Es la hora de las tortas!!!

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Reckless 3: Destruir a todos los monstruos

Reckless 3: Destruir a todos los monstruos
Guion
Ed Brubaker
Dibujo
Sean Phillips
Color
Jacob Phillips
Formato
Cartoné. 18,3 x 27,7 cm. 144 páginas. Color
Precio
20€
Editorial
Panini Comics . 2022
Edición original
Destroy all monster: A Reckless book (Image)

Me vais a permitir comenzar la reseña de Reckless 3: Destruir a todos los monstruos de un modo no del todo ortodoxo, llevándolo un poco a lo personal. Son ya casi 20 años lo que llevo escribiendo reseñas de cómics en distintas webs. Eso implica que, para bien o para mal, he desarrollado una cierta actitud ante la lectura de cada cómic que me lleva a tratar de desmenuzar las distintas partes y destilar las esencias, una predisposición analítica. Sin embargo, de vez en cuando hay algún tebeo que logra que me olvide de todo eso y me sumerja en la historia de manera completamente inconsciente, que me desarma como «crítico» — con todas las comillas que queramos — y que, al terminar su lectura, lo único que soy capaz de decir viene a ser «¡Buah! ¡Lo que mola este tebeo, tio!».

Reckless 3: Destruir a todos los monstruos

En fin, pero como hay una reseña que escribir, al final hemos vuelto atrás y repasado Reckless 3: Destruir a todos los monstruos con la guardia un poco más alta y la lupa —aunque no creáis que con mucho más éxito —. En cierto modo, y como hemos comentado al reseñar otros volúmenes anteriores de Reckless, casi parece ser esta la intención de Brubaker y los Phillips. Tras explorar el género negro desde todos su ángulos, es como si hubieran decidido ir a su forma más pura, sin pretensiones, metatextos ni fines iconoclastas. Brubaker y los Phillips han descubierto que pueden dedicarse «solo» a tejer grandes historias de buenos y malos, con acción, violencia y todo lo que saben que nos gusta.

Así nos llevan a un nuevo caso de Ethan Reckless, que pone el foco sobre los intereses inmobiliarios y presta algo más de voz a Anna, la ayudante de Reckless, que comienza a brillar con luz propia, saliendo del segundo plano hacia un lugar en la serie más cercano al «igual a igual».

Y es que aunque haya algo de paternalismo por parte de Reckless — ¿qué le vamos a hacer? Nadie es perfecto — uno de los alicientes de Reckless 3: Destruir a todos los monstruos es que asistimos a lo que llamamos un bromance — con b— entre un hombre y una mujer heterosexuales. El llamado bromance, ese genero tan común en la acción masculina — pensemos por ejemplo en la historias de guerra de Garth Ennis — es un canto de amor la amistad en su forma más pura, pero por algún motivo en la ficción este tipo de amistad desaparece cuando los protagonistas son heteros de distinto sexo. Lo más normal es que en estos casos la cosa derive en quitarle la b y caer en el romance, pero en Reckless podemos ver el cariño mutuo que Ethan y Anna se tienen, que incluso un poco manchado de paternalismo, se parece mucho más al de aquellos dos soldados en la guerra que al de las parejas clásicas románticas de Hollywood.

Reckless 3: Destruir a todos los monstruos

Todo esto nos hace amar un poco más a Ethan y Anna que son el vehículo de la historia, pero en este caso las historias detectivescas de Reckless no surgen de los personajes sino siempre de un agente externo y es a través de ellas donde generamos la entidad que cada novela separada. En este caso se ponen tras la pista de un magnate inmobiliario, que a su vez nos dejará al descubierto los intereses que maltrataron el sur de los Ángeles durante los 80 y los 90. Pero de nuevo, la crítica social tampoco es el objetivo de Reckless 3: Destruir a todos los monstruos.

Lo realmente importante es que en cada novela, con los dibujos más descuidados que jamás no ha dado Sean Phillips, pero más en el clavo que nunca, con esa paleta raída de Jacob Phillips, como si se nos hubiera quedado el tebeo abierto al sol, con esa ingente cantidad de texto que sorprendentemente fluye en la lectura como no debería, volvemos a caer en la manera tan absorbente que este equipo tiene de contarnos cada historia. Es como sí… ¡Buah! ¡Lo que mola este tebeo, tio!