En 2009, veríamos por primera vez a Black Káiser en una historia homónima dedicada a Steranko y Trevanian, con lo que nos hacemos a la idea de por dónde podían ir los tiros. Aunque retroactivamente este Black Káiser original vaya a aparecer en los USA remasterizado como un número cero de la saga, no fue hasta tres años después que vería la luz la primera página de algo llamado Polar. Victor Santos ya llevaba más de una década ganándose el pan con los tebeos e incluso hacía años que ya estaba trabajando para el otro lado del charco, pero decidió que en sus ratos libres haría una serie de páginas para publicar en digital. Ocho años, varios volúmenes y una película después, el resto es historia y ahora llegamos al final de ella: Polar: La caída del Káiser.
Polar: La caída del Káiser es el primero de los volúmenes de esta serie que aparece directamente en papel sin pasar por el digital. Nos llega en apaisado como los tomos anteriores, procedente de Dark Horse y de la mano de Norma Editorial en España.
Y de este modo nos tropezamos con un envejecido Káiser varios años después del tomo anterior. Vive retirado en Miami y parece que lo único que mata ahora es el tiempo y ni siquiera con demasiado éxito. Pero algo sucederá y este tomo se llama La caída del Káiser. Viejo o no, no caerá sin pelear.
Al escribir estas líneas, acabo de terminar el tomo y me va a costar no venirme arriba y deshacerme en elogios, pero esta saga no podía tener un final más a la altura. Polar nacía como una historia crepuscular de un antiguo espía que se veía de vuelta en una espiral de violencia. Polar: La caída del Káiser sería entonces lo crepuscular de lo crepuscular. Nos encontramos con un Káiser fuera de su elemento, superado por un mundo que no es el suyo. No van a faltar asesinos de todos los colores y sabores en este tomo, pero el verdadero enemigo de nuestro protagonista es el mundo moderno, muy en la línea de lo que hemos podido ver en algunas de las últimas películas de Clint Eastwood, como Gran Torino o Mula.
Y como siempre en esta serie, Polar: La caída del Káiser es una delicia visual. No hay que olvidar que Víctor Santos empezó Polar como un patio de juegos a medio camino entre el divertimento y campo de pruebas, donde se atreve con las composiciones y los recursos narrativos más locos y donde, sobre todo, nos transmite lo mucho que disfruta con ello. Nadie dibuja escenas de tiros y violencia como Víctor Santos.
En este tomo explicita en boca de uno de los personajes algo llamado “belleza arquetípica”, lo que es una constante en gran parte del trabajo de Víctor Santos. Víctor conoce al dedillo y disfruta de los códigos del cine de acción. Sus villanos, aunque vayan a salir en dos viñetas tienen su propia identidad, su modo de vestirse y de moverse, ese carisma de las pelis y los videojuegos de los 80 y 90, que funcionaba entonces y ahora. Jugar con los arquetipos no es sencillo y menos profundizando en su funcionamiento hasta el punto que lo hace Víctor Santos y menos aún sin que pierdan un ápice de ese magnetismo primario.
Es por todo esto esto que Polar: La caída del Káiser tiene una fuerza increíble. Se lee en un suspiro, pero qué suspiro. Realmente es una lastima que no vayamos a ver más historias del Káiser.
