¿Un nuevo relanzamiento mutante? Lo cierto es que esta circunstancia se ha venido repitiendo con demasiada frecuencia en los últimos años. Nuevos equipos creativos, multitud de números unos y anuncios a bombo y platillo. Los fans de la franquicia de la X ya se tomaban estos eventos con desidia, con desgana… Total, si todo cambia para que todo siga igual. Hemos tenido unos años oscuros, donde la no posesión de los derechos sobre los X-Men por parte de Marvel Studios provocó que la editorial los destinase a un ostracismo editorial.
Cierto es que hemos tenido algunas etapas memorables. A la cabeza de estas podemos poner los Nuevos X-Men de Grant Morrison, los Astonishing X-Men de Joss Whedon, el grupo hipervitaminado de Kieron Gillen o el comienzo de Bendis con su All New X-Men donde se trajo a la Patrulla X original en un puñado de episodios que recordaban en frescura a su Ultimate Spider-Man. Por contra hemos visto hasta en dos ocasiones el regreso de Chris Claremont y su marcha por la puerta de atrás o a autores tan solventes como Peter Milligan y Ed Brubaker parir tebeos que como mucho llegaban a mediocres. Por no mencionar los enésimos intentos de Marvel de hacernos creer que Cullen Bunn o Marc Guggenheim eran guionistas de verdad. Y no, tampoco voy a mencionar los Extraordinarios X-Men de Jeff Lemire, prefiero olvidar que eso ha existido.
Así pues, si hacemos balance teníamos pocas esperanzas en un nuevo intento de Marvel de devolver a la grandeza a la franquicia que más beneficios económicos le ha dado a lo largo de su historia. Sin embargo, La casa de las ideas consiguió sorprendernos a propios y extraños cuando anunció que el hombre que se encargaría de tratar de devolver al lugar que se merecen a los personajes no era otro que Jonathan Hickman. Marvel volvía a hacer la misma jugada que ya había realizado con las laureadas etapas de Los 4 Fantásticos y Los Vengadores. Estas series sufrieron una auténtica revitalización que convirtió a ambas cabeceras en las más destacadas, en términos de calidad, del momento (si bien es cierto que la serie de la primera familia no recibió la atención mediática que se merecía).
Entonces, ¿Logrará estar Hickman a la altura de las enormes expectativas? Todavía es pronto para saberlo. Por el momento las dos miniseries que han precedido al relanzamiento no han dejado indiferente a nadie, así como los dos primeros números de la serie principal, que es la que nos ocupa. Serie a la que es mejor que os acerquéis con la mente abierta, habiendo leído concienzudamente las miniseries previas y… Casi que también es aconsejable que tengáis con vosotros papel y lápiz porque Hickman vuelve a hacer de las suyas planteando una trama a largo plazo, presentando personajes y conceptos que en parte suenan conocidos, como los Invocadores, que hacen acto de presencia en el segundo número.
En X-Men el protagonismo absoluto lo tiene el llamado Clan Summers, con todos los miembros de la familia, incluídos Vulcano y el joven Cable, al que se añade algún extra como el sempiterno Lobezno (que a buen seguro brillará más aquí que en su propia cabecera). Cíclope y familia estarán alojados en el Área Azul de la Luna. Con este primer cambio de emplazamiento Hickman ya nos está diciendo que su serie va a ser mucho más “universal”, que se va a alejar de la endogamia predominante en la zona de confort mutante. A buen seguro van a pasar muchas cosas, sin que ninguna de ellas sea en balde. Porque Hickman es muchas cosas, pero por encima de todas, es un hombre con un plan.
En los dos escasos números que he podido leer hasta ahora se nota la ambición del escritor por dejar huella en cada serie que toca. Se ha reservado para sí mismo el grupo más poderoso de la muy poblada franquicia mutante actual, tan poblada que he perdido la lista de cuántas series hay en el mercado, y sospecho que durante el primer año vamos a estar algo perdidos buscando el sentido a lo que estamos leyendo.
En la parte negativa es posible que los más puristas se echen un poco las manos a la cabeza con la caracterización de muchos de los personajes. Este aspecto siempre ha sido uno de los puntos flacos de Hickman, que ha demostrado siempre que se preocupa más por la historia que quiere contar que por que lo que hace con los personajes cuadre con lo que supuestamente se espera de ellos. De todas formas el segundo episodio desprende una esencia a culebrón/drama familiar que huele a Chris Claremont (para bien) que tira de espaldas. Esto no es necesariamente malo, las reglas están para romperlas, las teorías para refutarlas y los tópicos para contrarrestarlos. Habrá que ver por donde nos sale, pero a mi de momento me tiene enganchado.
Menos enganchado estoy al dibujo de Leinil Francis Yu. Sigo sin comprender cómo es posible que este dibujante goce del estatus de súper estrella en Marvel. Es cierto que tanto aquí como en su reciente breve estancia en Capitán América luce mucho más contenido, pero solo pensar en que Pepe Larraz podría estar dibujando estas páginas me dan ganas de llorar.
Sea como fuere, Hickman tiene por delante hacernos olvidar lustros de mediocridad, ¿Lo conseguirá?