Cuando Dolmen anunció la publicación del Perro de Estroncio de John Wagner y Carlos Ezquerra dentro de su línea Albión, dijo que iban a ser inicialmente tres volúmenes. La cosa debe de haber funcionado notablemente bien, porque nada más salir a la venta el tercer tomo, la editorial balear confirmó en twitter que veríamos más de las correrías de Johnny Alpha, lo cual es una buenísima noticia. Pero antes de eso tenemos que leer -y disfrutar- este mencionado tercer tomo, al que quería llegar Dolmen porque tiene en su interior la historia Retrato de un mutante, la que pasa por ser el mejor arco argumental del Perro.
Si hay algo que los cómics británicos han sabido hacer desde siempre es contar historias oscuras y brutales con un toque de humor negro. Y en ese panorama, Perro de Estroncio destaca como una pequeña joya. En Retrato de un mutante podemos leer por fin el origen del protagonista de la serie, Johnny Alpha, un cazarrecompensas mutante en un futuro distópico donde la humanidad trata a los suyos como parias.
Esta historia, escrita por Alan Grant y John Wagner y dibujada por Carlos Ezquerra, es la piedra angular del mito de Johnny Alpha. Nos lleva al pasado del protagonista, desde sus días como niño rechazado por la sociedad hasta su conversión en uno de los guerreros más temidos del universo. En este arco, Grant no se anda con rodeos. Aquí no hay espacio para héroes convencionales. Johnny es un producto de la opresión, de la rabia contenida y de una guerra que lo ha moldeado a base de traiciones, violencia y muerte.
El guion no solo brilla en su construcción de personajes, sino también en su capacidad para crear un trasfondo político que resulta inquietantemente familiar. El racismo hacia los mutantes descrito en este cómic es un reflejo nada disimulado de las injusticias del mundo real. Grant y Wagner nos dan una historia adrenalínica que también nos hace reflexionar en una historia de factura impecable. Han pasado más de cuarenta años y seguimos en las mismas como sociedad, lo que nos deja un cierto poso de amargura.
El arte de Carlos Ezquerra complementa a la perfección el guión de Grant y Wagner. Su estilo, crudo y detallado, encaja como un guante con el tono sombrío de la historia. Las expresiones de Johnny Alpha, el paisaje post-apocalíptico y las secuencias de acción son tan potentes que te hacen percibir la brutalidad del mundo en cada página. Ezquerra nos regala un Johnny torturado, y su trazo único sigue siendo una clase magistral en narrativa visual.
Pero aunque Retrato de un mutante ocupe la mayor parte del tomo (ciento cuatro páginas de las doscientas que tiene), no es el único contenido. Antes de llegar a él tenemos una historia corta, La suerte del mutante y dos seriales de menor extensión, El caso de Doc Quince y El fin de los Chicos Malos. Fascinantes y absorbentes todas ellas, pero por comparación con Retrato palidecen un poco.
Al final del tomo tenemos varias rarezas: dos historias cortas hechas por otros autores, donde se nota una importante bajada de calidad al no estar a los mandos Wagner, Grant y Ezquerra, y dos relatos de prosa. Se completa el tomo con los tradicionales artículos contextualizando la obra.
En definitiva, este tercer tomo de Perro de Estroncio es más que un cómic de ciencia ficción. Es una tragedia épica, con ecos de western crepuscular, que ahonda en la lucha por la identidad, la rebelión y la venganza. Los fans de la acción dura y las historias con trasfondo social encontrarán aquí un tesoro oculto. Si todavía no has explorado el universo de Seguir y Destruir, los tres tomos de Dolmen son el lugar perfecto para entrar. Y para final de año ya está anunciado un tomo más, La solución final. Yum.