Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

100% Marvel HC. Power Man y Puño de Hierro 3. Arde Harlem

100% Marvel HC. Power Man y Puño de Hierro 3. Arde Harlem
Guion
David F. Walker
Dibujo
Sanford Greene y Elmo Bondoc
Color
Lee Loughridge y John Rauch
Formato
Cartoné. 136 páginas. Color
Precio
15€
Editorial
Panini Cómics . 2018
Edición original
Power Man And Iron Fist v3, 10-15 USA

La Marvel actual es una mierda

No negaré el truco barato para atraer vuestra atención, pero desgraciadamente me encuentro esta frase en redes sociales mucho más de lo que me gustaría. Sin embargo, últimamente no dejo de ver grandes series de Marvel que se cancelan por falta de ventas. Si tuviera a mano mi bola de cristal, os diría que la mayoría de la gente que suelta aquello de Marvel y la mierda considera que Marvel es sólo los grandes eventos y las series blockbuster. No se molesta en mirar las series periféricas, que son sin duda las que en los últimos años han dado lo mejor de La Casa de las Ideas. El problema de esto suele ser que grandes series se cancelan como Estela Plateada, Dr. Extraño y los Hechiceros Supremos o Power Man y Puño de Hierro.

Puede que Power Man y Puño de Hierro con el paso del tiempo no sea considerada una de las etapas fundamentales de los personajes, como sí lo será Estela Plateada, por ejemplo. Sin embargo, los 15 números que ha durado han logrado reunir de nuevo a una de las parejas más entrañables de Marvel y ha restablecido y puesto al día esa química tan especial entre ellos. David F. Walker y Sanford Greene han recuperado un montón de viejas ideas olvidadas acordes para una puesta al día acorde con el tono divertido de la serie. Pero lo mejor de Power Man y Puño de Hierro ha sido ese constante carnaval de guantazos plagados de situaciones locas y que es el responsable de la sonrisa que se nos queda al finalizar cada número.

En este último volumen el tono se vuelve algo más sobrio, pero al fin y al cabo, Walker y Greene tienen seis números para cerrar todos los cabos sueltos. El resultado es una trama quizá excesivamente densa que tal vez resta un poco de ese disfrute ligero que era hasta ahora la serie.

La guerra de bandas llega a Harlem. Walker tira de retrocontinuidad para contarnos un pasado común entre los jefes que ahora pujan por el control del crimen organizado en el barrio. Para complicarlo todo llegará un nuevo jugador que resulta ser la mente maestra tras la trama del tomo anterior y que planea situarse en el trono de Harlem por cualquier método, por oscuro que sea.

Arde Harlem tal vez sea el tomo menos conseguido de la serie, pero me atrevería a afirmar que la culpa la tiene un cierre apresurado. Observando el ritmo en que sucedían los acontecimientos en los tomos anteriores, da la sensación de que esta saga podría haber durado el doble como mínimo. En cinco números tendrán que resolver la trama anterior, plantear el trasfondo del pasado para dar lugar a la guerra, presentar a los bandos y jugadores, girar dos o tres veces el devenir de la guerra, concluir la saga y poner el cierre a la serie. Walker tirará del socorrido recurso de la narración fragmentada en varios momentos temporales distintos. Así puede saltarse todo lo que queda en medio y no tiene que seguir una secuencia lineal que le llevaría más tiempo. Es una pequeña treta de guionista que, aunque resulta muy oportuna cuando te encuentras en un brete como éste, no logra salvar del todo lo abrupto del final.

Lo que tenemos es una historia que pasa por encima a nuestros protagonistas, que realmente están en medio de una trama de la que no son los protagonistas. Walker tiene que prescindir de todo lo superfluo para poder terminar con todo el trabajo acumulado. Eso incluye dotar de un papel más relevante a nuestros héroes y, por supuesto, omitir todos estos detalles que ahondan en los jugadores y la trama para que no parezca que hay cosas que salen de la nada.

Podemos entrever los planos de una historia que podría haber sido un gran final y que, por exceso de condensación, pierde dramatismo (sea en su vertiente más trágica o festiva), dejando la historia casi solo en su esqueleto y a los lectores viendo los huecos entre los huesos.

Es una auténtica pena que cuando te había presentado un elenco de villanos y una galería de secundarios con los que ya empezaba a haber una cierta cercanía, cuando toda esa estrafalaria puesta al día de los conceptos de la blaxploitation setentera podían empezar a dar sus frutos, cuando esa buddy movie de los Héroes de alquiler volvía a funcionar, Power Man y Puño de Hierro cierra.

En cualquier caso, la trama está bien cimentada y terminas por entrar incluso con el cambio de tono. No obstante, se echa de menos un desarrollo y sobre todo un final más acorde con el tono cachondo del resto de la serie. Terminar con un poco menos de azúcar no le habría venido mal y casi echas de menos un chiste que lo remate.

Más fiel al espíritu de la serie continúa el apartado visual, que sigue a cargo de Sanford Greene con Lee Loughridge al color (con una ayuda puntual de Elmo Bondoc y John Rauch). Con corrección pero sin grandes aspavientos narrativos, el punto más fuerte de este equipo es el haber desarrollado una identidad visual propia y característica. Puede parecer una perogrullada, ya que casi cada cómic tiene su propio aspecto, pero el estilo suelto, caricaturesco y vital de Greene con la personal paleta y textura de Loughridge no sólo hacen esta serie inconfundible, sino que son en gran medida los responsables de que los guiños y los toques de humor resulten divertidos y las escenas de mamporros sean una fiesta

Ojalá hubiéramos podido ver al equipo creativo de Power Man y Puño de Hierro cerrando su serie con tiempo y tal como tenían previsto. Nos queda un sabor agridulce por un final que, pese a concluir de manera lógica y sin incoherencias, no termina de brillar por cierta precipitación. En cualquier caso David F. Walker y Sanford Greene han dejado claro que en la Marvel actual se pueden hacer cómics con un sello distintivo, sin pretensiones, sin caer en modas y por encima de todo, muy disfrutables.