Es la hora de las tortas!!!

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Raíces de ginseng, de Craig Thompson

Raíces de ginseng, de Craig Thompson
Guion
Craig Thompson
Dibujo
Craig Thompson
Traducción
Óscar Palmer
Formato
Cartoné, 448 páginas, bitono
Precio
30 €
Editorial
Astiberri. 2024
Edición original
Ginseng Roots USA

Han pasado ya veinte años desde que descubrí la obra de Craig Thompson. Allá por 2004, un amigo me recomendó fervientemente Blankets. Lo compré, aunque no sin un cierto recelo: era un cómic en blanco y negro que costaba treinta y cinco euros, casi seis mil de las pesetas de un par de años antes. Era uno de los cómics más caros que había comprado hasta entonces. Lo leí y se convirtió inmediatamente en una de mis obras preferidas del medio, y sigue siéndolo a día de hoy. Desde entonces, sigo fielmente a Craig Thompson, y cada una de sus obras es lectura obligada. Vamos a ver qué nos encontramos en Raíces de Ginseng, su primera obra larga desde Almóndigas del espacio (2015), y la primera para un público adulto desde Habibi (2011).

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La expresión «volver a las raíces» nos habla de regresar a los orígenes, de retomar aspectos pasados de la propia vida, como el lugar de origen, la familia o las enseñanzas que forjaron nuestra personalidad. En el caso de Craig Thompson, esta expresión metafórica es también literal. Vimos una parte de su infancia en Blankets, donde nos contó cómo era la relación con sus padres y su hermano en el pequeño pueblo rural de Wisconsin en el que creció. En esta nueva obra, nos cuenta otra parte de su infancia. Una niñez trabajando en el campo, recogiendo las raíces de ginseng que dan título a la obra. Ese es el punto de partida de este libro, el relato en primera persona de alguien que ha sufrido en sus propias carnes el trabajo infantil en el último cuarto del siglo XX en un país supuestamente del primer mundo.

En Raíces de Ginseng, el autor no solo nos abre una ventana a su infancia, sino que también nos presenta la historia del ginseng, una planta que se ha cultivado en su Wisconsin natal durante generaciones. Desde el primer momento, conecta lo personal con lo global, revelando cómo la explotación del ginseng conecta a pequeños agricultores de Estados Unidos con mercados y consumidores en Asia. Esta dualidad —lo pequeño y lo grande, lo local y lo mundial— es una idea alrededor de la que gira buena parte de la obra, y es algo que Thompson maneja con una sensibilidad y una habilidad que ya hemos visto en sus trabajos anteriores.

El ginseng se convierte así en una metáfora de las conexiones ocultas entre las culturas, de cómo algo tan mundano como una planta puede tejer historias de migración, explotación laboral, tradición y comercio. Sin embargo, lo que realmente da fuerza a Raíces de Ginseng es cómo estas historias globales están siempre pasadas por el filtro de la experiencia íntima y emocional de Thompson. Una experiencia que, de la misma forma que ocurría en Blankets, tiene experiencias comunes que conectan al autor de un pueblo pequeño estadounidense con un lector de ciudad grande de España. Alguna escena que cuenta en este libro el padre del autor la podría haber contado perfectamente mi propio padre, vivida en el Madrid de los años 60.

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Thompson no idealiza los recuerdos de su infancia. Al contrario, su historia nos muestra la dureza, la monotonía y el agotamiento físico del trabajo infantil en el campo, no romantizando el pasado, pero tampoco condenándolo. En lugar de eso, presenta la experiencia con una mezcla de nostalgia y reflexión crítica. Las dinámicas familiares, condicionadas por el duro trabajo en el campo, el contraste entre la pobreza de los campesinos y la prosperidad que el ginseng aporta a otros eslabones de la cadena, y la relación entre Thompson y su hermano Phil -que dibuja algunas páginas del tomo- son temas recurrentes en la obra.

En el apartado gráfico, Raíces de Ginseng está a la altura de lo que esperábamos de Craig Thompson. Sus trazos delicados, detallados y expresivos nos trasladan a los campos de Wisconsin, a interminables jornadas de trabajo bajo el sol, y a las noches de reflexión en la soledad del campo. El bitono en el que está realizada esta obra, en lugar del blanco y negro habitual en el que suele trabajar, permite que destaquen determinados elementos clave en ciertas escenas, además de potenciar la sensación de nostalgia omnipresente en una obra con la que el autor mira hacia atrás en su vida habiendo pasado ya el ecuador de la misma. Cada viñeta está cuidadosamente construida para transmitir no solo la historia, sino también el sentimiento detrás de la misma. Es en estas pequeñas escenas donde Thompson realmente brilla, capturando la belleza de lo mundano y lo cotidiano de una manera que pocos autores logran.

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Uno de los aspectos más interesantes de Raíces de Ginseng es cómo Thompson no se limita a hacer una obra puramente autobiográfica. A lo largo de la serie, introduce elementos de investigación histórica y cultural, explorando cómo el ginseng ha sido una planta central en las relaciones entre China y Estados Unidos a lo largo de los últimos siglos. Desde un enfoque más amplio, también nos muestra cómo el trabajo de su infancia en los campos de ginseng era inseparable de las redes económicas globales que conectaban su pequeño pueblo con los mercados de Asia. Esta investigación no es solo un trasfondo, sino una parte integral de la obra. Al mostrar cómo se ha cultivado históricamente el ginseng, Thompson nos invita a reflexionar sobre temas más amplios: la explotación laboral, el colonialismo, y las conexiones entre las economías locales y globales. Todo esto sin perder de vista lo más personal de su relato, lo que convierte a Raíces de Ginseng en una obra que funciona a varios niveles.

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Raíces de Ginseng es, en última instancia, una obra sobre el pasado, pero no en un sentido meramente nostálgico. Craig Thompson mira hacia atrás no solo para recordar, sino también para entender mejor su vida actual. Y en cierto modo, tenemos aquí un repaso a toda su carrera. Tenemos su infancia como en Blankets, la exploración de otras culturas como en Habibi, un diario de sus viajes por el mundo como en Cuaderno de viaje… incluso tenemos toques cartoon, las escenas de Chico Ginseng, que nos hacen pensar en Adiós, Chunky Rice o Almóndigas. Esperemos que esta mirada hacia atrás sirva para coger impulso y seguir adelante con fuerzas renovadas, aunque a lo largo de esta extensa obra también nos deja caer que se ha planteado si merece la pena seguir adelante en un medio que le ha dado tantas alegrías como sinsabores.

Esta obra no tiene la magnitud emocional de Blankets, ni la épica de Habibi, pero no lo necesita. Raíces de Ginseng es una obra más pequeña, más íntima, y precisamente por eso, quizá, más poderosa. Nos recuerda que nuestras raíces, tanto físicas como emocionales, están siempre conectadas a algo mayor. Y en manos de un maestro como Craig Thompson, esa conexión se convierte en una obra de arte.