contienen un arco argumental dedicado a la relación amorosa entre Peter Quill (ya adulto) y Kitty Pryde. Relación metida con calzador de dos treintañeros que no saben en qué dar, tan propia de nuestros tiempos, y que siempre resulta interesante. En este caso el popular Coleccionista (también de emociones) rapta a nuestra pareja favorita del Universo Marvel para extraer la verdad acerca del motivo de su ruptura. Comedia romántica y enredos amorosos a lo John Hughes, pero en el espacio. La Chica de Rosa conoce Flash Gordon. Humphries propone un espectáculo televisivo centrado en los chismorreos sobre Kitty y Peter que recuerda mucho a las historias ambientadas en Mundo Mojo desarrolladas entre finales de los ochenta y principios de los 90 en los tebeos de la franquicia mutante. Más concretamente, aunque sin llegar a la excelencia de aquellas tramas sin Mojo de por medio, la historia podría traer de vuelta a nuestras mentes las sensaciones de los primeros números del Excalibur de Claremont y Davis, guiño entre ese maravilloso público forzoso incluido.
En cuanto al trabajo a los lápices de nuestro compatriota y tortero original Javier Garrón, hay que destacar por encima de todo los sensacionales diseños de naves espaciales y entornos tecnológicos que es capaz de poner en escena. La sensación de maravilla necesaria para los primeros números de la historia es aportada por el gaditano con pulso firme. Ese coleccionista a lo David Bowie o las distintas versiones de Kitty y Star-Lord dan buena cuenta del estilo hilarante que la segunda parte del tebeo necesita. Todo esto unido al manejo de las expresiones faciales exageradas, un poco a lo cartoon, convierten a Javi en el dibujante perfecto para el tebeo que hoy nos traemos entre manos.
En definitiva, Legendario Starlord #2 contiene una historia de orígenes suficientemente interesante que gustará a los fans de las aventuras de naves espaciales. Pero, en mi humilde opinión, el tebeo acaba destacando por un inesperado arco argumental romántico y humorístico (menor e intrascendente, pero mucho más adecuado a las capacidades del escritor, me parece a mí) que termina por resultar ciertamente delicioso.