No hace mucho hablaba por aquí del manga Pétalos de reencarnación de Mikihisa Konishi, publicado en España por Editorial Hidra. Para refrescar un poco de qué iba la cosa, en los primeros cinco capítulos de la obra se nos presentaba a Tôya, un chaval de instituto al que no había nada que se le diese especialmente bien, pero tampoco mal.

El autor usaba el leitmotiv de Pétalos de Reencarnación para lanzar una dura crítica alegórica a la meritocracia que reina en la estructura social de Japón desde hace generaciones. Lo que pasa es que si solo fuera esa la historia nos quedaría un shonen un poco cojo, ?no?

Pues para animar el cotarro nada mejor que crear una sencilla, pero fascinante mitología, que hace que si mueres a manos de un arma determinada resucites albergando un talento aleatorio.

Y ahí nos quedamos, con una última página en la que Tôya revivía con un poder indeterminado del que Konishi no nos dio ninguna pista.

Pétalos de Reencarnación. Preparando el tablero de juego

Os voy a ser sincero. Según iba leyendo las páginas de este segundo volumen no terminaba de dar con el “click” que hace que quieras seguir inmerso en una obra a cualquier precio. Sí, Pétalos de Reencarnación tiene una premisa potente y un sinfín de posibilidades, cuya única limitación es la imaginación del mangaka a la hora de usar las habilidades de personajes reales preexistentes. Pero me faltaba algo.

Debo decir, que ese “algo” te lo acaba dando Mikihisa Konishi, que dedica los cinco capítulos a colocar todas las fichas de lo que se antoja como una partida apasionante de ajedrez entre las facciones de los Excelsos y los Execrables, así como la revelación final acerca del talento e intenciones de Tôya, que es de esas que te hacen ir corriendo a la tienda a ver si con suerte ha salido el siguiente número.

Pétalos de Reencarnación no es solo un shonen de acción descerebrada. Ofrece interesantes pinceladas filosóficas sobre la posición del alma de un individuo que ve cómo dentro de sí se reencarna otra personalidad totalmente diferente. No es algo evidente, pero sí muy sutil en la forma en la que Konishi va dejando caer que al final toda acción tiene su consecuencia y que tarde o temprano nos llegará la “factura” a pagar por el precio de obtener un talento.

Sobre estas líneas algunos de los nuevos “talentos” reencarnados en este volumen.

Esta continuación de Pétalos de reencarnación nos permitirá conocer también a nuevos Execrables, reencarnados con las habilidades de despreciables personalidades como Ed Gein (el asesino que inspiró a La matanza de Texas), John Wayne Gacy (el que hizo lo propio para que Stephen King escribiese It), o Vlad Tepes, que creo que no necesita presentación.

Un desfile de personajes que hacen gala del nombre de su facción, Execrables, cuyas habilidades puestas sobre el papel lucen originales y espectaculares, en especial el poder de Vlad para “empalar”.

https://www.youtube.com/watch?v=WoKzxqhDdrs

Por desgracia, el dibujo sigue siendo el elemento más flojo de Pétalos de Reencarnación. El acabado de Konishi es torpe y apresurado, y la narrativa en las escenas de acción tampoco es su fuerte al carecer de la espectacularidad que se supone deben tener. En fin, esperemos que poco a poco vayamos percibiendo una evolución.

En definitiva, Mikihisa Konishi parece que sabe lo que se hace con este manga que también tiene grandes dosis de humor. La dosificación de las sorpresas puede ser su gran aliada si mantiene el interés como hasta ahora. En Japón lleva ya catorce tomos, por lo que algo bien debe estar haciendo.