Estoy algo cabreado. No es algo porque sí, es que al enfrentarme al procesador de textos para acometer la reseña de los números 20 a 23 de la Patrulla X del actual volumen de Panini me he percatado de que son los últimos firmados por Jonathan Hickman. Al final, la tan prometida larga etapa que cambiaría para siempre el panorama mutante, apenas ha durado dos años (si sumamos la publicación de Dinastía y Poderes de X). Vale, todavía queda la mini de Inferno, pero dudo mucho que todas las tramas e ideas que ha ido lanzando Hickman al aire vayan a encontrar una resolución o respuesta.
El problema es que algunas de estas ideas, como son las más que seguras consecuencias de la resurrección masiva de personajes o la tan cacareada importancia de Moira McTaggert, llevan intrínsecamente la firma del escritor que nos hizo flipar con Los 4 Fantásticos o Vengadores. Al tratarse de un guionista con una personalidad tan marcada, la continuación de estos argumentos (entre muchos otros) quedará totalmente desvirtuada por muy talentoso que sea el sustituto. Pero ya habrá tiempo para lamentos, por lo que vamos a hablar un poco de lo que nos ofrecen estos números.
X-Men o Jonathan Hickman y su despedida a “la francesa”
Comenzamos con la resolución de una historia que se inició en los primeros pasos de esta etapa de la Patrulla X con el equipo mutante formado por Lobezna, Sincro y Darwin entrando en la Cámara. Hickman saca oro del concepto creado por Mike Carey y que este apenas abordó cuando se encargó del título de X-Men hace unos cuantos lustros. Sin duda es el mejor de los episodios hoy reseñados, al aprovechar la misión de infiltración de este particular “power trio” para mostrarnos un bello relato con altas dosis de épica, compañerismo, camaradería y (no podía faltar) romance. Con un gran Mahmud Asrar, que realiza un trabajo magnífico, la historia cierra con unos protagonistas que han cambiado y evolucionado muchísimo en apenas unas cuantas páginas. Lamentablemente estos cambios serán ignorados por el siguiente guionista con toda seguridad.
Los acontecimientos continúan con un número autoconclusivo que devuelve a la primera plana al centinela definitivo Nimrod. Más allá de un villano pintoresco (muy bien ilustrado por Francesco Mobili), cabe destacar que la misión casi suicida que se le encarga a Mística para que lo detenga nos deja ver el lado más maquiavélico e inhumano de Magneto y Charles Xavier. De nuevo debo insistir en que estos pequeños destellos de genialidad van a quedar en el recuerdo, puesto que Hickman se da el piro. Estoy pesado con el tema, lo sé, pero es que me fastidia cosa mala.
Y ahora sí, el zambombazo final de Jonathan Hickman es un tie in de la gala Fuego Infernal en la que se presenta a la nueva alienación de la Patrulla X con un equipo e intenciones más parecida a lo que todos tenemos en mente. Pero joder, si la magia de esta etapa consistía precisamente en que estabamos leyendo algo distinto, que hacía evolucionar a la franquicia de los mutantes como no se veía desde los mejores tiempos de Chris Claremont. Al final la máxima de “todo cambia para que todo siga igual” no puede ser más acertada.
Para colmo esta conclusión, que cuenta con dibujos de Nick Dragotta y Russell Dauterman, queda tremendamente deslucida en su edición de Panini por la inclusión de un especial relacionado con la gala que muestran los diseños de los distintos trajes que lucen los habitantes de Krakoa. Un montón de paja que no aporta nada y que hace encarecer la grapa hasta casi llegar a los seis euros.
Patrulla X, un vistazo al futuro
En el último episodio que reseñamos hoy tenemos ya a Gerry Duggan y Pepe Larraz como maestros de ceremonias. A priori es un equipo creativo de lujo (sobre todo a nivel artístico), pero la sombra de Jonathan Hickman es alargada, por lo que veremos si Duggan está a la altura de las circunstancias con el tiempo. Por lo pronto, este one-shot de nombre “Escala planetaria” comienza con una propuesta más propia de la ciencia ficción hardcore de novelistas como Isaac Asimov o Dan Simmons. Un punto de partida ambicioso que, como poco, nos obligará a estar pendientes del título principal de los mutantes unos cuantos meses más.
Ains, Mr. Hickman… Más le vale que su Inferno sea una historia de traca, porque de lo contrario su etapa en Patrulla X quedará en lo anecdótico al cabo de los años.
