Tengo que reconocer que a veces soy masoca. Como lector (ya sea de novelas o de cómics) tiendo a buscar historias de superhéroes, de fantasía, de ciencia ficción. Pero reconozco que cuando se pone a tiro un buen drama tampoco le hago ascos. Es más, cuanto mayor sea el drama, más sugerente me parece la obra para ver cómo el autor o autora logra reflejar un sentimiento abstracto como es el dolor o la tristeza al papel. Por eso cuando tuve la posibilidad de leer la novela original “Quiero comerme tu páncreas”, no dejé pasar la oportunidad.
“Quiero comerme tu páncreas” de Yoru Sumino, es una una novela japonesa que vió la luz originalmente en el año 2014 en formato web serializada por capítulos. Posteriormente contó con la edición impresa y no tardó en ser adaptada el manga con ilustraciones de Iduni Kirihara (aquí lo editó ECC en un integral). También ha contado con dos adaptaciones en formato Live Action y anime. Con esto os podéis hacer una idea del enorme éxito y trascendencia que obtuvo este relato.
Ahora es la editorial Planeta de Agostini (a través de su sello Crossbooks) la que nos ofrece la novela en nuestro país para que todos podamos disfrutar o redescubrir esta historia de amor adolescente con inevitable final infeliz.
“Quiero comerme tu páncreas” es un drama de primer orden desde su primera página, en la que el protagonista y narrador de la historia encuentra un libro titulado “Vivir con la muerte”. Dicha obra manuscrita pertenece a su compañera de clase Sakura, una chica con la que nunca había hablado y que, una vez descubre que ha encontrado el libro, le obliga a mantener el secreto de que le queda apenas un año de vida debido al cáncer de páncreas que sufre.
Desde el primer momento, la autora nos va preparando para el inevitable desenlace (aunque esto no evita que nos vaya a dar varios golpetazos directos en la patata). Eso sí, “Quiero comerme tu páncreas” no es un libro que se regodee en el melodrama barato y busque la lágrima fácil de sus lectores. Todo lo contrario, es una oda a disfrutar de la vida en cada momento, pues no sabemos las cartas que nos tocarán en la siguiente partida.
Debo reconocer que el manga me afectó mucho en su momento. Sin embargo la novela me ha tocado de manera diferente. El cáncer es una enfermedad que, al igual que al protagonista del texto, me ha tocado de cerca, obligándome a atravesar todo un crisol de emociones que en más de una ocasión me crearon una confusión difícil de explicar. Con una mezcla de dolor, impotencia y frustración nos vemos obligados a lidiar con una enfermedad terminal que ataca cual bestia rabiosa no solo a su víctima directa, sino a todo su entorno.
Pues bien a lo largo de “Quiero comerme tu páncreas”, Sumino nos da toda una lección de entereza usando como vehículo a Sakura, una chica que sabe a ciencia cierta que va a morir y que elige al protagonista (no digo el nombre a posta, es uno de los misterios con los que juega la escritora) como compañero en sus últimos meses, ya que le aporta la normalidad y cotidianidad que ella necesita.
Cuando una vida va a terminar, otra comienza a andar
Me parece fascinante la forma en que Sumino entrelaza las personalidades de ambos adolescentes para que sean complementarias y que la suma de ambas aporte cosas positivas (y diferentes) a cada uno de ellos. También me parece destacable la forma en que la escritora consigue centrar el foco en pequeños momentos que hacen que nos olvidemos temporalmente del trágico destino que aguarda a Sakura. Algo me dice que hay parte de ella, de su vida y de sus experiencias en las palabras que ocupan cada una de las páginas de “Quiero comerme tu páncreas”.
Las poco más de doscientas cincuenta páginas de extensión de la novela se devoran con una facilidad pasmosa. Uno no puede dejar de leer y leer hasta terminarla. Eso sí, los últimos capítulos en forma de epílogo son de esos que te dejan tocado y te empujan, por mucho que trates de evitarlo, a echar un par (o muchas) lágrimas. Sumino sabe perfectamente qué teclas tocar para que las emociones afloren.
La solapa de la portada termina con una frase lapidaria: “Una historia de amor primaveral que te partirá el corazón”. Hay mucha verdad, algo de trampa y una mentira. Descubrir qué es cada cosa depende de vosotros si os decidís a leer “Quiero comerme tu páncreas”. Cosa que os recomiendo a todos encarecidamente.