Entre 1997 y 2014, hubo una sección en El Jueves que apuntaba directamente a nosotros, que éramos jóvenes. Es más, varias generaciones de jóvenes leyeron las ocurrencias de Albert Monteys y Manel Fontdevila y varias incluso dejaron de ser jóvenes en el transcurso de esos casi 20 años. Lo que está clarísimo es que ya ninguno de esos lectores lo es, pero justo para ellos es este ¡Para ti, que eras joven!
Y es que en estos años en los que muchos comenzamos a notar cómo el mundo nos pasa por encima y nos vemos ya bien lejos del centro de lo que se cuece, reencontrarse con estos viejos conocidos es recuperar un poco nuestra juventud. Y sí, qué mala es la nostalgia, pero la nostalgia no hace reír y yo con ¡Para ti, que eras joven! me he vuelto a reír como antaño.
También es cierto que el mundo de estas tiras no es el mismo que pisamos hoy día, hay muchas cosas que vemos de manera muy distinta y, sí, hay chistes sobre según qué cosas que han envejecido regular, pero tampoco creo que este sea un libro pensado para ser leído por una persona joven, empezando ya desde la portada, que emula las vieja carpetas de instituto de esas generaciones que a día de hoy peinan canas (y eso con suerte). Lejos quedan ya los tiempos en que Monteys y Fontdevila fueron directores de El Jueves y más lejos aún aquellos en los que entraron, aún veinteañeros a hacer aquellas viñetas de costumbrismo pop que se convertirían en una de las secciones más populares de la revista. Tras abandonarla y pasada la experiencia de Orgullo y satisfacción, sus caminos han discurrido divergentes. Fontdevila se ha dedicado casi por completo al humor gráfico con su labor en eldiario.es , aunque sin abandonar del todo a La Parejita. Monteys por su parte, ha tomado un rumbo muy distinto orientado a la ficción y sobre todo a la ciencia ficción, con ¡Universo!, Solid State o Matadero Cinco.
¡Para ti, que eras joven! recopila montones de páginas inéditas de la última época de ¡Para ti, que eres joven! a las que se debía un recopilatorio. Y es que hasta 2010 se habían editado compilaciones de todo tipo: grandes, pequeñas, tapa dura, tapa blanda, gordas y delgadas… pero aún quedaban montones de páginas de la última época sin rescatar.
¿Y qué queréis que os diga? El mundo ha cambiado pero yo me sigo riendo como antaño, sigo viendo toneladas de verdad y perspicacia en cada viñeta y me sigue generando, como antiguo ex-joven, la misma empatía con la idea que los autores te dan de sí mismos. Sin duda además, el hecho de encontrarnos con esta última época da la sensación de asumir ya una cierta complicidad por parte del lector y se permiten ponerse meta de vez en cuando y hablar de sus propios mecanismos para hacer humor o incluso mirar a temas desde una cierta autoconsciencia de que van a ser tratados en ¡Para ti, que eres joven!
Ya da igual si eran temas del momento o intemporales, por ¡Para ti, que eras joven! pasarán las mudanzas, las colas, los juguetes, los móviles, los superhéroes, el paro, las compras online, la conciencia de clase, Youtube, chistes, trailers, villanos, la novela gráfica, las reuniones, los bares, la tele o la maravillosa serie «¡Todo está hecho!» hacia el final del todo, entre otras tantísimas, pero además todo esto se redondea con una intro de 5 páginas donde nos revelan algunos de los entresijos de lo que fue ¡Para ti, que eres joven!, que no solo nos hacen ver que los autores no han perdido su mojo, sino que los años les han sentado bien.
El dibujo es uno de los apartados donde mejor puede verse esto. No solo por la experiencia adquirida, sino por el ritmo endiablado al que tenían que hacer frente Fontdevila y Monteys en aquellos años, pero el caso es que, por apresurado que fuera, sus personajes tenían ese algo, esa precisión en la caricatura, ese depuración de… que daban mogollón de risa, vamos, que es de lo que se trataba.
¿Que el mundo ha cambiado? ¿Que los autores se han dado cuenta de que muchos chistes están hoy fuera de lugar? Pues tal vez y quizá eso habla mejor de Monteys y Fontdevila que mi, porque me he reído como si no hubieran pasado los años. No me lo tengáis en cuenta, soy un señor mayor.